REDACCIÓN.-Semanas antes de los ataques en los que murieron 129 personas en París, aviones estadounidenses continuaron los ataques sobre Siria e Irak, dirigidos de nuevo a la infraestructura de los campos de petróleo que alimentan -y financian- al Estado Islámico (EI), uno de los ejércitos terroristas más ricos que el mundo haya conocido.
Estos ataques aéreos se lanzaron no porque los funcionarios estadounidenses fueran profetas. Vinieron después de que la administración de Obama encontrara y estableciera un cálculo erróneo colosal. Los servicios de inteligencia estadounidenses habían sobreestimado groseramente el daño infligido durante los ataques aéreos al aparato producción de petróleo de los militantes islamistas el año anterior, mientras que subestimaron los ingresos petroleros del Estado Islámico en US$400 millones, dicen los autores Cam Simpson y Matthew Philips en un artículo publicado por Bloomberg y Business Week la semana pasada.
De acuerdo con funcionarios del Departamento del Tesoro de Estados Unidos y datos publicados a raíz del caos de París, el grupo terrorista realmente está extrayendo US$500 millones al año del petróleo. Y lo que es más, apenas un par de horas antes del primer estallido terrorista suicida del Estado Islámico inmolado fuera del Estadio de Francia el 13 de noviembre, el coronel Steve Warren del Ejército de EE.UU. admitió en una rueda de prensa que algunos ataques aéreos estadounidenses habían interrumpido las operaciones petroleras del EI no más de un día o dos.
El gobierno de Obama “entendió mal el problema [del petróleo] al principio, y luego arbitrariamente sobreestimó el impacto de lo que hicieron”, dice Benjamin Bahney, analista de política internacional en Rand Corp., un centro de análisis financiado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, donde colaboró en la conducción en 2010 del estudio de libros contables obtenidos y operaciones financieras del Estado Islámico. Dice él que el replanteo radical sobre los ingresos del petróleo vino después de que los funcionarios del Tesoro obtuvieron nueva información de inteligencia sobre las operaciones petroleras del Estado Islámico, similar a los libros que Rand había utilizado inicialmente para su análisis- después de un extraño asalto terrestre de las Fuerzas de Operaciones Especiales de EE.UU. en mayo.
Las fuerzas estadounidenses, que operan dentro del territorio del grupo terrorista en el este de Siria, localizaron y mataron a un “emir del petróleo” del Estado Islámico, conocido por el nombre de guerra árabe Abu Sayyaf, dijeron funcionarios del Pentágono entonces. (Funcionarios del Tesoro que se encargan de dirigir la guerra de la administración en el frente de las finanzas del Estado Islámico, se negaron a comentar específicamente sobre si los libros contables de Abu Sayyaf se encontraban en la base de sus nuevas estimaciones, pero la agencia ha dicho que las cifras se extrapolaron de los ingresos petroleros del grupo militante en una sola región en un solo mes a principios de este año.)
Podría decirse que el recurso menos apreciado del Estado Islámico son sus granjas fértiles. Antes incluso de arrancar el motor del primer tractor, se cree que el grupo había acaparado tanto como US$200 millones en trigo de los silos iraquíes
No está claro cómo EE.UU. se equivocó de esa manera, dice Bahney, pero se sospecha que la última ronda de ataques aéreos están directamente relacionados con los nuevos cálculos de a administración. “Hay que ir tras el petróleo, y hay que hacerlo de una manera seria, y sólo hemos comenzado a hacerlo ahora”, dice. Sin embargo, incluso si EE.UU. logra finalmente debilitar los ingresos petroleros del grupo, Bahney y otros analistas en EE.UU., el Oriente Medio y Europa sostienen que el Estado Islámico cuenta con recursos aparte del crudo -mediante la venta de esclavas sexuales, el rescate de rehenes, y el aprovechamiento de tierras de cultivo- que pudieran, probablemente, mantenerlo luchando durante años. En cualquier caso, con US$500 millones se compra un montón de AK-47 por US$500 c/u en el mercado negro.
El Estado Islámico entró en el negocio del petróleo mucho antes de que concitara la atención del mundo mediante los bárbaros videos de decapitaciones en el verano de 2014. Se apoderó de los pasos sirios para sacar ganancias con el contrabando de petróleo. Y aprovechó una red que ha operado durante décadas, que data de por lo menos de los años 90, cuando Saddam Hussein evadió las sanciones mediante el contrabando de miles de millones de dólares en petróleo de Irak bajo el programa “Petróleo por Alimentos” de las Naciones Unidas.
