Felivia Mejía/Forbes República Dominicana

SAN FRANCISCO DE MACORÍS, República Dominicana.-Por poco nos quedamos sin entrevista y sin vivir la encantadora experiencia de dejarse contagiar de la pasión que don Héctor José Rizek Llabaly transmite por el cultivo del cacao.

Esa mañana que don Héctor había reservado para recibir al equipo Forbes, se le presentó un par de imprevistos que amenazaron con posponer su reunión con nosotros. “Creo que lo mejor es que lo dejemos para otra ocasión”, nos dijo. Pero estuvimos dispuestos a esperar el tiempo necesario y a acompañarlo durante parte de su jornada de ese día, mientras que don Héctor muy amablemente aceptó la propuesta.

A sus 83 años sorprende e inspira la agilidad con la que se desenvuelve, su lucidez, buen ánimo y la apretada agenda que cumple diariamente. “Estoy en muchas cosas… soy miembro titular de la Junta Monetaria desde 1991,  soy fundador y presidente de la Universidad Católica Nordestana  y miembro del Club Rotario”, comenta orgulloso, al enumerar algunas de las instituciones en las que participa.

La función que más satisfacción le proporciona es presidir Nazario Rizek, sas, dedicada a la producción y exportación del mejor cacao del mundo. Y no es un título antojadizo, se lo ha ganado por varios años consecutivos, después de ser evaluado por organismos calificados.

Tras más de un siglo de trabajo, el cacao Rizek se ha convertido en un producto de reconocida calidad internacional, que suple a los más importantes chocolateros del mundo y representa cerca del 30% de la producción total de cacao orgánico del país.

“En el campo, nuestro enfoque se concreta en la selección y reproducción de las mejores variedades genéticas existentes en la República Dominicana.  Hoy, los clones denominados Rizek, presentados oficialmente a la comunidad científica, están considerados entre los mejores materiales genéticos de la bien valorada región centroamericana y del Caribe”, explica don Héctor.
“En el campo, nuestro enfoque se concreta en la selección y reproducción de las mejores variedades genéticas existentes en la República Dominicana. Hoy, los clones denominados Rizek, presentados oficialmente a la comunidad científica, están considerados entre los mejores materiales genéticos de la bien valorada región centroamericana y del Caribe”, explica don Héctor.

Se acerca el mediodía. Luego de resolver unos pendientes en su oficina, en San Francisco de Macorís, su ciudad natal, don Héctor nos lleva a su residencia para continuar nuestra charla y posar para nuestros fotógrafos.

Cuenta que sus abuelos llegaron al país en 1895, procedentes de Palestina y Nazaret. En 1905, su padre, Nazario Rizek Rizek, les siguió los pasos, estableciéndose en San Francisco de Macorís junto a su esposa, Badía Llabaly, también de origen palestino. “Mi papá continuó el negocio del cacao que había iniciado mi abuelo. Tuvo la visión de que era un fruto de mucha importancia. Fue muy duro para mi papá porque era muy difícil la época de Trujillo”, cuenta con voz pausada.

A la edad de 14 años don Héctor empieza a trabajar en las fincas de su familia. “Me siento satisfecho, orgulloso, tanto de mis padres como de mis abuelos. En el campo empresarial arrancamos con pequeñas propiedades, porque la producción nacional era muy pequeña y el consumo era muy flojo. Pero realmente al cacao se le vieron ciertas características que auguraban que sería un éxito en el futuro”, expresa.

Calidad y competitividad son dos palabras clave en el lenguaje del presidente de Rizek Cacao

Deja sentir su admiración por sus antepasados. En la oficina tiene una docena de cuadros con imágenes de sus abuelos, sus padres y dos en los que se aprecian él y su esposa, Ela Sarah Sued, junto a sus cuatro hijos y nietos.  En la casa también abundan las fotos familiares.

Narra que a la edad de 18 años compró su primera finca, con dinero que ahorró del trabajo que había hecho con su padre.

