Boca de Cachón es una comunidad olvidada. El crecimiento del Lago Enriquillo ha roto prácticamente la comunicación vial entre Jimaní y Boca de Cachón. Equipos oficiales abrieron una trocha, en terreno de un humedal, para posibilitar que los vehículos puedan hacer el trayecto. Esa solución no es duradera.
El problema de Boca de Cachón, municipio de Jimaní, y de muchas otras comunidades de las provincias Barahona, Independencia y Bahoruco, es que la crecida del Lago Enriquillo en esta ocasión ha sido inusual, más allá de lo que había crecido en momentos anteriores, y ha ocupado una parte de las tierras productivas y de pastoreo, y la miseria se ha incrementado.
Han sido y son comunidades muy pobres, con pocos recursos. Las empresas que han podido establecerse en la zona carecen del empuje necesario para dinamizar la región sur profunda. El mayor dinamismo lo representan los extractores de materiales de construcción, que en realidad representan muy poco en beneficio de las comunidades.
Este diario acaba de publicar un reportaje sobre Boca de Cachón. Allí la gente no espera nada del gobierno, porque han perdido las esperanzas, esperan que Dios ayude a que el Lago se retire un poco de las tierras que ya ha ocupado.
En la región sur, y en la zona de influencia del Lago Enriquillo, hace falta la presencia de las autoridades. Es la zona en que hubo mayor número de aborígenes, en donde se sublevó el cacique Herniquillo, en la que más rastros dejaron los aborígenes, y donde todavía sigue siendo más parecido el territorio a como era antes de la colonización.
Por eso, en reclamo del apoyo que necesitan las personas de Boca de Cachón y las demás comunidades, recordamos las palabras de Fray Antonio Montesinos, dominico que junto a Pedro de Córdoba, defendieron el derecho de los aborígenes.
Es como si el tiempo transcurrido no fuera suficiente para borrar el olvido y las injusticias. Y para que quienes lo han olvidado recuerden este extraordinario mensaje:
… Para os los dar a conocer (los pecados contra los indios) me he subido aquí, yo soy voz de Cristo en el desierto de esta isla y, por tanto, conviene que con atención no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos la oigáis; la cual será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás pensasteis oír…
Esta voz dice que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes.
Decid ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habés hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muertos y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos de sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis por sacar y adquirir oro cada día?
¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine, y conozcan a su Dios y Criador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y los domingos?
Estos, ¿no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis, esto no sentís? ¿Cómo estáis en tan profundidad, de sueño tan letárgico, dormidos?
Tened por cierto, que en el estado en que estáis, no os podéis más salvar, que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo.
Ego vox clamantis in deserto