REDACCIÓN.-Si el siglo XX le perteneció los países ricos de América del Norte y Europa, según sostienen algunos economistas, el siglo XXI será la era del mundo emergente. El crecimiento económico en los mercados emergentes ha sido abrasador desde 2000.
Algunos de los países más grandes, como India y China, lograron tasas de crecimiento por encima del 10% anual. El continuo crecimiento en esas tasas conduciría a una “convergencia” con el mundo rico. Eso significaría una calidad de vida más elevada en los países en desarrollo y un cambio en el equilibrio del poder económico y político.
Sin embargo, esas expectativas parecen estar disminuyendo. Las tasas de crecimiento están bajando en los mercados emergentes, desde los más grandes, como Brasil y Rusia que están ahora en una recesión, hasta los más pequeños. Como resultado, la tasa de convergencia se ha reducido a casi cero.
Estos datos y afirmaciones se encuentran en un reportaje de la prestigiosa publicación The Economist.
¿Qué empujaba la convergencia?
Expone The Economist que, al comparar los niveles de ingreso entre los países, la mayoría de los economistas utilizan el PIB por habitante, ajustado por la paridad de poder adquisitivo, o PPP. El PPP ajustado al PIB por persona es de alrededor de US$53,000 en Estados Unidos, US$36,000, en Gran Bretaña, US$12,000 en China y US$1,300 en Etiopía.
“Esas enormes divergencias han sido durante mucho tiempo un enigma para los economistas; los países pobres deberían aprender de los ricos y obtener la tecnología con el fin de lograr producir más y aumentar sus ingresos”, indica.
Sin embargo, desde la década de 1940 hasta la década de los 90 del siglo pasado, los países pobres, en general, crecieron más lentamente que los ricos, y se quedaron más atrás en términos de renta. Sólo un puñado de afortunados, como Corea del Sur y Singapur, lograron saltar de estados pobres a ricos. Por eso resultó una sorpresa a finales de 1990 cuando el goteo de países que dieron el paso a mayores niveles de ingresos se convirtió en una inundación.
En los últimos 15 años, la mayoría de las economías emergentes han disfrutado de más rápido crecimiento en el PIB por persona que los países ricos, lo que ha llevado a la convergencia en los ingresos.
“Muchas economías han hecho bien al hacer las cosas que los economistas decían que eran necesarias para la recuperación del crecimiento: abrieron sus economías a los mercados mundiales, reformaron sus leyes para hacerlas más favorables al comercio, invirtieron en infraestructura, y educaron a sus trabajadores”, subraya.
En los últimos 15 años, la mayoría de las economías emergentes han disfrutado de más rápido crecimiento en el PIB por persona que los países ricos, lo que ha llevado a la convergencia en los ingresos
Y la convergencia, en general, funcionaba de la manera en que los economistas pensaron durante mucho tiempo que lo haría. En China, la manufactura de bajos salarios de bienes baratos para la exportación se convirtió gradualmente en producción de bienes y servicios más elaborados, en la medida en que los trabajadores y las empresas acumularon conocimiento y experiencia. De 2000 a 2009, las tasas de crecimiento de las economías en desarrollo estaban más de cuatro puntos porcentuales por encima de los países ricos, ampliando su participación en la producción mundial de poco más de un tercio a casi la mitad.
Sin embargo, las fuerzas que impulsaron la convergencia están actuando ahora como un lastre para el crecimiento de los mercados emergentes. El comercio mundial creció más del doble de rápido que la producción en la década de 2000, pero ha tenido problemas para mantener el ritmo en los últimos años. Los ingresos en algunas economías se vieron impulsados con el aumento de los precios de las materias primas, que ya o bien se han estabilizado o han comenzado a caer.
¿Qué ha ocurrido?
El reportaje de The Economist expone que quizás lo más importante, la expansión en el mundo de la cadena de suministro orientada al comercio permitió que economías más pobres se convirtieran rápidamente en potencias de exportación con la importación de componentes complejos (como los chips de computadora) para el ensamblaje de productos terminados que podían ser reexportados.
A pesar de que permitió un crecimiento más rápido, el comercio de cadena de suministro puede no haber contribuido mucho al desarrollo de la sofisticación tecnológica de esas economías. En medio de la desaceleración del crecimiento del comercio y los precios de las materias primas, a las economías en desarrollo, por tanto, les está resultando más difícil de lo esperado edificar sobre los éxitos del pasado.
El final de la reciente era de la convergencia rápida puede significar que los países en desarrollo tendrán que trabajar más para reformar sus economías e impulsar la educación con el fin de lograr alcanzar al mundo rico.