El ambiente de tragedia nos golpea a todos por igual. Un familiar, un amigo, un conocido han sido víctimas, y de paso, todos somos víctimas de la tragedia que arropa a la humanidad en este momento. Un enemigo invisible, un terrible virus nos persigue, nos arrastra, nos atemoriza y nos hace dudar de todo acercamiento humano, de todo gesto que en otra ocasión consideramos un afecto, un cariño, ahora estamos listos para rechazarlo como una agresión y un atentado a nuestra seguridad.

La muerte nos golpea directamente. Y Acento y AcentoTV han sido fuertemente estremecido este lunes 30 de marzo con el fallecimiento de doña Leónidas Peña García de Olivo, madre de nuestro compañero de profesión y de vida por más de 40 años, Gustavo Olivo Peña, y la partida de doña Arlette Fernández, una amiga entrañable, una mujer comprometida con la democracia dominicana, que entregó lo mejor de sí y fue siempre la compañera que levantó la bandera de la libertad y la dignidad del pueblo dominicano, inicialmente erguida por su esposo, el héroe y mártir Rafael Fernández Domínguez.

Mamá Nina, madre de Gustavo Olivo

Aunque nuestro luto llegó con el virus en las dos primeras semanas de marzo, tenemos que admitir que estos fallecimientos nos causan un dolor inmenso, y también nos llenan de vitalidad para continuar dando la batalla.

Mamá Nina siempre nos animó a seguir adelante, siempre se mostró complacida y orgullosa de este esfuerzo periodístico independiente, y aunque nos alertaba a tener cuidado, a ser cuidadosos, siempre nos decía que éramos un emprendimiento distinto y enriquecedor. Le tendremos siempre presente y conservaremos siempre la voluntad que nos alimentó para seguir adelante. Mamá Nina sabía que Gustavo, su hijo, como los demás que empujamos esta empresa, ponía alma, corazón y vida en que levantáramos el vuelo y la empresa fuera autosostenible.

Arlette Fernández fue siempre una aliada, una mujer visionaria y sensible, que nos decía que Acento era un punto luminoso en la comunicación dominicana. Y nos animaba a seguir adelante, y nos visitaba, y cuando ya no podía acudir a las instalaciones de la empresa, nos llamaba por teléfono y preguntaba por los avances y desafíos y nos demostraba su cariño y gratitud por lo que hacíamos.

A mamá Nina y a Arlette les prometemos seguir adelante, nos comprometemos  a siempre recordar su apoyo y los empujes que nos dieron, y hasta las oraciones con  las que nos ayudaron a seguir adelante. No las olvidaremos, y tenemos la confianza que al irse el mismo día, el 30 de marzo, se encuentren y desde el cielo sigan bendiciendo los empeños de estos hijos que han asumido también un compromiso con las mejores causas democráticas y de justicia social y política de la República Dominicana.

Que reciban todas las bendiciones que merecen y que su fe sea abono para que consigamos una República Dominicana más justa.