Este viernes, coincidencialmente celebrado como Black Friday en los Estados Unidos y en otras partes del mundo occidental, se recuerda el martirio de la mujer dominicana en las figuras apreciadas y memorables de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, quienes asumiendo todos los riesgos de una dictadura sanguinaria, se enfrentaron a Rafael Trujillo Molina y a lo que este sujeto representaba.

El mundo recuerda hoy a las Hermanas Mirabal. La organización de las Naciones Unidas estableció el 25 de noviembre como el Día Internacional de la No violencia contra la mujer. Más que por la decisión de  Naciones Unidas, a las Hermanas Mirabal se les recuerda en la República Dominicana, su tierra, como ejemplos de heroísmo, de rebelión contra la dictadura y de mujeres que jamás recularon en su empeño de trabajar por la libertad del pueblo dominicano.

Cuando muchos hombres tuvieron que esconderse, cuando otros estaban en el exilio, y cuando algunos se acobardaban frente a los mecanismos de terror de Trujillo y sus séquitos de adulones y matones, Minerva Mirabal, María Teresa y Patria señalaron el camino. No tuvieron miedo, mantuvieron su dignidad y recorrían las carreteras, camino a Puerto Plata, donde la dictadura mantenía encarcelados a dos de sus esposos.

Recordemos a las Hermanas Mirabal como el símbolo que son y la valentía por la libertad que representan. Mujeres valientes y decididas.

Pedro Mir, nuestro poeta nacional, escribió un poema en tres tiempos, titulado Amén de Mariposas, a las Hermanas Mirabal. Aquí dejamos el primer tiempo de ese poema, como testimonio de nuestra reverencia hacia Patria, Minerva y María Teresa:

Amén de mariposas

Primer Tiempo

Cuando supe que habían caído las tres hermanas Mirabal

me dije:

la sociedad establecida ha muerto.

(Lapislázuli a cuento de todo emblema ruidoso

mentís en A referido a un imperio en agonía

y cuanto ha sido conocido desde entonces

me dije

y cuanto ha sido comprendido desde entonces

me dije

es que la sociedad establecida ha muerto)

Comprendí

que muchas unidades navales alrededor del mundo

inician su naufragio

en medio de la espuma

pensadora

y que grandes ejércitos reconocidos en el planeta

comienzan a derramarse

en el regazo de la duda

pesarosa

Es que

hay columnas de mármol impetuoso no rendidas al tiempo

y pirámides absolutas erigidas sobre las civilizaciones

que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas.

Cuando supe que tres de los espejos de la sociedad

tres respetos del abrazo y orgullo de los hombres

tres y entonces madres

    y comienzo del día

habían caído

asesinadas

¡oh asesinadas!

a pesar de sus telares en sonrisa

a pesar de sus abriles en riachuelo

a pesar de sus neblinas en reposo

(y todo el día lleno de grandes ojos abiertos)

roto el cráneo

despedazado el vientre

partida la plegaria

¡oh asesinadas!

comprendí que el asesinato como bestia incendiada

por la cola

no se detendría ya

ante ninguna puerta de concordia

ante ninguna persiana de ternura

ante ningún dintel ni balaustrada

ni ante paredes

ni ante rendijas

ni ante paroxismo

de los progenitores iniciales

porque a partir de entonces el plomo perdió su rumbo

y el sentido su rango

y solo quedaba en pie

la Humanidad

emplazada a durar sobre este punto

escandaloso

de la inmensidad

del Universo

Supe entonces que el asesinato ocupaba el lugar del

pensamiento

que en la luz de la casa

comenzaba a aclimatarse

el puerco cimarrón

y la araña peluda

que la lechuza se instalaba en la escuela

que en los parques infantiles

se aposentaba el hurón

y el tiburón en las fuentes

y engranaje y puñal

y muñón y muletas

en los copos y de la cunas

o que empezaba entonces la época rotunda

del bien y del mal

desnudos

frente a frente

conminados a una sola

implacable definitiva

decidida victoria

       muerte a muerte

¡Oh asesinadas!

        No era una vez

porque no puedo contar la historia de los hombres

que cayeron en Maimón

y Estero Hondo

a unos pocos disparos de Constanza

en el mismo corazón del año 1959

puesto que todo el mundo sabe que somos el silencio

aun en horas de infortunio.

No era una vez porque no puedo contar la historia

de este viejo país del que brotó la América Latina

puesto que todo el mundo sabe que brotó de sus vértebras

en una noche metálica denominada

      silencio

de una vértebra llamada Esclavitud

de otra vértebra llamada Encomienda

de otra vértebra llamada Ingenio

y que de una gran vértebra dorsal le descendió completa

   la Doctrina de Monroe.

No contaré esta historia porque era una vez no la primera

que los hombres caían como caen los hombres con un

gesto de fecundidad

para dotar de purísima sangre los músculos de la tierra.

La espada tiene una espiga

la espiga tiene una espera

la espera tiene una sangre

que invade la verdadera

que invade el cañaveral

litoral y cordillera

y a todos se nos parece

de perfil en la bandera

la espiga tiene una espada

la espada una calavera.

Pero un día se supo que tres veces el crepúsculo

tres veces el equilibrio de la maternidad

tres la continuación de nuestros territorio

sobre la superficie de los niños adyacentes

reconocidas las tres en la movida fiebre

de los regazos y los biberones

protegidas las tres por la andadura

de su maternidad navegadora

navegable

por el espejo de su matrimonio

por la certeza de su vecindario

por la armonía de su crecimiento

y su triple escuela de amparo

habían caído en un mismo silencio asesinadas

y eran las tres hermanas Mirabal

¡oh asesinadas!

entonces se supo que ya no quedaba más

que dentro de los cañones había pavor

que la pólvora tenía miedo

que el estampido sudaba espanto

y el plomo lividez

y que entrábamos de lleno en la agonía de una edad

que esto era el desenlace de la Era Cristiana.

¡Oh dormidas!

¡oh delicadas!

qué injuria de meditar.

El mes de noviembre descendía sobre los hombros

como los árboles aún debajo de la noche y aún

dando

sombra.

¡Oh eternas!

El péndulo palpitaba las horas del municipio

y el pequeño reloj destilaba en silencio gota a gota

veinticinco visiones de una día llamado noviembre.

Pero aún no era el fin

¡oh dormidas!

aún no era el fin

no era el fin