El petróleo del grupo, a menudo refinado en Siria, se transporta en camiones cisterna a ciudades como Mosul para proporcionarles a las personas que viven bajo su estandarte negro el combustible para los generadores y otras necesidades básicas. También se usa para alimentar la maquinaria bélica. “Ellos tienen una cadena de suministro de combustible bastante organizada en funcionamiento en Irak y [por todo] el 'califato'", dice Michael Knights, un experto en Irak del Instituto Washington para la Política del Cercano Oriente, empleando el término (califato) con la carga religiosa que emplea el grupo militante para autodefinirse.
Debido a que EE.UU. aparentemente creía que el dinero real del Estado Islámico provenía principalmente de la venta de petróleo refinado, en lugar del crudo, los golpes aéreos del año pasado en gran medida se concentraron en las refinerías y depósitos de almacenamiento, dice Bahney. Él y otros expertos dicen que la estrategia desaprovechó un cambio importante: los militantes venden cada vez más crudo sin procesar a los camioneros y los intermediarios, en lugar de refinarlo ellos. Así, mientras que el Estado Islámico probablemente mantiene cierta capacidad de refinación, la mayor parte del petróleo en el territorio ocupado por el EI se refina por los locales que operan miles de hornos rudimentarios que salpican el desierto sirio.
Los funcionarios del Pentágono también reconocen que durante más de un año evitaron atacar a los camiones cisterna para limitar las bajas civiles. “Ninguno de estos chicos son del ISIS. No nos parece bien ‘vaporizarlos’, por lo cual hemos estado viendo cómo fluye el petróleo de ISIS durante todo un año”, dice Knights. Eso cambió el 16 de noviembre, cuando cuatro aviones de ataque de Estados Unidos y dos helicópteros de combate destruyeron 116 camiones de petróleo. Un portavoz del Pentágono dice que antes de atacarlos, EE.UU. dejó caer panfletos advirtiendo a los conductores que se dispersaran.
El ejército terrorista tiene diversos no petroleras activos que van desde rehenes a fértiles granjas y un superávit de caja de tamaño considerable
Además del petróleo, funcionarios estadounidenses creen que el califato tiene activos, incluyendo entre US$500 millones y US$1,000 millones, que se robaron de las sucursales bancarias iraquíes el año pasado; incalculables “cientos de millones” de dólares que los funcionarios estadounidenses dicen que extorsionan y le sacan como impuestos a las poblaciones bajo el control del grupo, decenas de millones de dólares más obtenidos mediante la venta de antigüedades, y los rescates pagados por la liberación de los secuestrados libres.
Los impuestos aportan dinero real. Un ejemplo: el Estado Islámico les permite a los policías, soldados y maestros en su territorio que “expíen” el “pecado” de haber trabajado bajo regímenes inapropiados desde el punto de vista de la religión, pero si pagan una cuota. El perdón viene en la forma de una tarjeta de identificación del arrepentimiento que puede costar hasta US$2,500, y para cuya renovación anual se requiere un adicional de US$200, según Aymenn Jawad al-Tami, miembro del Middle East Forum, que sigue de cerca el grupo.
Podría decirse que el recurso menos apreciado del Estado Islámico son sus granjas fértiles. Antes incluso de arrancar el motor del primer tractor, se cree que el grupo había acaparado tanto como US$200 millones en trigo de los silos iraquíes. Más allá de los granos cosechados, la superficie ahora controlada por los militantes en los valles de los ríos Tigris y Éufrates ha producido históricamente la mitad de la cosecha de trigo anual de Siria, cerca de un tercio de la de Irak, y casi el 40% de la cebada iraquí, según las autoridades agrícolas de la ONU y un economista sirio. Sus campos podrían producir US$200 millones por año si se venden los cultivos, incluso a las tasas recortadas que se pagan en el mercado negro. ¿Y cómo se pueden ejecutar ataques los aéreos en los campos de cultivo?
Por su parte, Bahney sostiene que la fortaleza financiera real del grupo es su fanática disciplina en el gasto. Rand estima el gasto más grande e importante en el presupuesto del Estado Islámico es la línea de salario para los hasta 100,000 combatientes. Pero los ingresos del petróleo por sí solos probablemente podrían pagar esos sueldos casi más de dos veces más, dice Bahney. También cree que han estado funcionando con un superávit.
Bahney dice también que si EE.UU. y sus aliados se proponen disminuir la amenaza del Estado Islámico, tienen que reconocer que anular el petróleo, si bien constituye un elemento crítico, no es suficiente. “Han construido hasta un poco de flujo de caja en exceso en el último año”, advierte. “Así que podrían mantener esto en marcha por algún tiempo”.
—Con los aportes de Donna Abu-Nasr en Beirut y Larry Liebert en Washington
Fuente: Bloomberg