Las insistentes denuncias de Quirino Ernesto Paulino Castillo sobre las implicaciones del ex presidente Leonel Fernández con el narcotráfico, y algunos de sus allegados, deben percibirse como un enfrentamiento directo entre ambos. Ahora en defensa del ex presidente han salido al ruedo un grupo de militares retirados, muchos de los cuales tienen sus propias y particulares historias.

Leonel debe defenderse, y lo está haciendo como mejor ha podido, utilizando argumentos y explicaciones, y especialmente recibiendo apoyos de sus simpatizantes y de ex funcionarios que han confiado en él y siguen confiando, incluso como posible candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana para un cuarto período.

El cuadro, sin embargo, sigue siendo tenebroso por la naturaleza de las imputaciones de Quirino, y porque lo que se atribuye al ex presidente genera repudio colectivo y en caso de que estuviésemos en un país con una justicia independiente, habría dado pie ya al inicio de una investigación penal.

Ahora lo que se dice contra Leonel se interpreta como “maldad, ignominia, campaña de descrédito y campaña sucia”. Se recuerda que contra otros políticos, adversarios del PLD, se utilizaron acusaciones de esta índole, sin prueba, y se advertía al pueblo sobre “el peligro de olvidar”. Y más en los orígenes del PLD se lanzó lo que se llamó “El álbum de la corrupción”, totalmente echado al olvido.

Lo que estamos viendo y viviendo es que las versiones de defensa del ex presidente tienen cabida en todos los medios de comunicación, muy especialmente en los diarios impresos, mientras que prácticamente ninguno de esos medios se ha hecho eco de las versiones ofrecidas por Quirino Ernesto Paulino Castillo.

Si bien es cierto que el clientelismo político, la corrupción, la impunidad y especialmente la inversión de valores han contagiado a la población empobrecida del país, todavía el pueblo dominicano está formado por una sociedad con capacidad para la indignación, con fuerza para solicitar transparencia y con valentía para pedir cuentas a sus funcionarios.

Temas que la sociedad no ha olvidado, ni olvida son los siguientes:

  • Arturo del Tiempo Marqués se nacionalizó dominicano, se hizo policía, le prestaron cientos de millones de pesos en el banco estatal (BanReservas), exportó “mármol”, construyó torres en las que algunos funcionarios compraron (si es que realmente compraron) y se dio el lujo de que el presidente de entonces diera el primer picazo en esa construcción.
  • Figueroa Agosto consiguió varios documentos de identidad, se hizo militar dominicano y miembro de organismos de seguridad del Estado, compartió con un gran grupo de funcionarios y militares en restaurantes y en fiestas privadas.
  • Winston Rizik, pendiente de ser juzgado, fue detenido en varias ocasiones, con aparente solicitud de extradición y siempre fue puesto en libertad.
  • Aparentemente, según las propias declaraciones del confeso narcotraficante Quirino Ernesto Paulino, gracias a su financiación, el PLD pudo alcanzar el poder en el 2004.
  • Además, todos estos narcotraficantes detenidos y extraditados ¿operaban solos? ¿Sin complicidades? ¿ellos mismos cargaban, empacaban y se daban paso en las aduanas?

Algunos ministros del actual gobierno han hablado de ignominia contra el doctor Fernández. Ignominia se refiere a: “Ofensa grave que sufre el honor o la dignidad de una persona”, y el ex presidente ha negado estos hechos de manera dubitativa, alegando intenciones políticas y que tienen origen en la popularidad que refleja la figura del presidente del PLD en las encuestas.

Quirino insiste en hablar en desafiar al ex presidente dominicano. El doctor Fernández, que parece haber recibido el apoyo del actual presidente Danilo Medina, no ha querido dar una entrevista a un medio de comunicación, no ha respondido las imputaciones que se le han formulado y pareciera que el silencio es su norma. Indignado debía estar, y someter a la justicia a Quirino y a quienes él entiende le han ofendido con estas imputaciones, que no son cualquier cosa, ni parte de una rebatíña política, sino la imputación de delito criminal de alto calibre.