La entrada al año 2012 nos llena de regocijo. Siempre ocurre lo mismo: la llegada del año nuevo es motivo de alegría y de esperanzas. Nunca como al inicio de cada año hay tantas buenas voluntades en marcha. Y no se trata de la consabida frasecita de felicitación con la que todos nos saludamos al llegar a los lugares de trabajo o cuando respondemos las primeras llamadas telefónicas que recibimos.
Se trata de la disposición de todos, al iniciar nuevo año, nuevo presupuesto, nuevos planes, para tratar de hacer las cosas de la mejor manera. Cuando inicia el año nos abrimos y decimos, en familia o en los círculos de amigos, los planes para el nuevo año. Las metas que deseamos alcanzar.
Lo mismo ocurre con las empresas. Claro, que las empresas hacen planes y los mismos se afianzan con el seguimiento que a esos propósitos realizan los responsables de conducir las empresas. Se asignan los fondos, se conocen las responsabilidades de cada quien. Y así se empujan las metas para el nuevo año.
Lo propio ocurre con el Estado. El presupuesto nacional es la mejor forma de medir las intenciones. Lo que tiene fondo asignado se ejecuta, y los funcionarios del gobierno tratan de que las cosas marchen bien. Independientemente de los discursos, lo que no tiene fondo en el presupuesto no se ejecuta, ni se programa, ni se evalúa. Sencillamente se dice que no hubo ejecución por falta de recursos. Y no hay debates, ni reclamos.
El inicio del nuevo año es también motivo de enmiendas. Con mucha apertura, más que lo habitual, nos disponemos a mejorar nuestro modo de ser, de actuar y de responder a las adversidades. Reconocemos que siempre es posible hacer las cosas mejor. Y decimos que dejaremos la rutina y comenzaremos una nueva vida, una actuación diferente, siempre en procura de mejorar, de enmendar nuestra conducta. Hay quienes lograr esa meta y son mejores personas, mejores ciudadanos, mejores trabajadores, mejores esposos, mejores hijos.
Y hay políticos que siempre repiten las promesas de redención, de mejorar, de convertir este en el mejor país del mundo, y todo el mundo sabe que no hay sinceridad, y que si son sinceros en entorno donde se encuentran esos líderes les impide, en caso de llegar al poder, hacer lo que con tanto énfasis han dicho que harán.
Por eso, es bueno que al iniciar el nuevo año, y tomando en cuenta que el 2012 es un año electoral y político, veamos con tranquilidad los propósitos de enmienda de los líderes políticos, su promesa de cambio, de redención y los planes que tienen para tratar de hacerlo mejor en beneficio del pueblo dominicano.
La educación, el costo de la vida, la apertura de nuevos empleos, la racionalidad en el gasto público, el rechazo del clientelismo, la reducción de la pobreza, la reducción de las inequidades, la mejora de los servicios públicos, cortar el boato, el despilfarro con los fondos públicos, el nepotismo, son propósitos que podríamos hacernos para el 2012.
Hacernos más conscientes de que la sociedad dominicana ha sido pobremente administrada, porque los funcionarios se creen reyes y gastan como jeques cuando sirven a un pueblo hambriento. Países ricos tienen más cautela, son más cautos y rinden cuentas de los gastos de sus funcionarios. Lo hemos visto en Inglaterra, en España, en Estados Unidos, donde sería impensable que los funcionarios manejaran el presupuesto de las instituciones públicas como se maneja en República Dominicana.
Son solo deseos para el 2012, por los que estamos dispuestos a trabajar, haciendo propósito de enmienda y procurando servir, en lo que hacemos, de la forma más eficiente y transparente posible. Nuestra bienvenida al año de las elecciones presidenciales.