WASHINGTON, Estados Unidos.- Las economías de América Latina y el Caribe (ALC) enfrentan varios desafíos externos e internos, entre los cuales destaca la necesidad de que los responsables de políticas públicas desarrollen redes de protección social para apoyar a la población más pobre y vulnerable durante los ciclos de desaceleración económica, según el Banco Mundial.
Políticas redistributivas, como las transferencias monetarias condicionadas, están actualmente muy extendidas en toda la región y contribuyeron a cerca del 35% de la disminución de la pobreza durante el auge de las materias primas a principios del siglo, de acuerdo con el último informe semestral de la Oficina del Economista Jefe para ALC del Banco Mundial “¿Cómo afecta el ciclo económico a los indicadores sociales en América Latina y el Caribe? Cuando los sueños enfrentan la realidad”. Sin embargo, muchos países de la región carecen de programas sociales como el seguro de desempleo, que actúan como amortiguadores durante los ciclos de aumento de la pobreza, señala el estudio.
“Los programas sociales que ayudan a absorber el impacto de las crisis económicas son comunes en los países desarrollados, pero no están lo suficientemente extendidos en esta parte del mundo”, dijo Carlos Végh, Economista Jefe del Banco Mundial para ALC. “Esta es una agenda social pendiente en la región para asegurar que aquellos que recientemente escaparon de la pobreza no den ningún paso atrás”.
La entidad expresó que esto es particularmente relevante ahora que las expectativas iniciales de crecimiento para ALC en 2018 no se cumplieron y que las proyecciones para 2019 se han deteriorado. La región creció 0.7% en 2018. Las principales razones de este débil crecimiento en 2018 son una contracción de 2.5% en Argentina, la lenta recuperación de Brasil luego de la recesión de 2015 y 2016, el crecimiento anémico de México debido a la incertidumbre política y el colapso de la economía venezolana.
“En tiempos desafiantes para la economía, es más importante que nunca que los países hagan las reformas necesarias para impulsar un crecimiento sostenible e inclusivo”, aseveró Axel van Trotsenburg, Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “No podemos dar por sentados los logros recientes en la reducción de la pobreza y debemos redoblar los esfuerzos para consolidarlos y aprovecharlos”.
Explican que se espera que la región crezca un 0.9% en 2019 (excluyendo Venezuela, el crecimiento en 2018 fue de 1.4% y sería de 1.9% en 2019). Además, que las tres economías más grandes de la región -Brasil, México y Argentina- crezcan muy poco o se contraigan en 2019, mientras que el PIB de Venezuela caería un 25% adicional este año.
“Un entorno externo complicado agregará vientos en contra adicionales”, agregó Végh. “Esto incluye una caída en los precios de las materias primas registrada a finales de 2018, un crecimiento más lento de los principales socios comerciales de China y tasas de interés internacionales más altas".
Sudamérica creció 0,1% en 2018 y se espera que crezca apenas un 0,4% en 2019. Centroamérica creció 2,7% en 2018 y se espera que avance un 3,4% en 2019 mientras que la región del Caribe creció 4,0% en 2018 y se espera un 3,2% de expansión para 2019.
En un comunicado, continuaron diciendo que el escaso crecimiento económico está teniendo un impacto predecible en los indicadores sociales. Brasil experimentó un aumento de la pobreza monetaria de aproximadamente 3 puntos porcentuales entre 2014 y 2017. Sin embargo, es importante distinguir entre los efectos cíclicos en los indicadores sociales y los efectos estructurales. Los factores cíclicos tienen un gran impacto en las tasas de desempleo, mientras que los factores estructurales son mucho más importantes para los indicadores de necesidades básicas insatisfechas, como vivienda, educación y saneamiento.
En un escenario complejo como el actual, las políticas redistributivas son aún más importantes. La mayoría de los países de la región ya cuentan con sofisticados sistemas de transferencias monetarias condicionadas destinadas a reducir la pobreza a largo plazo (e intergeneracional) proporcionando recursos a la población más pobre a cambio de cumplir con ciertos criterios relacionados con salud y educación. Programas como el seguro de desempleo también podrían contribuir en gran medida a limitar el aumento de la pobreza durante las crisis económicas.