A finales de los años 40, dice que comenzó con una factoría de significativa capacidad y luego fue comprando propiedades y sembrando cacao.

Después que cae la dictadura trujillista, don Héctor incursiona en la exportación del fruto. Actualmente, exportan cacao de altísima calidad a la gran mayoría de países europeos y asiáticos, así como Estados Unidos. “El secreto del éxito está en la entrega, el amor, en tratar de cumplir y servirle a mucha gente. Tenemos vocación de servicio en toda dimensión”, afirma. El producto procesado y exportado proviene de 35 fincas propias, que tienen una producción aproximada de 2,500 toneladas métricas de cacao de alta calidad (fino y de aroma), explica.  Así como también unas 11,500 toneladas de la red formada por unos 8,000 pequeños productores, asociados a su Fundación para la Asistencia Social, la Recuperación y el Manejo Orgánico de Plantaciones de Cacao (fuparoca). Esa organización sin fines de lucro es auspiciada totalmente por Rizek Cacao como parte de su programa de responsabilidad social corporativa.

Me siento satisfecho, orgulloso, tanto de mis padres como de mis abuelos”

Durante más de 10 años fuparoca ha logrado rehabilitar y certificar más de 20,000 hectáreas de plantaciones cacaoteras, capacitando a los productores para que puedan lograr niveles óptimos de producción y el cumplimiento de los estándares de las certificaciones orgánicas, Rainforest Alliance, Fairtrade usa y utz.

En Rizek Cacao fomentan como vocación y cultura corporativa, la innovación y el desarrollo de nuevas e ingeniosas formas de hacer negocios.  La innovación por medio de la investigación científica y la especialización en la creación de productos, que son dos pilares fundamentales de su visión empresarial. “En el campo, nuestro enfoque se concreta en la selección y reproducción de las mejores variedades genéticas existentes en la República Dominicana.  Hoy, los clones denominados Rizek, presentados oficialmente a la comunidad científica, están considerados entre los mejores materiales genéticos de la bien valorada región centroamericana y del Caribe”, explica don Héctor.

En medio de la entrevista, un señor llega apresurado a la residencia y nos interrumpe porque necesitaba la firma de don Héctor para poder ejecutar una operación en la empresa.

La cotidianidad del señor Rizek es muy agitada. Su día empieza a las cinco de la mañana con ejercicio físico y no para hasta bien entrada la noche. Rizek Cacao emplea alrededor de 400 personas fijas. En tiempo de zafra el número aumenta a más de 1,000 trabajadores en las fincas.

El mediodía termina y don Héctor aun no almuerza. Nos separamos por unas horas porque él debe asistir a una actividad del Club Rotario, una entidad en la que lleva “54 años de asistencia perfecta” (comenta con seriedad).

Don Héctor terminó la carrera de Derecho en la que hoy conocemos como Universidad Autónoma de Santo Domingo, en 1956. Ejerció esa profesión por breve tiempo porque su objetivo primordial era convertirse en un gran empresario. “El derecho para mí ya no reviste ninguna importancia porque tengo demasiados compromisos”, apunta.

La joya de Rizek

Puntualmente, a las tres de la tarde, regresamos a la oficina de don Héctor. Un señor lleva mucho rato esperándolo para negociar la venta de un cacao. A pesar de que otras personas lo pueden atender, dice que prefiere “negociar directamente con el don para obtener un mejor precio”.

Don Héctor nos cuenta que le preocupa mucho la competitividad y que por eso se apura en pagar el cacao al mejor precio. En la pantalla de su computadora tiene abierta una página en la que ve en tiempo real el precio del cacao en distintas partes del mundo. Está atento a la actualidad del negocio, no cabe duda.

Mientras lo esperamos, sentados en su oficina, firma varios cheques: las copias con un corriente bolígrafo azul y los originales con una fina felpa de tinta negra, “porque con esta tinta está muy difícil que me falsifiquen”.

