Ni la cruenta sequía que diezmó en el último año el rendimiento de sus fincas. Ni siquiera la veda sanitaria que obstruyó hasta enero pasado el acceso a su principal y más potable nicho internacional, por la irrupción de la plaga Mosca del Mediterráneo.

Parece que nada detiene el arrojo empresarial de los aguacateros dominicanos, que van ahora tras la conquista de más mercado externo, con una novedosa apuesta entre manos.

Una oferta que -aseguran- tiene la calidad, el sabor y el prestigio precisos para seducir a millones de consumidores en los Estados Unidos y también de Europa. Su nombre: “Oro verde Cambita”.

Así se denomina la marca-país que ha registrado el Clúster del Aguacate Dominicano en Cambita, originalmente de cara al mercado europeo, para sortear el cerco comercial que significaba la prohibición del APHIS (Siglas en inglés del Servicio de Inspección de Sanidad Animal y Vegetal de Estados Unidos).

Con esta carta de presentación en su portafolios, un primer grupo de 100 productores se propone posicionar en países como Alemania, Inglaterra, Alemania y Noruega al cotizado aguacate “Cascara verde”, una variedad poco conocida en el Viejo Continente.

Se trata -explica Jose Rosa, presidente del Clúster- de un mercado muy prometedor, que paga incluso mejores precios que en Norteamérica, pero también más exigente en términos del cultivo y la inocuidad del fruto.

José Rosa, presidente del Clúster del Aguacate de la JAD.

“En un principio estábamos preparando los productores para el mercado norteamericano, pero a raíz de la prohibición nos inclinamos a trabajarlos para Europa, que nos ha abierto las puertas, pero hay que cumplir con las exigencias de ese mercado y ese es un trabajo arduo, donde el productor gasta un dinero”, dijo Rosa al periódico Acento.

Para acceder a los grandes centros de distribución y supermercados de Europa, los productores deben primero certificarse y pasar la prueba de una auditoría en sus plantaciones, por parte de técnicos extranjeros.

No sin antes agotar un proceso de capacitación para la correcta adecuación de las parcelas, manejo post-cosecha, entre otros componentes de las "buenas prácticas" agrícolas.

Una certificación clave para los suplidores -y para el consumidor europeo- es la GLOBAL GAP, que incluye aspectos medioambientales, de inocuidad alimentaria, trazabilidad, seguridad y salubridad laboral, así como de manejo integrado de plagas y cultivos.

Todo esto conlleva un gasto estimado en 300 mil pesos por parcela o finca, que los productores cubren en un 50%, con un aporte de unos RD$150,000 solo para la parte de consultoría. El resto se obtiene a través de un fondo para el fomento de la asociatividad productiva que administra el Consejo Nacional de Competitividad, con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El programa va dirigido sobre todo a pequeños agricultores, propietarios de pocas decenas de tareas, que no disponen de tantos recursos. “Por eso lo estamos haciendo agrupados a través del Clúster”, afirma el directivo de esta asociación adscrita a la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD).

Pero una parte esencial del proyecto consiste en registrar en los mercados internacionales la marca “Oro verde Cambita”, denominación de origen que ya fue patentizada localmente en la Oficina Nacional de Propiedad Industrial (Onapi).

Este proceso tiene un costo de unos 60 mil euros y Rosa estima que puede tomarse hasta dos años. “Ya tenemos los fondos. Ahora hay que registrarlo en los 28 países de la comunidad europea, y la certificación va a salir a nombre del Cluster”, detalla.

Alianza para el transporte

Un reto importante a superar es sin duda el transporte de la mercancía a destinos mucho más distantes que el estadounidense, tanto por el costo de los fletes como para la conservación de un fruto perecedero, como el aguacate.

“Por la distancia el transporte marítimo es muy riesgoso, un contenedor te dura 12 y 14 dias (para llegar), entonces como es un producto perecedero una parte puede madurar en ese intervalo; es mas económico pero de alto riesgo”. Por vía aérea, en cambio, es “seguro para que el fruto llegue verde, como debe llegar, pero sale muy costoso”, afirma el productor.

El Semil-34 o "cáscara verde" es la principal variedad exportable.

Ante esta disyuntiva, los miembros del Clúster han tocado las puertas de unos potenciales aliados estratégicos, que tienen la experiencia y una amplia logística de comercialización en el mercado europeo: los productores de banano orgánico.

José Rosa señala que esas empresas trasladan sus embarques desde el Puerto de Manzanillo a Inglaterra, por ejemplo, sin hacer escalas en otro país, lo que implica hasta tres días menos de viaje.

“Lo que se está buscando es que las empresas bananeras también lleven nuestro producto en los mismos buques, y ya hay conversaciones muy avanzadas para eso porque los mismos clientes que compran el banano están pidiendo aguacate dominicano certificado”.

Explica que los competidores del aguacate dominicano en Europa son suplidores de África, que comercializan la variedad Hass, por lo que será de vital importancia promocionar el Semil 34 o “Cascara verde”, que será una oferta novedosa.

“Entonces tenemos que hacer un trabajo de penetración, de darlo a conocer”, apunta Rosa.

“Cuando eso suceda y el consumidor europeo vea que hay un aguacate diferente, con buen sabor y que realmente cumple con una serie de condiciones, va a ir aumentando” la demanda allí del “oro” color verde de Cambita, zona de San Cristóbal que concentra el 40% de la producción y el 75% de las exportaciones del fruto.

En el 2014 las exportaciones de aguacate facturaron más de 22 millones de dólares (US$22,526,841 millones), el 78% en los Estados Unidos, según las cifras más recientes disponibles en el Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana (CEI-RD).

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