El informe de la Comisión Internacional para el Desarrollo Estratégico de la República Dominicana, más conocido como el informe Attali, es el documento más abarcador y ponderado que se ha producido en la República Dominicana en los últimos ocho años.

El informe se dio a conocer en el 2010 y contó con el aval del gobierno de entonces, que lo contrató, además de los miembros de la comisión, que incluyó a ciudadanos dominicanos como Pepín Corripio, Carlos Asilis, Rosa Rita Alvarez o Eduardo Jorge Prats, entre otros, y con expertos internacionales encabezados por Jacques Attali, e integrado por Chrille Arnold, Mathilde Lemoine, Jeffrey Owens, Mario Pezzini, Marc Stubble e Ian Whitman.

En esta campaña electoral es bueno recordar el informe Attali. Hay que suponer que los aspirantes a la presidencia de la República lo conocen y lo han estudiado, y por ello descubierto los grandes filones de desarrollo que tiene el país, y que han sido echados a un lado por la falta de políticas coherentes de los gobiernos que desde el 2010 hemos tenido.

A continuación algunas descripciones del Informe Attali:

Las desigualdades continúan creciendo: hoy, el 10% de los individuos más ricos tiene un ingreso 23 veces superior al 40% de los individuos menos favorecidos.

Además, a pesar de cuatro décadas de crecimiento casi constante, la pobreza persiste. Así, cerca del 14% de la población vive en la extrema pobreza, una tasa que nunca ha bajado. La República Dominicana no alcanzará para el año 2015 la meta de reducir la pobreza extrema y el hambre, tal como está contenida en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

La tasa de desempleo nunca ha bajado realmente. Desde 1960 el desempleo casi siempre ha permanecido al 14% de la población activa, con grandes disparidades en el seno de la población: afecta al 28% de las mujeres y sólo al 13 por ciento de los hombres.

Además, la tasa de desempleo atrae los salarios hacia abajo. Desde hace 20 años, los salarios reales no han aumentado.

Con el 1.2% del presupuesto destinado a la justicia -uno de los presupuestos más bajos de la región- el poder judicial difícilmente pueda realizar una acción eficaz.

El carácter general del clientelismo, a cada nivel de las instituciones, se manifiesta en forma diferente. El barrilete consiste por ejemplo en una suma de dinero entregada mensualmente a cada senador para llevar acciones en su circunscripción…Los gastos incurrimos no son objeto de un control eficaz por parte de la Cámara de Cuentas, órgano constitucional de fiscalización del Estado.

El gobierno central está calificado por el BID de “clientelista” ya que los funcionarios históricamente han sido designados por filiación al partido en el poder, de ahí la alta tasa de rotación. Esto contribuye igualmente a alimentar un sistema de empleos ficticios, que los dominicanos nombran “botellas”… Asistimos a una auténtica crisis de confianza entre la población y las instituciones.

El informe Attali tiene recomendaciones en todas las áreas que incluyó su análisis, pero concluyó que es necesario aclarar el rol y la acción del Banco Central, que trata directamente servicios financieros con el público, en una operación de competencia frente al sector financiero privado.

También que debe ser eliminado el barrilito, que hay que reforzar a los medios de comunicación, que son una pieza importante en la lucha contra la corrupción. También incluye despenalizar los delitos de prensa. Reducción del personal burocrático, enfrentar la crisis del sector eléctrico y dar un ejemplo de que todas las instituciones públicas paguen el servicio de energía.

No olvidemos que fue el doctor Leonel Fernández quien solicitó el informe y contrató a Jacques Attali para que estudiara la situación del país y lo presentara. Como se decía en un slogan reeleccionista, “Aún queda mucho por hacer”.