El periodista Manuel Quiterio Cedeño, director del Centro de Información y Comunicación (CICOM), especialista en turismo, expone sobre el potencial de la capital de República Dominicana en materia de atractivo turístico. Este trabajo fue publicado en el periódico Listín Diario en el año 2009. Toma vigencia de nuevo a raíz de la publicación en Acento.com.do de la resolución que convierte en polo turístico el Polígono Urbano Central del Distrito Nacional.

SANTO DOMINGO, República Dominicana.-La oferta hotelera de la ciudad de Santo Domingo ha crecido muy poco en los últimos dos décadas. Aunque se han sumado algunos pequeños establecimientos de baja inversión y reducido número de habitaciones, en los últimos 10 años sólo se ha abierto tres hoteles de categoría con marcas importantes que son el Coutyard by Marriott de la Avenida Máximo Gómez y el Hilton en la George Washington. El otro es el Quality Real en las cercanías del Aeropuerto Internacional de Las Américas.

Además de estos, viene del siglo pasado el grupo de la hotelería de primera línea de la ciudad que lo constituyen el Nicolás de Ovando, Mercure, Napolitano, Intercontinental, Melia, Lina, Hispaniola, Santo Domingo, El Embajador, Delta, Naco, Dominican Fiesta y el Clarion. La mayoría de ellos con más de 25 años de existencia.

De los 72 hoteles registrados en la Secretaría de Turismo hasta el año 2006 en la ciudad, 53 son pequeños alojamiento (74%), de los cuales 11 tienen 10 habitaciones o menos; 17 tienen 20 o menos; 12 disponen de 30 o menos, 6 cuentan con 40 o menos; 4 ofertan 50 o menos y tres tienen 60 o menos. Es decir, que la ciudad tiene una amplia selección de pequeños alojamientos.

Un análisis de la evolución de la oferta habitacional de la capital del país muestra que se encuentra estancada. Mientras la planta hotelera nacional se multiplicó por tres en el periodo 1991-2007, la de Santo Domingo en comparación, tuvo un escuálido aumento.

Aunque Santo Domingo es una región con gran potencial turístico, esto ha ocurrido principalmente, porque los atributos de las demás son principalmente sus

recursos naturales (principalmente sol y playa), pero el desarrollo de Santo Domingo debe basarse en el segmento de turismo urbano que tiene exigencias más complejas.

Por ejemplo, Punta Cana se apoya en su clima e inigualables playa y ha crecido a pesar del grave proceso de arrabalización en el entorno de los hoteles, porque estos no dependen -por ahora- del desordenado asentamiento humano que ha crecido en su entorno, y que hasta el momento ha operado como un factor marginal, aunque su crecimiento cuantitativo se está convirtiendo en una seria amenaza para su futuro.

En Santo Domingo en cambio, no basta repetir el proceso de Punta Cana, sustentado en la construcción de una excelente infraestructura de alojamiento que puede existir aprovechando su sol y su playa. En una ciudad como nuestra capital, las inversiones hoteleras no bastan, porque ellas no son sustentables sin el desarrollo de un entorno amigable, atractivo para el turista.

La capital es un asentamiento urbano desarticulado desde el punto de vista turístico. El tramado urbano no invita. El inventario es desalentador: mucha basura, agobia, transporte colectivo deficiente, calles en las que esta contraindicada la circulación peatonal (obscuras, sucias, con aceras destartaladas y peligrosas), un raquítico alumbrado público, es una urbe para expertos porque no esta señalizada, pobrísima oferta de museos, ruido excesivo, inseguridad ciudadana, escasa oferta complementaria y pobreza cultural. La lista no es exhaustiva.

Quienes han viajado y conocen las más importantes ciudades de América Latina y el Caribe y han disfrutado haciendo turismo urbano en Estados Unidos, Europa y Canadá, pueden hacer como ejercicio un recorrido por el Malecón, la Ave. Independencia, Ciudad Nueva, Ciudad Colonial y las Avenidas Bolívar y Winston Churchil. El Conde, Avenida Mella, Barrio Chino, Avenida Duarte y el Parque Independencia. También hacer un recorrido por uno que otro museo y visitar los parques zoológico, botánico y el acuario.

Pero deben hacerlo como los turistas y repetir la experiencia de caminar dos, tres o cuatro horas disfrutando de estos lugares que son las áreas turísticas de la ciudad. Hacerlo un lunes como harían en Málaga, Madrid, Toronto, Montreal, Bogotá, Barcelona, París, San José de Costa Rica, Ciudad México, Buenos Aires, Santiago de Chile, Lima, Quito, Antigua de Guatemala, Santa Fe, San Francisco, Boston, etc.

Es un ejercicio frustrante o prácticamente imposible. La ciudad no es atractiva para estos fines. Sus dirigentes no se dan cuenta porque casi nunca se desmontan de sus lujosas y cómodas yipetas, y en algunos casos transitan por sus calles con flanqueadores motorizados y amplia seguridad.

¿Puede enfrentarse esta desconcertante realidad creando una marca ciudad? ¿Es Santo Tenemos un producto turístico listo para ser "empacado", "etiquetado" (marca ciudad) y "exportado"?  Son preguntas difíciles de responder para una ciudad que es incapaz de mantener su principal avenida (el Malecón), y un importante atractivo turístico, en condiciones adecuadas, limpia, iluminada y libre de delincuentes y prostitutas.

Esta desarticulación como producto turístico, explica la pobre oferta habitacional de la ciudad capital a pesar del crecimiento extraordinario de planta hotelera del país y de que Santo Domingo es una de las principales ciudades del Caribe.

Es este escenario desalentador, con una alta desocupación histórica de sus habitaciones hoteleras, ha provocado sorpresa en los círculos turísticos, la decisión de entidades del Estado de usar recursos públicos para promover una proyecto que incluye un nuevo hotel para la ciudad.

Comenzando, por cuestionar su pésima ubicación para estos fines, que es el entorno del estadio Quisqueya, flanqueado por edificios institucionales estatales (Salud Pública, Obras Públicas, Plaza de la Salud, Instituto Dominicano de Seguros Sociales), en una zona urbana sin atractivos en un entorno de clase media baja, y a escasa distancia de zonas arrabalizadas.

El historial de la demanda de habitaciones hoteleras, indica que como promedio –durante el período 1991-2007- la ciudad ha tenido desocupadas el 40% de su oferta, y como promedio sobran cerca de 2000 habitaciones diarias. Así, es difícil justificar recursos públicos para un nuevo hotel.

Un ejemplo de las realidades contraproducentes de Santo Domingo es que el país produce grandes estrellas del béisbol, pero esto no atraería turismo porque estos astros juegan en Estados Unidos. Debería ser la capital del merengue, pero escasean los espectáculos y sus máximos exponentes aparecen ocasionalmente, por lo que tampoco son un atractivo turístico.




 

(*) Este trabajo fue publicado originalmente en Listín Diario. Vuelve a tomar vigencia por la resolución que declara al Polígono Central como polo turístico.

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