BOGOTÁ, Colombia (EFE).- Mientras el fraude electrónico crece y cambia de cara vertiginosamente, las medidas tomadas por sus potenciales víctimas para protegerse tienden a ser estáticas, afirma Ricardo Villadiego, responsable de una empresa que cuenta con 70 millones de usuarios finales de sus soluciones para ese problema.
En una entrevista con Efe, el director ejecutivo de Easy Solutions, una multinacional de origen colombiano dedicada a la detección y prevención del fraude electrónico, subraya que ningún ámbito conectado a internet, salvo que esté adecuadamente protegido, está a salvo de la acción de los "hackers".
Adoptar leyes contra la delincuencia electrónica no siempre es la solución. "Legislar lleva tiempo y los ataques evolucionan más rápidamente que las regulaciones", subraya Villadiego para destacar que las cifras de negocio de Easy Solutions aumentaron un 187 % en 2014, un crecimiento tan "explosivo" como el de los delitos online.
Para este ingeniero de sistemas formado en Bogotá y que atribuye el éxito de Easy Solutions a haber tenido una "visión global", el ciberataque sufrido por Sony, atribuido a "hackers" de Corea del Norte, es el mejor ejemplo reciente para comprender que el peligro está en todas partes.
"Los hackers no se quedaron en la industria financiera", señala sobre el sector que fue el primero en ser víctima de los fraudes electrónicos y, por ello, también el primero en ser cliente de empresas como Easy Solutions.
La empresa fundada en 2002 en Bogotá y radicada en EE.UU. desde 2007 había previsto un crecimiento del 158 % en 2014, pero se quedó corta pues fue del 187 % (un 151 % considerando solo América Latina). Para 2015 las perspectivas son crecer un 123 %.
El negocio de la detección y prevención de fraudes electrónicos mueve al año en el mundo unos 4.700 millones de dólares, de los cuales 546 millones, un 22,5 % del total, corresponde a Latinoamérica, según las cifras que maneja Easy Solutions. A medida que la conectividad ha ido siendo mayor, los delincuentes electrónicos han puesto su mira en sectores como la salud, que les proporciona recursos mediante la venta de los historiales médicos o cobrando "rescate" por devolverlos.
También son blanco las grandes cadenas minoristas, de las que los piratas extraen los datos de sus clientes para venderlos en los "mercados negros" que ya existen para estos "activos", como ocurrió con la estadounidense Target. En los ciberataques a los Gobiernos e instituciones, en cambio, no suele haber un móvil económico.
Pero las víctimas del fraude electrónico son sobre todo personas. Villadiego menciona que en 2014 en EE.UU. por primera más del 50 % de las compras de particulares fueron hechas desde dispositivos móviles, lo que permite presumir que los ataques a plataformas móviles se van a multiplicar.
Latinoamérica, a la vanguardia
América Latina ha sido pionera en algunas modalidades de fraude electrónico y por eso mismo está a la vanguardia en soluciones para algunos de esos problemas, dice.
El "skimming", como se conoce en inglés la manipulación de los cajeros electrónicos, fue un dolor de cabeza para los bancos latinoamericanos en la década de los 90, pero no llegó a EE.UU. hasta ahora.
Otro ejemplo es que en EE.UU. hasta agosto de 2015 no se va a implantar la tecnología "chip" en las tarjetas de crédito y débito, mientras que en América Latina son comunes desde hace tiempo.
Brasil es el país de la región donde se generan más fraudes electrónicos, tanto por el tamaño de población como por el alto nivel de conectividad, seguido de México, Chile y Venezuela. Aunque desde 2007 tiene su sede en EE.UU., Easy Solutions mantiene toda su área de investigación y desarrollo en Colombia.
El primer capital de la empresa fueron las tarjetas de crédito de sus tres fundadores, los cuales siguen al frente del proyecto. Después hicieron dos rondas de financiación mediante las que obtuvieron fondos de capital de riesgo por 3,2 millones de dólares en 2009 y 11 millones de dólares en 2013.
La empresa fundada en 2002 en Bogotá tiene un modelo de negocio basado en la asociación con empresarios locales y oficinas en Estados Unidos, Colombia, Brasil, Argentina, El Salvador, México, Chile, Reino Unido y Japón, con las que abarca cuatro continentes.
Según el centro especializado LACNIC, con sede en Montevideo, el fraude electrónico en América Latina totalizó 430 millones de dólares en 2013, el cuádruple que en 2012.