El embarazo en adolescentes sigue creciendo en las estadísticas dominicanas. Pese al convencimiento colectivo de que ese es un mal que debemos enfrentar, las cifras no bajan. El gobierno dominicano habla de planes para reducir el embarazo en adolescentes. El Ministerio de Salud pone en marcha programas de información para mitigar el mal, pero las mediciones siguen firmes. El Despacho de la Primera Dama también se esfuerza, lo mismo que la vicepresidencia de la República.

No hay forma de lograr un cambio, como ha ocurrido con el analfabetismo, que está a punto de ser eliminado, de acuerdo con los datos del gobierno vinculado a los resultados del programa Quisqueya Aprende Contigo. Las niñas y adolescentes siguen pariendo y ese dato nos hace quedar mal ante la comunidad internacional, como recientemente nos ocurrió en Ginebra, donde nos fue sacado en cara por varios países, en la reunión de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Los datos los tienen las autoridades y los actualizan con frecuencia. Al país le cuesta 33 veces menos atender el parto de una mujer en edad reproductiva que el de una niña o adolescente.

Las estadísticas no mienten.

Según el Unfpa, República Dominicana se encuentra entre los cinco países con mayor proporción de embarazos en adolescentes de América Latina. La tasa de natalidad en adolescentes de 15 a 19 años en el país es de 90 por cada mil. Casi duplica la media mundial que es de 51.

Una de cada cuatro mujeres (24%) de entre 20 y 49 años tuvo un hijo antes de los 18 años y casi la mitad (41%) antes de los 20 años. La provincia con mayor proporción de atención de embarazadas adolescentes es María Trinidad Sánchez, con 32%, seguida de San José de Ocoa, Duarte, San Juan, Monseñor Nouel y Sánchez Ramírez, con 31%.

El porcentaje de adolescentes alguna vez embarazadas es de 16.3% en Cibao Noreste, en Enriquillo es más del doble (38.5%). Las principales causas relacionadas con la deserción escolar son el embarazo, el cuidado infantil y la inserción laboral.

El 61.4% de las adolescentes alguna vez embarazadas en el país pertenecen a los dos quintiles más pobres. Las adolescentes con nivel de instrucción básico o primario presentan un porcentaje de embarazos casi seis veces mayor a las que tienen nivel superior. Más de la mitad de las madres adolescentes (52%) tiene como actividad principal los quehaceres del hogar.

El costo estimado en la atención del embarazo y la maternidad en adolescentes representa 33 veces la inversión estimada del Plan Nacional de Prevención del Embarazo en Adolescentes, es decir, dos mil 103 millones anuales.

En el 2015, 34 mil 453 de los partos, cesáreas y abortos en el país correspondieron a niñas y adolescentes entre los 10 y los 19 años, es decir, 27.35% de todos los casos, de acuerdo a datos recogidos por la Dirección de Información y Estadísticas del Ministerio de Salud Pública (MSP).

Las raíces de los embarazos en adolescentes son la pobreza, la desigualdad, la violencia y la falta de educación. Por eso no se entiende que esos factores no hayan sido atacados en profundidad y con seriedad. Cada joven, hombre o mujer, debe ser estimulado a tener un proyecto de vida, ser educado en su sexualidad y tener acceso a servicios de salud diferenciados para adolescentes, aparte de tener acceso sin limitaciones a métodos anticonceptivos.

Mientras no tengamos resueltos esos elementos, seguiremos padeciendo la epidemia de embarazos en adolescentes que padecemos desde hace muchos años, sin que el Estado, las Iglesias o los partidos puedan hacer absolutamente nada.