Hay que despedir el año 2016, y hacerlo con cierta discreción. Son tantas las malas noticias que nos trajo que todavía estamos impactados, y sin conocer algunas de las consecuencias de los acontecimientos que nos deja. Por ejemplo, no sabemos la dimensión de la nueva administración de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos.
En la República Dominicana estamos despidiendo el año conmovidos por los últimos acontecimientos. La forma sangrienta como terminó la vida del ex oficial del Ejército Nacional John Percival Matos, la forma violenta como este joven y su grupo terminaron con la vida del vigilante Bienvenido García, de GS4, en Bella Vista Mall. Policía entrenada y con capacidad para manejar situaciones de violencia indicaban que era posible otro desenlace.
No podemos olvidar que enero de 2016 comenzó con el repentino fallecimiento de Hamlet Hermann Pérez, y que diciembre se ha llevado a personas distinguidas y cercanas, como la fotoreportera Carmen Iris Pérez, el periodista y articulista nuestro Lipe Collado, el periodista Arturo López, el fotógrafo Juan Pérez Terrero. O que este mismo año ha sido el final para la vida de personajes influyentes y relevantes para la historia dominicana como Mayobanex Vargas, el ingeniero Corominas Pepín, Mateo Aquino Febrillet, Magaly Pineda, Antonio Imbert Brugal, Hatuey Decamps, Pedro Franco Badía, Claudio Caamaño Grullón, Angel Haché, José Lacay, Rincón Mora, Elizardo Puello, Gloria Castellanos o los periodistas Silvio Herasme Peña y Aristides Reyes, entre otros.
Y qué decir de los acontecimientos políticos que ensombrecieron el sistema democrático dominicano, como la pésima gestión de administración del último proceso electoral dominicano, o el fraccionamiento de varios partidos políticos. Hay que lamentar el fuerte endeudamiento público dominicano así como el incumplimiento de leyes importantes, que de cumplirse ayudarían al mejor funcionamiento de nuestra sociedad.
También debemos lamentar que no exista todavía una ley de partidos políticos, que la reforma de la Policía Nacional siga siendo apenas un mero formalismo y que la seguridad ciudadana sea el más preocupante de los temas nacionales, sin que las respuestas vayan a tono con el nivel de preocupación. El Código Penal ha sido un dolor de cabeza para la sociedad dominicana, y no ha sido posible su actualización por la insistencia de senadores y diputados en no escuchar el reclamo de la sociedad, incluyendo al Poder Ejecutivo, en el sentido de que se tomen en cuenta tres eximentes en la interrupción voluntaria del embarazo. Está pendiente que el Congreso Nacional haga lo correcto, tal y como le fue sugerido por el presidente Danilo Medina en la última observación que hizo al Código Penal aprobado por el Congreso.
Las pruebas PISA se convirtieron en la prueba de que no hemos hecho bien nuestro trabajo en materia educativa. Estas pruebas nos dejaron claro que estamos en el último lugar en calidad de los estudiantes de educación media, y que a partir de ahora solo nos queda comenzar a subir en ese importante ranking mundial de la calidad educativa. Ya EDUCA nos había entregado su informe sobre la calidad del gasto en educación y puso en evidencia lo mal empleado que está siendo el 4% del PIB en materia educativa. Solo nos queda mejorar.
Y en materia de corrupción terminamos el año con la revelación de Odebrecht sobre los 92 millones de dólares entregados en 13 años de operaciones en el país a intermediarios y funcionarios, como coimas. Y ya vimos que el caso de las coimas pagadas por la empresa brasileña Embraer no han sido investigadas y pareciera que se ha apostado al olvido.
Si a ello vinculamos noticias internacionales como la muerte de Fidel Castro en noviembre, la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, el sometimiento judicial de los ex presidentes de Panamá, Ricardo Martinelli, y de Argentina, Cristina Fernández, por irregularidades, pues habría que suponer que este año ha sido horrible. Agregue a ese consomé el triunfo del Brasit en Reino Unido y la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos: No podría ser peor.
De modo que digamos con cierta alegría adiós 2016, que bueno que te despedimos.