En diez años de aplicación del Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA), el sector que mejor ha aprovechado las facilidades del convenio es el agrícola-agroindustrial, que pasó de exportar hacia Norteamérica US$479 millones en el año 2005 a US$ 917 millones en el 2014.
El dato está registrado en el estudio “Evaluación del desempeño comercial y retos futuros en el DR-CAFTA a los 10 años de su firma”, realizado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) y dado a conocer este miércoles.
Ese incremento cercano al cien por ciento se registró a pesar de que el nivel de las exportaciones dominicanas hacia Estados Unidos permaneció estancado entre 2005 y 2014.
“La República Dominicana exportó US$4,477 millones a los Estados Unidos en el 2005. En el 2014 exportó US$4,461 millones, (que es) prácticamente lo mismo”, consigna el estudio, según nota de la Unidad de Comunicaciones del MEPyD.
En cambio, en este mismo período las exportaciones de confecciones textiles pasaron de US$1,921 millones a apenas US$851 millones y el resto de los productos industriales de US$2,077 millones a US$2,285 millones.
A juicio de los investigadores, ese resultado permite determinar que hay “un cambio en la matriz exportadora, más diversificada y menos dependiente de productos textiles, así como un dinamismo en una serie de productos específicos”.
Apunta que en el mismo período las importaciones de Estados Unidos desde la República Dominicana pasaron de US$4,160 a US$6,244 millones, pero de un superávit de US$317 millones en el 2005, el país pasó a tener un déficit de US$2,215 millones.
El estudio recoge que entre el 2005 y el 2013 la tasa de crecimiento promedio anual de las exportaciones de los países del DR-CAFTA a Estados Unidos “fue de 8.3%, liderados por Costa Rica con un 16% y Nicaragua con un 11%. A estos le siguen Guatemala (+3.7%), El Salvador (+2.6%) y Honduras (+2.5%). La tasa de crecimiento para la República Dominicana fue negativa en -0.9%”.
En este periodo la matriz exportadora de los países centroamericanos fue especializándose y en el caso de Costa Rica corrió hacia la electrónica; El Salvador y Honduras en textiles; Guatemala con productos agrícolas y minería; Nicaragua textiles, agrícolas y ganadería.
“La matriz de República Dominicana” –apunta la investigación- “redujo su dependencia en textiles y se encuentra mejor balanceada en productos industriales (textiles, instrumentos médicos, equipos electrónicos, calzados, joyería) y productos del sector agrícola (principalmente cigarros). La diversificación otorga menores vulnerabilidades, pero hace más difícil un crecimiento agregado”.
El comercio con Haití y Puerto Rico
La evaluación recoge que República Dominicana fue el único país del DR-CAFTA que legalmente logró mantener esquemas de coproducción con Haití, bajo el programa de acceso preferencial a los Estados Unidos del CBTPA (Iniciativa de la Cuenca del Caribe) y luego en el 2006, Estados Unidos aprobó la iniciativa HOPE – Haitian Hemispheric Opportunity through Partnership Encouragement Act – que fortaleció estos elementos de coproducción entre Haití y la República Dominicana
“El 88% de las exportaciones de Haití se concentra en confecciones textiles, destinadas prácticamente en su totalidad a los Estados Unidos. Se estima unos US$400 millones de exportaciones dominicanas a Haití destinadas a la industria textil (el principal suplidor de insumos en este sector). Esto ha creado una importante simbiosis comercial, la cual valora la eficiencia logística y la facilitación comercial entre ambos países”.
Agrega que Haití exporta más de US$ 900 millones a los Estados Unidos en confecciones textiles al año, superando inclusive las exportaciones dominicanas de confecciones textiles (US$ 851 millones).
En el caso de Puerto Rico, la isla llegó a representar el 17 % de las exportaciones dominicanas a los Estados Unidos. Sin embargo, en siete de los últimos diez años Puerto Rico ha tenido desempeños negativos en su economía, lo que ha afectado las exportaciones dominicanas.
Para los investigadores, el balance para la República Dominicana de diez años de aplicación del DR-CAFTA es que en términos netos, “las exportaciones dominicanas a los Estados Unidos se han diversificado, pero en términos agregados no han crecido”, aunque se aprecia un dinamismo exportador en sectores y productos específicos, tanto agrícolas como industriales, pero en términos agregados las importaciones han crecido a un mayor ritmo, lo que ha deteriorado la balanza comercial.
“El acuerdo ha influenciado en mejorar el clima de negocios del país, vía reformas y cambios estructurales, mejorando los elementos de facilitación de comercio y ha servido para la atracción de inversiones. Sin embargo, no se ha mejorado de forma importante los niveles de competitividad relativa del país”, consigna la evaluación.
