La temporada de huracanes del 2017 ha sido desastrosa para las Antillas y el Caribe. Cuba y Puerto Rico han sido duramente golpeadas. Muy especialmente Puerto Rico ha recibido los embates de dos huracanes, Irma y María, y se encuentra en estos momentos con una devastación, sin energía eléctrica, sin agua potable, con varias personas fallecidas, y necesitando la solidaridad internacional para la recuperación. Le llevará varios meses, sino años, poder restablecer la normalidad.

En ese contexto, la República Dominicana ha sido la más favorecida de las islas del Caribe, conjuntamente con su vecino Haití, que no ha habido impacto directo de estos huracanes sobre sus territorios, aunque sí ha caído mucha agua y hay ríos desbordados, árboles caídos y zonas más directamente afectadas, como son las regiones este y norte del país. Hasta la tarde de este jueves había 24 provincias en alerta roja. Es un llamado a la prevención extrema, en especial por las posibles inundaciones y los daños que podrían causar.

Otras islas del Caribe han sido duramente golpeadas. Dominica está destruida y sus autoridades reportan por lo menos 15 personas fallecidas por el impacto de María. Irma les golpeó con dureza pero no hubo tragedias personales. María sí tuvo consecuencias fatales para una población de 73 mil personas, que en estos momentos requiere del apoyo y la solidaridad del conjunto de pequeñas naciones de las Antillas, como también lo siguen necesitando Antigua y Barbuda, Turcas y Caicos y San Martin, las cuales no podemos ni debemos olvidar, tomando en cuenta que Irma les provocó mucho daño y que ahora María está destruyendo una parte de las islas Turcas y Caicos.

En el pasado reciente nos tocaron los huracanes David y Federico, Georges, Olga, que han provocado daños cuantiosos a nuestro país, tanto en pérdidas humanas como en desastres materiales sobre la economía. En esta terrible temporada de huracanes hemos logrado salir ilesos, con apenas algunos rasguños, lluvias abundantes, inundaciones, pero jamás de las dimensiones de los daños que han tenido Puerto Rico o Cuba, para no incluir a Miami o el Estado de la Florida en su conjunto.

Estamos en la ruta de los huracanes. No hay de otra que trabajar intensamente para que la sociedad dominicana esté siempre preparada para estas tragedias, y que los esfuerzos de las autoridades sean mínimos cuando viene una tormenta tropical o un huracán.

El presidente Danilo Medina y el ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Vargas, propusieron a las Naciones Unidas la creación de un fondo de solidaridad con los países del Caribe que resultan frecuentemente afectados por los huracanes. Eso es muy posible y plausible. Que además de los presupuestos nacionales, que tienen partidas de emergencia, también exista un presupuesto para un fondo de contingencia que se utilice cuando haga falta por la ocurrencia de un desastre.

Pero hay que hacer algo más. El gobierno dominicano tiene que afianzar las labores preventivas en períodos normales, para que la población se empodere y esté preparada ante situaciones de tragedias, ya sean huracanes o terremotos.

El sistema educativo debía tener la responsabilidad, conjuntamente con las universidades, de enseñar a todos los estudiantes dominicanos estrategias de protección ante situaciones naturales como los ciclones y los terremotos. Este es un asunto que el gobierno puede hacerlo, dedicando algunos recursos, y tomando en cuenta ahora le existencia y ampliación de la Jornada Escolar Extendida.

República Dominicana tiene que asumir con responsabilidad y determinación su preparación para hacer frente a las tragedias que nos depare la naturaleza. Cuba y Jamaica han mejorado mucho, y están por delante de nosotros en materia preventiva. Nos faltan recursos, que el Estado debe proveer, y apoyo el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea, que tradicionalmente se ha mantenido como una oferta abierta para fortalecer los organismos preventivos.

Debemos asumir este compromiso como política de Estado. Hay mucho que perder si no nos preparamos, conociendo que los fenómenos naturales resultan cada vez más violentos.