Pekín, 29 dic (Paloma Almoguera/EFE).- China, Japón y Corea del Sur, las mayores economías de Asia Oriental, reciben 2015 con distintas estrategias de crecimiento bajo el liderazgo chino y la expectativa de que continúe la tensión en la región por unos conflictos territoriales que no tienen visos de solucionarse pronto.

Pese a una cierta desaceleración de su expansión, Asia Oriental y el Pacífico sigue siendo la región en desarrollo de más rápido crecimiento del mundo, según un informe del Banco Mundial del pasado octubre.

Los "dragones" de la zona, China, Japón y Corea del Sur, se encuentran en un momento económico diferente, pero comparten la incertidumbre de desconocer si sus variadas iniciativas surtirán el efecto deseado y la vulnerabilidad a los conflictos internacionales, debido a su dependencia del comercio exterior.

Así, mientras las medidas de estímulo fiscal y monetario puestas en marcha en 2014 "han revitalizado la economía coreana, aún existe el debate sobre la necesidad de emprender medidas estructurales en 2015 para mantener el potencial de crecimiento", dice a Efe Yolanda Fernández, economista jefe del Banco Asiático de Desarrollo (BAD).

Por su parte, Japón vive cierto auge tras las elecciones anticipadas que han revalidado el liderazgo de Shinzo Abe y han insuflado aire a su ambicioso programa de aceleración económica cuyos efectos están atascados a la espera de que arranque la llamada tercera flecha (la reforma estructural), "la fundamental" según Fernández.

Mientras, China, con una economía aún en desarrollo y con un crecimiento que se ralentizará más en 2015 tras bajar en 2014 a su menor nivel en cinco años, se encuentra según esta experta, "en un momento crítico".

Lo argumenta en "el retraso de la puesta en marcha de las grandes medidas reformistas (acordadas en 2013)" y en su complejidad, con objetivos como privatizar la tierra o modernizar la fiscalidad.

En cualquier caso, China -principal socio comercial de Seúl y segundo de Tokio- seguirá ostentando su liderazgo en la región "no sólo como motor de crecimiento, sino como potencia comercial e inversora", añade la economista.

La segunda economía mundial así lo ha puesto de manifiesto con proyectos como la nueva Ruta de la Seda marítima y terrestre, o la creación del Banco Asiático de Inversión de Infraestructuras, que algunos analistas consideraron en respuesta al BAD, de influencia nipona, aunque Pekín lo negó y aseguró que serían complementarios.

Una supremacía que preocupa a los vecinos sobre todo en el aspecto militar, ya que China aumentó su presupuesto en Defensa un 12,2 por ciento en 2014, lo que avivó las suspicacias de Filipinas y Vietnam, con los que se disputa las islas Spratly (Mar de la China Meridional), y sobre todo de Japón.

Con las naciones vecinas enfrentadas por la soberanía de un archipiélago (Diaoyu para Pekín/Senkaku para Japón) del Mar de la China Meridional, el asunto parece lejos de solucionarse ante la perspectiva de que el Parlamento nipón comience a aprobar en 2015 leyes para la reinterpretación de su Constitución pacifista.

Tras un aparente deshielo en las relaciones sino-japonesas cuando el presidente chino, Xi Jinping, se reunió con Abe en Pekín durante la cumbre de la APEC en noviembre, este escenario abre la posibilidad de más tensiones.

"Soy pesimista con respecto al futuro. El Gobierno chino ha dejado claro que no da la bienvenida a este tipo de cambio", dice a Efe Cheng Xiaohe, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Renmin (Pekín), sobre la decisión nipona de ejercer el llamado derecho de auto-defensa colectiva.

Consistente en defender a sus socios si son atacados, hasta ahora limitado tras la derrota nipona en la II Guerra Mundial, el cambio no gusta a Corea del Sur (que se disputa con Japón el archipiélago Dokdo/Takeshima, en el Mar del Japón) ni a China, dos países que piden a Tokio más muestras de arrepentimiento por las agresiones de aquel conflicto.

No obstante, los tres países mantienen cierto compromiso tácito de evitar una escalada de las tensiones y, además, cuentan con al menos dos objetivos comunes: la desnuclearización de Corea del Norte y la creación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) trilateral, aún incipiente y con numerosos escollos por superar.

De este modo, aunque Cheng ve "factible" un conflicto de gran escala si se produce algún accidente indeseable en los tira y afloja territoriales de la región, subraya que "parece haber voluntad política para desarrollar mecanismos de prevención" que lo eviten.

Y que así los "dragones" asiáticos preserven la convivencia pacífica y el crecimiento de la región, a no ser que uno eche una bocanada de fuego mayor de lo previsto. EFE