La muerte, la madrugada del sábado, del maestro Ramón Oviedo, se lleva uno de los de los grandes maestros de la pintura dominicana.
El deceso no puede pasar por alto con este maestro indiscutible, con este hombre de bien, intelectual portentoso, que construyó una imagen inigualable del quehacer dominicano a través de sus trazos.
Ramón Oviedo, el artista y el ser humano que se marcha, pero queda en la sociedad dominicana a través de su obra y de su recuerdo, era un ícono, gran ciudadano y hombre de bien, que cuando tuvo que salir en la defensa de la patria lo hizo, sin estridencia y sin salir luego a reclamar posiciones.
Gran amigo del profesor Juan Bosch, quien lo llevó al Partido de la Liberación Dominicana.
En la última generación fue el más ilustre de los pintores dominicanos. Su pintura representa al país y la identidad dominicana, aparte de que los temas que aborda, en abstracto o en retrato, son de la dimensión propia de la patria.
Marcel Marceau, Jacques Lang, Rufino Tamayo, Oswaldo Guayasamín se encuentran entre los pintores famosos, maestros que elogiaron la obra del maestro Ramón Oviedo.
En febrero el año pasado, con motivo del cumpleaños número 90 del maestro sugerimos un gran homenaje a este hombre de dimensión universal. Y lamentablemente no se nos hizo caso.
Entonces dijimos que “corresponde al Ministerio de Cultura o a la Dirección de Bellas Artes realizar en vida un gran homenaje al maestro Oviedo, tomando en cuenta que ha recibido reconocimientos nacionales e internacionales en el pasado, como el otorgado por el Congreso Nacional, que lo declaró Maestro Ilustre de la Pintura Dominicana, o el otorgado por Francia, que le otorgó el título de Caballero en la Orden de las Artes y las Letras”.
Desde este humilde rincón rendimos nuestro homenaje al maestro Ramón Oviedo.
Desde la mañana de este lunes 13 de julio, a partir de las nueve de las mañana, el cuerpo sin vida del maestro Ramón Oviedo será expuesto en la Funeraria Blandino, de la avenida Abraham Lincoln. El féretro estará cerrado y su cuerpo será posteriormente incinerado como fue su deseo.
El maestro expresó siempre que deseaba que su muerte fuese tratada sin mayor exhibicionismo y la familia así ha actuado. Paz a sus restos y que le recordemos siempre. Sabemos que su obra permanecerá por siempre.