SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Alrededor de 30 mil tareas potencialmente fértiles yacen en el Valle de Neyba (Provincia Bahoruco) a la espera de que el Estado acuda en apoyo de la producción de uvas, un mercado que envuelve a más de 250 agricultores y una cosecha anual de 46 mil quintales.
Viticultores y comerciantes de esta región sureña, agrupados en el Clúster de la Uva, señalan a la falta de mercado, capacitación y apoyo estatal como las mayores trabas para el eventual desarrollo del sector, algo que sería factible mediante el procesamiento industrial de la fruta.
Orlando Medina, presidente de la entidad, explicó que la uva criolla viene perdiendo mercado año tras año, debido en gran medida al raudo crecimiento de las importaciones, a raíz de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica (DR-CAFTA), en el 2004.
A partir de ese año, la importación de la variedad norteamericana “red globe”, que antes circulaba únicamente en diciembre, pasó de un volumen anual valorado en US$7 millones, a US$59 millones en la actualidad.
“Nuestro principal problema es la falta de mercado, de comercialización, de expansión, porque somos pequeños productores y necesitamos un apoyo en áreas puntuales; en investigación, capacitación, en fin, un trabajo a nivel de campo que no se ha hecho”, sostuvo Medina.
Los viticultores aseguran que el Instituto Nacional de la Uva (Inuva), un organismo del Ministerio de Agricultura, no ejerce su rol de “ofrecer asesoría y asistencia técnica a los vitivinicultores en materia de cultivo, procesamiento, industrialización y comercialización de las uvas y sus productos derivados” en aras del desarrollo del sector.
Declive productivo.
Según los datos del Clúster, en la provincia Bahoruco el cultivo local de uvas se circunscribe hoy a 2,300 tareas, de unas 6,000 que había en la década de los 90, al tiempo que la cantidad de productores bajó de más de 450 a 250, debido a los altos costos de producción y la falta de perspectivas de mercado.
Medina refiere que una infraestructura clave para la comercialización es la bodega experimental Plaza Cacique, actualmente subutilizada, donde pueden producirse masivamente vinos, mermeladas y jugos para el mercado nacional, mediante el procesamiento de la uva Aramont Criolla, entre otras variedades de calidad probada.
En estos momentos la instalación es gestionada por la Dirección Nacional de Desarrollo Fronterizo, con participación del Inuva, pero los directivos del Clúster plantean que a su administración sean incorporados representantes de los productores de Neyba y Galván, y de la Cooperativa de Vitivinicultores de la zona.
Explica que la planta, una donación de la Confederación de Cooperativas de Italia, opera desde el 2004 como una bodega experimental, subutilizada, que precisa de una inversión de RD$23 millones de pesos. Actualmente tiene una producción de 70 mil botellas de vino, que compra el Estado a través del Plan Social de la Presidencia.
“El vino que elaboramos ahora mismo es de la variedad criolla, para lo cual utilizamos la que llamamos de primera, y la otra se comercializa como fruta fresca, pero el problema es que solo estamos procesando alrededor del 10 por ciento de la producción, una buena parte de manera artesanal”, indicó Medina durante una visita a la redacción de Acento.com.do, junto a otros directivos del Clúster de la Uva.
Con miras a mejorar la calidad de la materia prima, capacitar a los viticultores y acceder a nuevos mercados se lleva a cabo desde el año pasado el proyecto “Mejora de la Competitividad de la Cadena de Valor de la Uva”, bajo los auspicios del Consejo Nacional de Competitividad (CNC) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El presidente del Clúster de la Uva puntualizó que Neyba tiene condiciones climáticas “excepcionales”, óptimas para desarrollar dos cosechas o vendimias al año, así como alrededor de 30 mil tareas de probada vocación productiva. Un potencial que sigue a la espera de la prometida ayuda del Estado.