Habla con orgullo de sus hijos, licenciados en administración de empresas, dice. “Héctor José y Samir son vicepresidentes del Grupo. Mis dos hijas, Ela Sarah y Roxana, trabajan también en la empresa, están al frente de los chocolates Kah Kow. Y una de ellas tiene, además, un negocio de importación de ropa”, explica.

Doña Amantina, que ya no sabe cuántos años tiene trabajando con don Héctor, cree que más de cuatro décadas, le sirve café amargo, a las cinco de la tarde. Amargo, así también le gusta a don Héctor saborear el chocolate.

Él le pregunta por Mercedes, otra señora que también sirve café. Se nota la cercanía con la que trata a los empleados.

“Para mí el chocolate ha sido una sorpresa extraordinaria. Cada vez que voy a Europa u otra parte del mundo ha coincidido que en la habitación de hotel ponen chocolates. Cuando los veo que dice ‘chocolate producido en las propiedades de la familia Rizek’ me siento bien, porque sé que es un producto bueno”, comenta entre risas.

Tras el último sorbo de café, partimos a un recorrido por algunas plantaciones. Nos detenemos en su joya, la finca La Esmeralda, desde donde ha salido el cacao denominado Los Bejucos, galardonado por los Cocoa Awards, que reconocen la excelencia del cacao que se produce en todas partes del mundo.

Esa finca le encanta. Nos invita a que nos detengamos a mirar cómo las plantas de cacao están sembradas de manera alineada, entre surcos rectos y limpios. “Yo me enamoré del cacao”, confiesa.

“Es muy arriesgado sembrar en el campo dominicano porque no hay mucha protección para el productor agrícola”, agrega.

Le gusta mucho disfrutar el paisaje del campo, porque le inspira amor y respeto. Dice que observar los cultivos le relaja.

En esa finca tiene lugar “El sendero del cacao”, que es una excursión guiada que permite al visitante conocer desde la siembra del cacao hasta su transformación en chocolate.

Una planta extraordinaria

La próxima parada es en la planta procesadora que recientemente han inaugurado, única de esa magnitud en el mercado del cacao, asegura. Habla con orgullo de esa planta “inmensamente grande”, que tiene una extensión de 436 tareas. Allí llega una mazorca de cacao y sale un chocolate totalmente integrado. “Hemos invertido millones de pesos aquí”, afirma.  En enero tienen pensado iniciar una ampliación, con lo que la planta aumentará su capacidad para procesar 14,000 toneladas de cacao y sus derivados.

“Los importadores europeos, parisinos, alemanes, ingleses y de todas partes del mundo, cuando llegan aquí se tiran al suelo y dicen que quién iba a pensar que don Héctor Rizek iba a hacer una cosa tan importante”, comenta con una sonrisa.

En esa planta reciben el cacao “en baba” (fresco, acabado de picar) y lo despachan fermentado o como chocolate.

En esas instalaciones es donde producen su marca de chocolate gourmet, por su aroma y sabor, denominado Kah Kow, el cual no exportan, sino que comercializan en el país para que el dominicano descubra el gustillo de su galardonado cacao.

“Lo que nos distingue es nuestro cacao de calidad, además que se le da el tratamiento que el comprador quiera, eso marca la diferencia. Si el comprador dice que quiere unas especificaciones, así mismo se le trata”, especifica Rizek.

Nos sorprendió la noche entre cacao fermentado. Don Héctor mantiene la fresca sonrisa con la que nos recibió en la mañana. No luce fatigado y Víctor, su chofer, asegura que la jornada del día aun no termina. Pero el equipo Forbes ya se retira, satisfecho por la labor cumplida y por conocer un poco más acerca de la elaboración del sabor y el aroma del “mejor cacao del mundo”.

