NUEVA YORK, Estados Unidos (Ana B. Nieto/EDLP).- La protesta de los trabajadores de comida rápida, que comenzó en noviembre de 2012 en esta ciudad, se ha extendido por todo el país, atrayendo incluso a trabajadores de bajos sueldos de otros sectores, como los lavacoches.

Su demanda es doble: el derecho a unirse a un sindicato sin sufrir represalias por ello, y cobrar $15 la hora.

Esta cantidad deja  muy corto de ambiciones el actual debate en Washington sobre la subida a $10.10 del salario mínimo, que a nivel federal se mantiene en $7.25 desde julio de 2009. Los manifestantes reclaman un salario que los coloque por encima del umbral de la pobreza, porque la mayoría cobra más que el mínimo y, aún así, son oficialmente pobres o están cerca de serlo. Son los llamados working poor–trabajadores, pero aún así, pobres.

Según el grupo de estudios Demos, el salario promedio a nivel nacional de los  trabajadores de comida rápida es de  $9.09 la hora, más que el mínimo fijado por Washington. Eso deja a un trabajador a tiempo completo (40 horas semanales durante todo el año) con una paga anual de $18,907. Esta cifra está por debajo del umbral de la pobreza para una familia de cuatro personas y, apenas, $131 por encima de la misma línea que separa de la pobreza oficial a las familias con tres miembros.

Muchos de los que ayer tomaron las calles no llegan a trabajar 40 horas semanales, y sus horarios son tan erráticos que apenas pueden asegurar un segundo empleo.

Otros trabajadores de bajos sueldos, como los dependientes en gasolineras, tiendas de ropa, delis y camareros en cafeterías cobran apenas 1 o 2 dólares más que los de comidas rápida, según Demos.

Para una familia de cuatro personas, el umbral de la pobreza es $23.656. Un empleado de tienda que trabaje 40 horas a la semana, las 52 semanas del año, con un salario promedio de $11.20 la hora, gana menos que eso.

Si los trabajadores peor pagados, los de las cadenas de comida rápida, cobran más que el mínimo federal es porque en muchos estados se ha elevado el salario mínimo, independientemente de Washington. De hecho, apenas 3.3 millones de trabajadores (el 4.3% del total de los que trabajan por horas) trabajan por dicho mínimo. La mitad son menores de 25 años.

Un total de 13 estados ha subido esta paga entre ellos Nueva York, California y, recientemente, Vermont, que lo dejará en $10.50 de forma gradual. Otros cuatro más lo podrían hacer tras las elecciones de noviembre porque lo han incluido entre las cuestiones a votar y varias ciudades, entre ellas Chicago y Seattle han subido esta paga a $13 y $15 la hora, respectivamente.

La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), un órgano no político, dijo este año que una subida del salario mínimo a $10.10 sacaría a casi un millón de personas de la pobreza en la primera economía del mundo, pero crearía medio millón de desempleados más.

Es un equilibrio que las pequeñas empresas, las más vulnerables en sus márgenes de ganancias, ya están gestionando en estados y ciudades que se acercan a las demandas de ayer.