SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El empresario José Luis Corripio Estrada (Pepín) reveló que su  padre, Manuel Corripio, emigró desde España a la República Dominicana huyendo de la pobreza, y que vino en un barco de tercera clase “porque no había de cuarta”.

Al mismo tiempo, el magnate de la industria, el comercio y los medios de comunicación afirma que “el periódico objetivo es una falacia, porque tendría que editarse con las páginas en blanco”. No obstante, sostiene que sus periódicos sí son independientes.

Sostiene que no recibe ni acepta presiones de los políticos porque no les debe favores.

En una entrevista a la periodista Natalia Vaquero, de la agencia Epipress, el empresario es definido como el hombre más rico de la República Dominicana y como el Murdoch de las Antillas.

Entre otros temas se refiere a la actual crisis de la industria de los periódicos impresos. Revela que el Grupo Corripio ya cuenta con 12 mil empleados. Insiste en la necesidad de ser austero, de disciplinar a los hijos y de trabajar sin cansancio.

"Fui hijo único y pude haber sido un botarate pero no se me dio esa oportunidad porque me obligaron a estudiar y a trabajar. Mis padres me enseñaron que las cosas no valen lo que cuestan, sino el trabajo que da conseguirlas"

A continuación la entrevista, que ha sido publicada por varios periódicos de España y en blogs y páginas web:

El hombre más rico de la República Dominicana, de origen español.

José Luis -Pepín- Corripio: ´No hemos sabido administrar con prudencia todo lo logrado durante la época de bonanza´

"A los seis años ya era capaz de respirar el ambiente de miedo que se instauró con la dictadura de Trujillo"

Natalia Vaquero (Epipress) Santo Domingo (8 de diciembre de 2013)

SANTO DOMINGO, República Dominicana.-La austeridad ha marcado la vida de José Luis Corripio Estrada, Pepín, Corripio, (Villaviciosa, Asturias,1934), el magnate de los medios de comunicación de la República Dominicana que imparte conferencias por todo el mundo sobre la crisis que dio al traste con un modelo económico basado, según relata, en el despilfarro.

"Es mucho más difícil administrarse con prudencia en épocas de bonanza que en periodos de penuria", reflexiona el Murdoch de las Antillas, un hombre, hijo único, que convirtió en todo un imperio el pequeño negocio de alimentación que fundó su padre en Santo Domingo durante la década de 1920 para huir de la pobreza de España.

El grupo Corripio gestiona ahora desde empresas de la construcción hasta fábricas de pinturas. Sin embargo, la joya de la corona de este emporio son tres periódicos nacionales, tres cadenas de televisión y dos emisoras de radio que hacen que Corripio, además de inmensamente rico, sea uno de los hombres más poderosos del Caribe.

Pepín y su esposa, Ana María Alonso, mantienen la nacionalidad española y una fabulosa finca en Asturias. Sin embargo, tienen muy claro que su última morada será un panteón familiar en la isla que Cristóbal Colón bautizó como La Española en 1492. La charla en exclusiva con Epipress se produce en un austero despacho de la capital dominicana. Antes de sentarse, Pepín Corripio bebe un vaso de agua con sal.

-¿Un vaso de agua con sal?

-Es lo que tomo siempre que me siento afónico después de correr.

-¿Corre usted con casi 80 años a cuestas?

-Entre 10 y 12 kilómetros diarios al trote desde 1965.

-¿Qué ocurrió en esa fecha para que se pusiese a correr?

-Fue el año de la Revolución de abril. No había mucho que hacer porque el conflicto civil paralizó la actividad económica de la isla. Tenía mucho tiempo libre y decidí llenarlo con ejercicio. Desde ese momento mejoró mi ánimo y la actividad física se ha convertido ya en una necesidad. Cuando empecé a correr la gente pensaba que estaba loco.

-¿Fue también una locura el viaje que hizo su padre con tan sólo 13 años desde España a la República Dominicana?

-No, eso fue por necesidad. Mi padre emigró en 1921, en barco y en tercera clase porque no había cuarta. Se vino a la República Dominicana con la pobreza a cuestas y a trabajar con otros asturianos. Cuatro años más tarde ya había ahorrado 3.000 dólares con los que montó un negocio de comestibles. En España, en aquella época, emigrar era la solución para combatir la pobreza.

-Ahora también son muchos los españoles que emigran.

-Es otro tipo de emigración. La crisis de hoy en día es una crisis de abundancia. En 1921 era pobreza.

-¿Una crisis de abundancia?

-No supimos administrar lo logrado durante la época de bonanza. Si hubiésemos leído el primer libro de economía de la historia hubiésemos evitado esta crisis.

-¿Qué libro es ese?

-Es el pasaje de los siete años de las vacas gordas y siete años de las vacas flacas del Antiguo Testamento. Es mucho más difícil administrarse con prudencia y austeridad en épocas de bonanza que en periodos de penuria. La pobreza te impone esa austeridad y la abundancia te lo deja como opción.

-A usted no le va nada mal, ¿es un hombre austero a pesar de su riqueza?

José Luis Corripio Estrada/Foto Epipress-No necesito lujos aunque vivo con más comodidades de las que nunca pensé tener. Vivo mejor de lo que vivía en la época de mi infancia, cuando bordeaba la pobreza, pero cada vez soy más prudente al administrar el dinero y, por ejemplo, llevo con el mismo coche desde hace más de 10 años.

