El acuerdo del senador Félix Bautista con los profesionales Jaime Aristy Escuder y José Alejandro Ayuso deja a la sociedad a la expectativa de nuevas actuaciones del dirigente político del Partido de la Liberación Dominicana, con miras a recuperar su imagen.

Ya el senador ha dicho que continuará demandando judicialmente periodistas que han dado versiones que le afectan y difaman en su integridad. El país ha sido testigo del empeño del legislador en reclamar respeto a su figura, incluyendo su versión de que el profesor Juan Bosch, si estuviera vivo, estaría orgulloso de las actuaciones del senador y discípulo político.

Es penoso, pero queda la impresión de que la sociedad ha perdido el sentido de colectividad y está atendiendo sus intereses particulares, y que reacciona cuando algunos de sus estamentos es sacudido o afectado de manera directa.

Francisco Álvarez Valdez escribió un artículo, publicado ayer en este diario, donde analiza los detalles del acuerdo y aclara la parte sustancial: No hubo una rectificación sino una “toma de conocimiento”, que es algo común en el lenguaje de los abogados. Ha dicho el prestigioso jurista Álvarez Valdez que:

“El senador Bautista tiene tan mala imagen, tan mala prensa, que muchas personas aplaudían, incluyéndome,  la defensa que agresivamente sostenían Aristy y Ayuso contra él, pero por la misma razón la mayoría de la gente ahora condena su retiro del litigio a través de este acuerdo”. Es decir, que el acuerdo se interpreta como un retiro de las acusaciones que hizo Jaime Aristy Escuder en su libro “El lado oscuro de la Sun Land”.

Félix Bautista tiene derecho a defenderse de la imagen que de él se ha forjado la sociedad. Félix Bautista es un político, porque además de legislador es secretario de organización del PLD, que es el partido de gobierno. Es un hombre de confianza del presidente del PLD, Leonel Fernández, y seguirá actuando políticamente, tratando de ser o de que se le tenga como modelo de hombre público.

En un caso como este, por más que haga Félix Bautista, es posible que finalmente nada lo redima de lo que la gente cree sobre él. Esa percepción está creada y habría que cambiar la mentalidad del país para cambiar lo que la gente piensa, incluyendo a sus propios compañeros de partido, sobre la fortuna que ha logrado hacer, y la forma en que la hizo, el ingeniero Félix Bautista.

El senador tiene un papel importante en el PLD. Es un hombre que actúa con libertad y desparpajo. El acuerdo que firmó con Jaime Aristy Escuder y José Alejandro Ayuso deja la impresión de que hubo una rectificación de lo dicho por el libro. Y esa percepción fue aprovechada por Félix Bautista para llevarse a su particular redil a dos luchadores por la transparencia y la democracia como son estos dos profesionales.

César Pérez, un agudo analista de la realidad social y política dominicana, ha escrito lo siguiente:

Para mí, lo más importante no es la forma ni el contenido del “acuerdo”, sino que el hecho de este haberse producido, determina una profundización de esa suerte de conciencia de aquí nada es posible, que la decencia y los decentes no tienen cabida, que todo se jodió y que este país no tiene escapatoria, que está cercado por una peste de la cual jamás podrá salir. La acción, independientemente de que se critique o no, en cierta medida constituye un triunfo de la maldad y del malo. Ese triunfo de Félix Bautista no significa que este se haya fortalecido -y debilitado por la acción de sus demandados-, lo esencial no es él, como persona, sino su significado como político, su significado como representante de una determinada política y es ese significado el que ha podido sacar del medio a dos personas que mucho han hablado y combatido esa política y que en cierta medida constituyen expresión de un sector frontalmente opuesto a esa política y a esos políticos. Nos debilita, porque cada soldado muerto en batalla, debilita la posibilidad de una victoria. Independientemente de la forma o del contenido, con  su acción esos dos combatientes han perdido su fusil: la credibilidad. Debilita el de todos nosotros, por lo menos en la subjetividad de muchos….”

Es decir, que aunque el senador quiera ser un modelo de político no puede serlo, pero representa un esquema que triunfa y que saca del campo de batalla a personas que han luchado por la honestidad y transparencia en la administración de los bienes públicos.

Jaime Aristy Escuder ha confesado que gastó aproximadamente 160 mil dólares en el proceso judicial. Habría que multiplicar ese monto varias veces para determinar lo invertido por el senador en el mismo proceso. A uno le cuesta conseguir ese dinero, en el caso de Jaime Aristy, pero por los datos de la Procuraduría General de la República, el senador los tiene el abundancia y puede darse el lugar de seguir invirtiendo. Como escribió Francisco Álvarez Vandez, se trata de doblegar la voluntad de Jaime Aristy por la vía del ahogamiento económico.

La otra percepción, más pesimista, es que con este tipo de acuerdo, al que llegaron los imputados con la pistola en la cabeza por el ahogo económico, fracs a la ética en la República Dominicana. La moral del país se encuentra en el marasmo, en postración, mientras los inmorales y aprovechadores del dinero público, impunes, triunfan y acorralan sin que nadie se pueda inmutar.

Incluso, podría pensarse que épocas de escasa o ninguna libertad como las que vivió el país con la dictadura de Trujillo y los gobiernos de los 12 años de Joaquín Balaguer, la sociedad tenía más esperanzas e ilusión, y estaban más claros en la sociedad los valores éticos.

Lo extraño, lo contraproducente es que bajo el esquema democrático en que vivimos no haya ilusión, no haya esperanzas, no haya vitalidad, sino la idea de que todo está perdido. Por ejemplo, los organismos de justicia están bajo control del PLD, los jueces y fiscales son peledeístas y responden a un esquema de partido de gobierno. Si van a juzgar a alguien del gobierno, lo hacven pensando que se trata de su compañero de partido, y que mañana ese compañero puede tener una función pública en el Palacio Nacional, y hasta podría hundir al que asume la responsabilidad de procurar la ética o el bien público.

Es penoso, pero queda la impresión de que la sociedad ha perdido el sentido de colectividad y está atendiendo sus intereses particulares, y que reacciona cuando algunos de sus estamentos es sacudido o afectado de manera directa. Mientras ese sacudimiento no ocurre, la sociedad se hace de la vista gorda. Los sectores de poder, organizados en diferentes estructuras, velan únicamente por sus intereses y apuestan por conseguir más prebendas y beneficios del gobierno.

No hay que perder las esperanzas, sin embargo. Países en peores condiciones políticas y morales que la República Dominicana han logrado avanzar y modelar sociedades más ajustadas a las leyes y al respeto a la convivencia, en donde hoy día la decencia es un valor fundamental. A eso apostamos.