Washington, 18 sep (EFE/Alfonso Fernández).- La Reserva Federal (Fed) encara una nueva reunión sobre política monetaria con notables divisiones internas y mensajes contrapuestos, entre los favorables a un subida de tipos de interés en EEUU y aquellos que abogan por postergar la decisión a la espera de mayores señales de consolidación.
Si uno de los objetivos básicos de comunicación en política monetaria es ofrecer un cierto horizonte de confianza, las declaraciones salidas recientemente del banco central estadounidense parecen diseñadas justo para tener el efecto contrario: alimentar la incertidumbre.
El inicio del nuevo curso monetario se da formalmente en EEUU a finales de agosto con la prestigiosa conferencia de Jackson Hole (Wyoming), un lujoso complejo vacacional de montaña, en la que se reúnen pesos pesados de los bancos centrales de todo el mundo.
A la cabeza, como es habitual, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, quien dibujó un panorama cautelosamente optimista sobre la evolución de la economía y abrió la puerta a un nuevo ajuste monetario tras un comienzo de año titubeante por los débiles datos macroeconómicos en EEUU y dudas sobre la economía global.
Para Brainard, la inflación aún baja y la debilidad global "aconsejan prudencia en la retirada del estímulo monetario"
"A la luz del continuado y sólido comportamiento del mercado laboral y nuestras perspectivas de actividad económica e inflación, creo que el argumento para un alza en los tipos de interés se ha fortalecido en los meses recientes", dijo Yellen.
Sus palabras mostraron a los mercados la posibilidad de una subida de tipos de interés antes de finales de año, opción que parecía descartada tras los continuos aplazamientos por constantes episodios de incertidumbre como la salida británica de la Unión Europea, la ralentización de la economía china o la prolongada baja inflación en EEUU.
A ello se sumó poco después el presidente de la Reserva de Nueva York, William Dudley, quien pronosticó "cierta aceleración" en las perspectivas de crecimiento económico de EEUU en la segunda mitad del año, por lo que apuntó como "posible" una subida de tipos de interés en la reunión de septiembre.
En diciembre pasado, el banco central estadounidense decidió elevar por primera vez en casi una década los tipos de interés hasta un rango de entre el 0,25 % y 0,50 %, después de mantenerlos cercanos a cero para estimular la economía tras la aguda crisis financiera de 2008.
Sin embargo, la Fed puso el freno a lo largo de este año, lo que ha generado dudas sobre la senda monetaria en la principal economía global.
Frente a Yellen y Dudley, esta semana Lael Brainard, gobernadora de la Fed con voto fijo en las reuniones de política monetaria y ex subsecretaria de Asuntos Exteriores del Tesoro, volvía a rebajar las expectativas.
Para Brainard, la inflación aún baja y la debilidad global "aconsejan prudencia en la retirada del estímulo monetario".
"En presencia de incertidumbre y ausencia de una aceleración en las presiones inflacionarias, sería insensato cerrar la posibilidad de mayores avances en el mercado laboral", agregó, al comentar la tasa de desempleo, que cerró agosto en el 4,9 %, y la inflación anual, que se mantiene en el 1,1 %, por debajo del 2 % anual marcado por el banco central.
Esta indecisión en el seno de la Fed ha comenzado a exasperar a los mercados y analistas, que parecen desconcertados ante los mensajes cruzados y a veces contrapuestos del banco central.
Es el caso de Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan, que remarcó la pasada semana su respaldo a una subida de tipos de interés para zanjar el asunto.
"25 puntos básicos es solo una gota en el vaso. Subamos los tipos de interés. Lo haría más temprano que tarde", dijo Dimon en una conferencia en el Economic Club de Washington.
Miembros de la Fed han reconocido su preocupación porque el banco central se quede sin munición monetaria frente a un imprevisto revés económico, por lo que abogan por comenzar con el ajuste, pero a la vez recalcan que la economía no goza de la solidez esperada.
Otros economistas remarcan, asimismo, que el problema de fondo es el excesivo peso que cargan sobre sus hombros los bancos centrales y apuntan a la necesidad de que sea desde la política fiscal desde donde se aporte el impulso.
Es el caso de Mohamed El-Erian, asesor económico jefe de Allianz, para quien "debido a que otros no han asumido sus responsabilidades, los bancos centrales han tenido que hacer demasiado por demasiado tiempo".
"Existen muchas mejores herramientas en el lado fiscal y de reformas estructurales que están mucho mejor preparadas para lo que es necesario", dijo en una entrevista con CNBC.
Por eso, agregó, la Fed debe subir los tipos "de una vez" y dejar que sean otros los que tomen acción.
Con este complejo panorama de fondo, el siguiente capítulo de esta saga monetaria tendrá lugar en la reunión de la Fed del 20 y 21 de septiembre, con el comunicado de política monetaria del miércoles y la posterior rueda de prensa de Yellen. EFE