-¡Pero si usted es el hombre más rico de la República Dominicana!

-No se crea todo lo que dicen de mí los periódicos, incluso si lo dicen los periódicos que son míos. En mi familia hemos establecido una tesis: la de la pobreza artificialmente inducida. Siempre limitamos nuestros gastos y nuestro derroche.

-La austeridad puede rayar con la tacañería.

-¡No, no! Yo sólo hago con mis cuatro hijos lo mismo que hicieron mis padres conmigo. Fui hijo único y pude haber sido un botarate pero no se me dio esa oportunidad porque me obligaron a estudiar y a trabajar. Mis padres me enseñaron que las cosas no valen lo que cuestan, sino el trabajo que da conseguirlas con el esfuerzo. Yo no tuve mi primer aire acondicionado hasta que cumplí los 28 años.

-Y supongo que porque usted comenzó a venderlos.

-Efectivamente. Si no, ¡Dios sabe cuándo me hubiese permitido el lujo de instalar uno en casa!

-¿Es usted un hombre muy religioso?

-Soy religioso sin fanatismos. Lo que siempre he hecho es tratar de predicar con el ejemplo y educar a mis hijos en los valores del estudio y del trabajo. Pienso además que en esa educación tiene que existir un mínimo de coerción para que dé resultado.

-¿Un cachetón a tiempo?

-Pues sí. Un mínimo de coerción es indispensable siempre y cuando la coerción sea por el bien del coercionado y para no criar analfabetos ni haraganes.

-¿Aplica usted medidas de coerción entre sus empleados?

-En la empresa cuenta más la habilidad del administrador para elegir a las personas de su equipo. Un buen vendedor no tiene por qué ser un buen cobrador.

-¿Es usted más vendedor o cobrador?

-Las dos cosas, aunque cada vez soy más psicólogo para entender a las 12.000 personas que trabajan en el grupo Corripio.

-¿Qué es más importante para el éxito empresarial: la formación intelectual o el olfato innato para hacer negocio?

-Todo es importante: la educación, el olfato, la persistencia y el trabajo. Sin embargo, se logra más con trabajo y persistencia que con solo formación intelectual. Muchos analfabetos, incluso gente como mi padre, triunfaron sin una formación intelectual, por necesidad, y otros muy preparados fracasaron en su intento de tener éxito.

-¿Cree usted en la suerte?

-A la suerte hay que ayudarla. Nuestra empresa lleva más de 96 años en la República Dominicana. Hemos crecido al tiempo que crecía el país y sin temor a las muchas crisis que hemos vivido, desde la ocupación americana hasta la dictadura de Trujillo y otras situaciones de inestabilidad.

-¿Qué recuerdos guarda de esa época de Trujillo?

-Fue una dictadura férrea que duró 31 años. Empezó en 1930 y yo nací en 1934, pero a los seis años ya era capaz de respirar el ambiente de miedo que se instauró. Recuerdo lo extremadamente prudente e inteligente que fue mi padre en esa época.

-¿Qué hizo su padre?

-No ser ni trujillista, ni antitrujillista. Trabajaba 14 horas al día los siete días de la semana, así que no tenía tiempo para que le acusasen de actividades políticas. Había mucho miedo, pero mi padre nunca trató de acercarse al poder político en busca de ventajas. Esa es otra de las lecciones que recibí de mi padre y que llevo a rajatabla.

-Pero serán muchos los políticos que se le acerquen atraídos por sus periódicos, radios y televisiones.

-Mis periódicos tienen tal independencia que no parecen del mismo propietario. También creo que el periódico objetivo es una falacia porque tendría que editarse con las páginas en blanco, pero no recibo ni acepto presiones de los políticos porque no tengo que pagar favores a ninguno de ellos. Llevo con esta filosofía desde 1973, cuando inicié mi aventura como editor.

-¿Cómo lleva esa aventura editorial en una época de crisis como la actual?

-Asistimos a una revolución que hará que los periódicos de papel subsistan, pero el crecimiento no estará ahí. Nosotros estamos integrando las televisiones con los periódicos y tratando de que el periódico digital crezca. La revolución es tan grande que de mis tres periódicos, el único que ahora genera beneficios es El Día, que es el gratuito. Listín Diario, del que soy el principal accionista, tampoco va mal porque tiene 123 años y aún tiene lectores muy leales. Esta revolución electrónica y tecnológica a la que nos enfrentamos no se dará en todos los países al mismo tiempo. En la República Dominicana funciona la distribución del diario gratuito porque de 10 millones de habitantes que tiene, ocho millones no pueden suscribirse a un digital. Hasta que la economía del país mejore, nosotros apostamos por una mejor distribución de nuestro gratuito.

-Le noto muy optimista ante esta crisis. Señor Corripio, ¿cuál ha sido la clave de su éxito empresarial?

-No conozco otra fórmula que no sea el esfuerzo. Hemos trabajado a tiempo completo todos los días del año y con una teoría sobre el capital muy particular.

-¿Cuál es esa teoría?

-Pues que hay que tener muy claro que el capital es la parte no gastada de lo que has ganado.