Aleluya, aleluya, aleluya. Que resuenen los tambores, los címbalos celestiales y terrenales. Cantemos a la vida, cantemos al amor.
Recordemos cada día que los ángeles siempre están presentes en nuestros espacios, y que depende de ti, lo que haces con su presencia, yo decidí gozar con su talento. Gracias Xiomara por existir.
Bailemos con Xiomara Fortuna, la Xioma querida que desborda ingenio y emoción. La Reina de la Fusión. La que nos hace vibrar con su voz profunda, y sus ritmos del folklor dominicano en mezcla perfecta con otras músicas contemporáneas.
La que se muestra como es, orgullosa de su negritud y de su herencia afro dominicana. Y busca en la mangulina, el pri prí, la salve, los congos y el gaga conocer lo que somos y hacérnoslo saber. Con sus fusiones maravillosas, recrea nuestra música con el jazz, con el rock, con la vida, los sonidos y el amor.
Cuando Xiomara canta, quien escucha baila, salta, danza, goza, disfruta, se embelesa, grita a todo pulmón, se desgañita de felicidad. No hay forma en que dejes tranquilas tus caderas, tus pies, tu cuerpo entero. La oyes y la alegría llega, el ritmo te envuelve, y miras el mundo desde ahí, desde los colores y los ritmos que rescatan lo que quisieron borrar; reivindica nuestro sentido original y le agrega nuevos significados, en una genealogía perfecta de inclusión, reconocimiento y libertad. Esa que no desaparece a una gran parte de la población, sino que les realza y engrandece.
Xiomara artista y activista. Vindicando derechos con su arte y con su vida. La que escribe a las mujeres y evidencia las discriminaciones, y confiesa que han sido las suyas; y sabe que, en la grandeza de la creación, de la lucha y de la expresión artística está la resistencia, la de ella, la de nosotras sus amigas y la de todas las mujeres.
Esa Xiomara, que acoge en su arte a Hilda la vendutera de flores y le hace saber que puede intentar ponerse en su lugar, y aprehender sus cansancios y desde ahí construir resiliencia.
“Cuando veo a Hilda
Empujando su carrito
Cargada de flores
Calle tras calle
Veo un poema
Una ilusión
Cuando pasa Hilda
Empujando su carrito
Pienso en sus piernas
Llegando a casa
En agua tibia
En algún dolor
Si recuerdo a Hilda
Me duele, me apeno
Me sacudo el alma
Me armo de valor
Dejo que sus flores
Me den la ilusión…”
Todas sus canciones tienen una intensión de resistencia, pero para mí, El Rosa y El Azul y No Cojo Corte, son la explicación perfecta de la “ideología de género” esa que discrimina y asigna roles estereotipados; y que tanta gente anda defendiendo como “lo normal”, lo que “debe ser”. Son un grito para la contienda, un llamado a la transformación, un reconocimiento a la mujer y especialmente a la mujer negra, a las mujeres de la candela; a la necesidad de no dejarse vencer. Todo esto dicho desde un canto alegre, que se encamina a la paz, confiando en el que el mundo va a cambiar y que hay que levantarse y seguir y el mañana va a llegar con sonrisas.
Xiomara es arte, música, fusión, alegría, movimiento, color, lucha, derechos, negritud, sol, luna, lluvia, ritmo. Es belleza, es gozo, es amor. Y esta noche, celebra sus 40 años con un concierto en el Teatro Nacional. Cuanto vamos a disfrutar, desde ya la magia se apodera de mí.
Gracias Xiomara por existir, por tu arte, por tu entrega, por hacernos saber que todas somos reinas y que las brujas no son “malas” sino SABIAS, VALIENTES Y LIBRES. Esta noche volaremos contigo y Dios, que también es Diosa, nos acompañará con amor.