La nueva generación

En el centro, Héctor José Rizek y su esposa Ela Sued de Rizek, los acompañan Héctor José Rizek Sued, Bethania Rizek, Máximo M. Gómez, Ela Sara Rizek y Samir Rizek. La foto fue tomada durante un reconocimiento a don Héctor en julio de 2012.
En el centro, Héctor José Rizek y su esposa Ela Sued de Rizek, los acompañan Héctor José Rizek Sued, Bethania Rizek, Máximo M. Gómez, Ela Sara Rizek y Samir Rizek. La foto fue tomada durante un reconocimiento a don Héctor en julio de 2012.

La energía e innovadoras ideas de la reciente generación  de la familia Rizek impulsan el negocio. Los hijos del patriarca del hogar Rizek-Sued siguen el legado de su padre y hay nietos que desde ya se están integrando al trabajo, a pesar de su juventud. Héctor José Rizek Sued, el hijo mayor, y Samir Rizek Sued, desde sus funciones como vicepresidentes, se esfuerzan por hacer del cacao que produce su familia una marca país.

Por eso es que se refieren al “cacao dominicano”, porque el propósito no es reunir méritos personales, cuentan, sino elevar el nombre de República Dominicana en el mercado mundial del cacao.

Papá para nosotros es un norte, el mejor referente del mundo y el orgullo más grande”. Héctor José Rizek Sued

“Nuestra visión es promover la República Dominicana; dentro de eso, el nombre Rizek y dentro de Rizek, cacao de gran calidad, chocolate con mayor contenido de cacao y menos de azúcar”, puntualiza Samir.

¿Qué más esperan lograr, si ya producen un fruto exquisito?, pregunto. “Nos falta mucho por hacer todavía”, dice Héctor José y es el momento en el que se dibuja su más grande sonrisa.  “Para nosotros no existe el conformismo, no conocemos esa palabra. Tenemos que seguir hacia delante”, agrega.

Los hermanos apuntan que están concentrados en la regionalización. Quieren exportar a otros países el modelo de cultivo y procesamiento de Rizek Cacao.

Ya han dado el primer paso. En 2009, establecieron en Ecuador una empresa conjunta con los reconocidos chocolateros alemanes August Storck AG, denominada Ristokcacao SA, que reproduce esencialmente el modelo de negocios exitoso de Rizek Cacao.

Si hay que reconocerle algo a papá es su disciplina, su responsabilidad, su esfuerzo día a día, que no desmaya”. Samir Rizek Sued

“Esta es  una industria poco estudiada, una industria en pleno apogeo, porque al chocolate lo bautizaron como saludable y gourmet, dos condiciones muy buenas que puede tener un producto. Eso crea un futuro promisorio”, dice Héctor José.

Aparte de ser el mayor productor de cacao de calidad en el país, los Rizek están involucrados en diversas actividades empresariales.

Datos

República Dominicana se encuentra entre los únicos 15 países reconocidos por la Organización Mundial del Cacao como productor de cacao fino y de aroma.

Entre las marcas de chocolate basados en cacao Rizek están las francesas Michel Cluizel y Valrhona; Amano, de Estados Unidos; Harel, marca premium en Asia; y Unaflor, de Asia también.

Hincapié en la investigación

Don Rizek apunta que lideran la tendencia y la innovación en investigación, así como el desarrollo en las técnicas de fermentación, microbiología y secado.  Dice que hace solo unos años transformaron su esquema de negocios, al centralizar por completo sus operaciones de procesamiento.  “Pensamos que hemos logrado ser la empresa de cacao más integrada del mundo”, explica.

Indica que lograron conquistar una posición privilegiada en el mercado mundial, gracias a la decisión tomada en el año 2001 de invertir de manera sustancial en un nuevo sistema post-cosecha, en el cual la mecanización, la disciplina en los protocolos de producción  y el control de calidad juegan un rol primordial.

Son pioneros en certificaciones y en desarrollar el mercado auditable.  “Somos los primeros en ser certificados por UTZ; segundos solo por unos meses a los ecuatorianos en la certificación Rainforest.  Y, una vez más, los primeros en obtener la certificación Fairtrade USA en el país, entre otras”, apunta.

La entrevista en formato PDF:

Entrevista a don Héctor Rizek