Al comparar el aprovechamiento dominicana del DR-CAFTA con los países centroamericanos, el estudio concluye afirmando que ellos han reflejado un desempeño más dinámico en términos de sus exportaciones, aunque mantienen un mayor nivel de concentración sectorial, lo cual les crea mayores vulnerabilidades”, mientras que “la República Dominicana es el país más diversificado en términos de sus exportaciones a los Estados Unidos”.
Otro aporte del DR-CAFTA consiste en haber asistido a los sectores productivos para enfocarse hacia la exportación, lo que se refleja en que la tasa de crecimiento de las exportaciones hacia otros destinos ha crecido a un ritmo mayor que a los Estados Unidos, destacándose los mercados de Haití, la región del Caribe y la Unión Europea.
“Haití y Puerto Rico son mercados que han influenciado el desempeño agregado del DR-CAFTA. En el caso de Haití se aprecia una desviación de las exportaciones textiles, lo cual ha influido en el déficit con los Estados Unidos, pero en términos agregados sirve como mitigante”, apunta el estudio.
Considera que con la finalización de las desgravaciones del DR-CAFTA para los productos industriales no se aprecian impactos mayores en el sector, aunque se identifican procesos de consolidación y de atracción de inversión extranjera, aunque no necesariamente estadounidense.
Señala que aún queda el reto de la implementación de la desgravación agrícola para una serie de productos que aglutinan a diversos sectores sensibles, tanto por el tipo de producto como por su distribución geográfica.
Recomendaciones de Política
Los investigadores recomiendan la realización de un censo agropecuario por la necesidad de contar con mayores y mejores niveles de información sobre las características de los productores y de las zonas geográficas donde se encuentran, entre ellas, el número de productores, tamaño promedio de finca, niveles de eficiencia y su comparación con los niveles de los pares estadounidenses.
Apunta que el último censo agropecuario realizado en el país fue en el año 1982, “lo que reduce la exactitud de las informaciones disponibles para fines de definir elementos de política y limita la capacidad para la toma de decisiones sectorizadas”.
Considera que el censo debe arrojar informaciones que permitan acoplarlas a los retos que encaran los sectores agrícolas con la liberalización arancelaria del DR-CAFTA.
Propone impulsar Programas Focalizados de Ayuda a los Productores y Planes de Diversificación agrícola que incluya asistencia y/o de transición de los productores agrícolas para competir con los productos agrícolas estadounidenses.
Cita que en este renglón, tanto México (por el NAFTA) como la Unión Europea (por la implementación de su política agraria común) tienen ejemplos de esquemas y de procesos que sería recomendable conocer en mayor nivel de detalle.
Sugiere un cambio de enfoque sobre los subsidios y ayudas internas agrícolas en las negociaciones de la OMC luego de la liberalización de los productos agrícolas sensibles bajo el DR-CAFTA, pues la República Dominicana era un ganador neto de los subsidios y las ayudas internas de terceros países, traduciéndose en costos menores para productores agrícolas y para los consumidores.
Afirma que en el 2014 Estados Unidos otorgó US$41,000 millones de ayuda interna a sus productores agrícolas, lo que representa cuatro veces el presupuesto total de ingresos de la República Dominicana, lo que “dificulta la posibilidad de competir”.
El surgimiento del DR-CAFTA
En el año 2003 la República Dominicana se adhirió al proceso de negociación para el establecimiento del tratado de libre comercio entre los cinco países de Centroamérica y los Estados Unidos, proceso que culminó el 5 de agosto de 2004 con la suscripción del DR-CAFTA y fue puesto en vigencia el 1° de marzo de 2006 para varios países de la región y un año más tarde para República Dominicana.
Previo al DR-CAFTA, el 92 % de las exportaciones dominicanas a los Estados Unidos entraban libre de aranceles, en tanto que la tasa arancelaria efectiva era de apenas 1.1%, concentrándose los gravámenes en una serie de confecciones textiles.
Explica que la tasa arancelaria promedio aplicada por la República Dominicana a materias primas y productos provenientes de Estados Unidos era de 8.5%, al sumársele el 13% de Comisión Cambiaria, superaba el 21%. Para los productos terminados alcanzaba el 43%.
En virtud del Tratado, la República Dominicana se comprometió a liberalizar el 100% de sus gravámenes arancelarios para los productos industriales en un período mayor a 10 años, que culminó el 1° de enero de 2015, en tanto que para los productos agrícolas y agroindustriales el plazo máximo fue de 15 años, desmontándose gradualmente hasta el 1° de enero de 2020.