Hay que retornar a las labores productivas y asumir los compromisos de hacer frente a los desafíos y problemas que tiene la sociedad dominicana.
Las elecciones han dejado dudas por el procedimiento utilizado por la Junta Central Electoral para ofrecer el resultado (no oficial ni vinculante), pero resultado al fin de las elecciones del domingo.
El pretendido avance tecnológico, a través del receptor de huellas dactilares para el padrón electoral, más los escáneres para registrar los votos emitidos y ofrecer un resultado rápido de las elecciones, se convirtió en un fracaso vergonzoso, porque de nada sirvió invertir tanto tiempo y tanto dinero (mínimo 32 millones de dólares en la compra) que no fuera para introducir confusión y desaliento.
Los actores del proceso electoral son los partidos políticos y la ciudadanía. La Junta Central Electoral es un árbitro, no un actor, quien debe facilitar que los ciudadanos ejerzan su derecho y se les cuenten sus votos. Sin embargo, la experiencia ha sido lamentable: la JCE ha sido un factor y un actor, que ha generado conflictos, protestas, dudas y en particular una negativa de la oposición a aceptar rápidamente los resultados de las elecciones.
Errores que desde el principio fueron advertidos por los partidos de la oposición se vieron en las elecciones del domingo. El día de las elecciones hubo más errores que el día del simulacro realizado por la JCE. Hubo un retraso significativo en el inicio de las votaciones, hubo confusión sobre el uso de los equipos receptores de huellas dactilares. En una gran cantidad de centros esos equipos no llegaron. En otros llegaron y funcionaron. Pero en una gran parte no hubo forma de que funcionaran como estaba previsto. Entre los llamados auxiliares técnicos, más de 16 mil, supuestamente hubo deserción. Más de 3 mil supuestamente renunciaron. Exageraciones tal vez, pero no deja más que un amargo desencanto por la forma de ofrecer datos sobre el fracaso del escrutinio electrónico. ¿Habrá investigación? ¿Habrá consecuencias? ¿Alguien investigará esa compra y los detalles del contrato? ¿Se reclamará devolución del pago que hizo el Estado?
Aunque la JCE se preparó para un conteo electrónico, el porcentaje electoral reportado no alcanzó el 30 por ciento. Hubo que recurrir al conteo manual. El Partido de la Liberación Dominicana celebrará su triunfo electoral en todo el territorio nacional, el presidente Danilo Medina podrá sentirse satisfecho del récord alcanzado en un porcentaje de votación histórico, por encima del 60 por ciento, pero los procedimientos de la JCE enturbian estas celebraciones y la alegría del presidente reelecto.
Hay que volver a la normalidad, hay que retomar los desafíos. Luis Abinader, candidato perdedor de las elecciones que alcanzó el 35% de los votos queda posicionado en una posición de liderazgo de la oposición. En este proceso ha abonado un terreno fértil para el futuro, y hay que suponer que tiene temperamento para conducir su partido hacia posturas constructivas, de oposición responsable, sin estridencia, ejerciendo una labor en las diversas instancias alcanzada por su partido que ayuden al buen gobierno.
El presidente Medina queda posicionado como el gran líder del PLD, de seguro con más fuerza para el control del aparato del Estado, lo que le obligará a sustentar más sus decisiones en el presidencialismo y en las fuerzas que le han energizado en el Congreso Nacional. La tentación de imponerse en la estructura del PLD podría agudizar un choque interno con las fuerzas del ex presidente Leonel Fernández. Acorralar a Leonel Fernández o cerrarle el camino para que pueda optar por una nominación presidencial con miras al 2020 podría ser una tentación. Eso afectaría la precaria estabilidad interna del PLD. No hay en este momento una tercera opción que se cuele para el 2020 entre Danilo Medina y Leonel Fernández. Una posibilidad era Roberto Salcedo, si ganaba la reelección en la alcaldía del Distrito Nacional, algo que no ha sido posible, y que de seguro afectará su futuro político en el PLD.
Hay que hacer un esfuerzo para volver a la normalidad. Son muchos los problemas que el país tiene por delante, y los desafíos que se presentan para que las instituciones públicas, los partidos políticos y los grupos empresariales y productivos del país reasuman su cotidianidad, que es la de ofrecer buenos servidos y seguir creando riqueza.