Desde el 4 de marzo, el nombre de la magistrada Miriam German Brito, no cesa de aparecer en la prensa, la última aparición fue en el periódico El Nacional del miércoles 20 de marzo, en la parte baja de la mancheta, el titular “Citado en caso de Miriam era investigado aquí y en EU cuando se mató en 2018”, que envía a la página 4 del vespertino, donde se desarrolla una crónica bajo la firma de Silvio Cabrera, en la cual se dice que “el FBI pisaba talones citado en caso Miriam”.
¿Cuál caso contra Miriam? En ese titular hay un juicio de valor que coloca a Miriam German Brito en el papel de imputada de infracciones a la ley penal y a la ética jurisdiccional que debe guardar.
Todo medio tiene derecho a publicar las informaciones que desee, sobre todo si son redituables, y tiene que proteger las fuentes que le proporcionan los insumos para la noticia. Eso es libertad de expresión
Ahora bien, no hay que ser científico de la NASA, ni ganador del premio Nobel, para sospechar de la procedencia de esa documentación.
La acción de suministrar informaciones a la prensa, es una manera de burlar las posibilidades de que la documentación incriminatoria, que de manera subrepticia, cubierta con el anonimato y entregada a la comisión de depuración del Consejo Nacional de la Magistratura, sea declarada inadmisible por ilegal. Si por la vía legal no se consiguen los propósitos perseguidos, entonces se procede a una acción de acoso y derribo.
Es una acción de acoso y derribo, de destrucción total de una persona a la que la población en general tiene en buena estima, no solo para que esa buena estima ganada durante años, desaparezca, sino para que se convierta en un ser despreciable a los ojos de toda la sociedad; es una condena al ostracismo.
Ahora, todos se hacen cruces porque entre las relaciones de amistad de una juez, aparezca un presunto imputado de acciones dolosas contra el patrimonio nacional, o porque otro con quien tuvo relaciones comerciales finalmente se haga de público conocimiento que tenía cuentas con la justicia y que los servicios de seguridad tenían conocimiento de todo ello.
Yo no sé si todo el mundo somete a sus posibles amistades a un test de honradez o como se dice ahora al “cumplimiento de las buenas practicas” éticas, estéticas y morales. ¿Hay que exigirle a los jueces que los apliquen a sus amigos y relacionados?
Los jueces no son distintos a los demás ciudadanos de un país, tienen sus mismos vicios y virtudes, pero están sometidos a mayores constreñimientos que los particulares, decía un profesor brasileño que vino al país cuando se estaba implementando la Escuela Nacional de la Judicatura, que lo explicó de manera muy gráfica señalando los vicios y las virtudes.
¿Quién ha dicho que un juez no puede hacer vida social? ¿Quién ha dicho que no puede tener amigos? Claro que puede, pero entre los constreñimientos a esa vida social está la discreción de no ser fotografiado, en cada oportunidad que sale en la prensa, con un vaso de una bebida espirituosa o que lo aparente. No puede tener una vida disoluta o desordenada.
Que tenga bien claro cada vez que es apoderado de un expediente, si en el mismo, hay personas, con las cuales ha departido social o personalmente, en fin, si en ese caso, concurren en él las causas de recusación establecidas en el Código de Procedimiento Civil, para inhibirse y resguardar su honor personal y profesional.
Igual que con los documentos entregados sin previo conocimiento del Consejo ni de la magistrada evaluada; y los depositados después de la inhibición, por tanto inadmisibles, el Consejo o más bien la comisión de evaluación no puede tomar conocimiento de esa publicación; solo puede evaluar en base a los documentos que válidamente le fueron depositados.
Todavía viene a mi memoria, la declaración del Juez Osvaldo B. Soto, que conoció el juicio de los que asesinaron a las hermanas Mirabal y a Rufino Cruz, cuestionado por los periodistas por las declaraciones de culpabilidad que algunos de los matones dieron a la prensa, de si eso le ponía fin al juicio, contestó: “ellos no han declarado en mi tribunal, no tengo conocimiento de lo dicho por ellos.”