(Nassim José Alemany/Socio de Economía de Deloitte) Si bien es cierto que la adopción de tecnologías digitales permite incrementar la productividad, promover el desarrollo y reducir la desigualdad, en el corto plazo el mercado laboral tiende a sufrir choques negativos a raíz de esos cambios tecnológicos.
El Banco Mundial, en su Informe sobre el desarrollo mundial 2016, analiza los efectos de la tecnología en el desarrollo de los países, enfocado en lo que considera los dividendos digitales: el crecimiento, el empleo y los servicios.
La tendencia que se observa es que la proporción de los empleos destinados a ocupaciones de alta calificación va en aumento, al igual que en las ocupaciones poco calificadas. En cambio, el porcentaje de empleo en ocupaciones de capacitación media disminuye en la mayoría de los países en desarrollo. Esto ocurre porque se desarrollan cada vez más tecnologías que permiten que las máquinas puedan realizar tareas rutinarias con mayor rapidez y a un menor costo. Y en el futuro, muchas de las actividades que hoy día se consideran no rutinarias, podrían ser ejecutadas por robots y computadoras.
Como se observa en el gráfico, cerca de dos terceras partes de los empleos podrían automatizarse en los países en desarrollo. En algunos países la lentitud en la adopción de las tecnologías mitiga una parte de este efecto.
En República Dominicana se estima que cerca de un 62% de los empleos actuales son automatizables, pero este porcentaje cae a 45% cuando se toma en cuenta el nivel de salarios y tecnologías actuales, y el tiempo que tomaría en adaptarlas.
Para maximizar los dividendos digitales el organismo sugiere la universalización del internet como una prioridad global, acompañado de “fundamentos análogos” en términos de una regulación que promueva la iniciativa privada, habilidades de los trabajadores para aprovechar la digitalización, e instituciones que usen el internet para empoderar a sus ciudadanos.