Toronto (Canadá) (EFE/Julio César Rivas).- Canadá se ha empezado a preparar para una posible guerra comercial con su vecino y principal socio, Estados Unidos, ante la creciente belicosidad del presidente Donald Trump, aunque algunas autoridades canadienses continúan trabajando por aliviar la tensión.
Está previsto que se reúnan en Ottawa un grupo de diputados canadienses y congresistas estadounidenses, integrantes del Grupo Interparlamentario Canadá-EE.UU. para, entre otros temas, intentar limar asperezas entre los dos países.
El presidente del grupo y destacado miembro del gobernante Partido Liberal de Trudeau, Wayne Easter, recomendó olvidarse de la retórica de Trump y concentrarse en "los temas" para evitar un conflicto entre los países vecinos.
Easter explicó que la reunión con los cuatro congresistas servirá para reforzar el mensaje que, aunque los canadienses se estén preparando para la guerra comercial, ni a Canadá ni a EE.UU. les interesa un agravamiento del conflicto.
También hoy, la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, hablaron por teléfono para tratar, entre otros temas, las relaciones comerciales entre los dos países.
Estas reuniones se producen en el contexto de una semana de elevada retórica entre Toronto y Washington tras los amargos resultados de la reunión del G7.
De hecho, esta semana, una de las principales revistas canadienses publicó la lista de productos estadounidenses cuyo boicot puede hacer más daño al país vecino, desde kétchup, whisky, zumo de naranja y chocolate hasta papel higiénico y yogur.
Un ejemplo de ello es el restaurante Lala Bistro, situado en la localidad de Buckingham, en la provincia de Quebec, donde ya han empezado a aplicar su particular boicot a los productos estadounidenses.
El restaurante ha retirado de su menú todos los productos de origen estadounidense, desde los vinos de California al kétchup de la marca Heinz y la mostaza.
Una de las propietarias del restaurante, Carole Lajeunesse, declaró a la radiotelevisión pública canadiense, CBC, que también ha solicitado a sus proveedores que no va a aceptar carne o pescado que proceda del vecino Estados Unidos.
Lajeunesse explicó que todo empezó cuando el pasado 9 de junio, poco después de la conclusión de la Cumbre del G7 en la localidad canadiense de La Malbaie, Trump recurrió a Twitter para insultar al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y amenazar a Canadá con más aranceles a sus exportaciones.
Y todo porque Trudeau dijo en una rueda de prensa que Canadá no se dejaría avasallar por su vecino norteamericano después de que la administración estadounidense impusiese aranceles a las exportaciones canadienses de acero y aluminio "por razones de seguridad".
"Fue insultante para nosotros, para Trudeau. Fue la gota que derramó el vaso. Empezamos con el vino y hemos decidido continuar con el kétchup y la mostaza. Dios mío, no creo que (Trump) esté bien de la cabeza. Es aterrador", dijo la empresaria.
Las encuestas señalan que, en estos momentos, la postura de Lajeunesse no es la excepción sino la norma entre una mayoría de canadienses.
Este viernes, una encuesta de la empresa Angus Reid reveló que el 70 % de los canadienses apoyan que el Gobierno canadiense adopte una postura dura en sus negociaciones comerciales con Trump, al que un 61 % de loa canadienses consideran un "bully" (matón o abusón).
Los canadienses también apoyan mayoritariamente (un 59 %) la decisión del Gobierno de Trudeau de tomar represalias "dólar por dólar" a los aranceles al acero y aluminio impuestos por Washington. Incluso un 15 % de los canadienses considera que Trudeau debería ir más allá que simplemente igualar las medidas de Estados Unidos.
Y no es que los canadienses no estén preocupados por un empeoramiento del conflicto comercial de su principal socio. Un 29 % está muy preocupado y un 36 % bastante preocupado con la posibilidad de que el conflicto se convierta en una guerra comercial de pleno.
Como señalaba el antiguo magnate de los medios de comunicación canadienses Conrad Black en una columna de opinión, "una enardecida administración estadounidense podría dañar gravemente el nivel de vida de Canadá".
Black advirtió que "Estados Unidos es un monstruo y no siempre un monstruo amigable. Si los canadienses se ciegan con su desagrado visceral a Donald Trump, como la antítesis del criterio canadiense de figuras públicas agradables, se expondrán a la implacable búsqueda del interés nacional". EFE