SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Sus carencias estructurales y palpables desventajas frente a competidores aventajados y altamente subvencionados, como los de Estados Unidos, colocan al sector arrocero ante la disyuntiva de ampliar sus niveles de productividad, o naufragar paulatinamente en el caudaloso mar de la apertura comercial.

El escenario apunta a complicarse a partir del 2016, con el inicio del desmonte arancelario y una mayor cuota de importación de arroz estadounidense, en función de lo estipulado en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica (DR-CAFTA), al que República Dominicana se adhirió en marzo del 2007.

Ante las complejas dificultades para competir con el cereal importado en el mercado local, el experto Carlos Columna advierte que autoridades, molineros y productores deben abocarse a fomentar un sector más eficiente mediante la planificación, modernizando los arrozales y avalando, sobre todo, un acceso real al financiamiento.

En su opinión, el DR-CAFTA fue para los arroceros dominicanos un “mal negocio”, que se fraguó a sus espaldas, en virtud del cual el arroz “made in USA” podrá ingresar en volúmenes ilimitados y sin pagar aranceles en poco más de una década, a partir del 2025. “Todo eso se acordó sin el concurso del sector arrocero, o sea que nos lo impusieron”, expuso el técnico del sector privado al periódico Acento.

“Desde finales del 2015 se irán desmontando los aranceles, pero también aumenta la cantidad de arroz que se va a traer. Dentro de dos ó tres años eso se va a sentir con fuerza y va a crear una distorsión en el mercado, porque mientras aquéllos tienen un subsidio, a nosotros nos están cargando más”, indicó.

El arroz fue uno de los productos, dentro del DR-CAFTA, para los cuales la República Dominicana negoció los plazos más largos de desgravación de aranceles fuera del contingente arancelario. En este renglón se abrieron dos contingentes arancelarios: 1) Aplicable al arroz descascarillado, también denominado arroz cargo o pardo y 2) Otro contingente arancelario, el más grande, para el arroz semi-blanqueado o blanqueado, incluso pulido o glaseado.
El arroz fue uno de los productos para los que RD negoció plazos más largos de desgravación fuera del contingente arancelario. En este renglón se abrieron dos contingentes arancelarios: 1) Aplicable al arroz descascarillado, también denominado arroz cargo o pardo y 2) Otro contingente para el arroz semi-blanqueado o blanqueado, pulido o glaseado.

Señala, no obstante, que la apertura comercial “no es el único problema del sector, que tiene debilidades acumuladas”, tanto estructurales como en las técnicas de manejo del cultivo en los arrozales.

Cita entre los escollos principales al limitado y costoso acceso al financiamiento, la falta de programas continuos de investigación y capacitación de la mano de obra, así como de un marco regulatorio que viabilice el uso masivo de semillas certificadas, de probada calidad, como la Ley de Semillas en manos del Congreso.

Competir con un gigante, en condiciones desiguales  

El 85% de los arroceros criollos tiene fincas de 50 tareas (Poco más de 3 hectáreas) o más pequeñas, en tanto que el 95% no pasa de 100 tareas. En Estados Unidos, en cambio, “el mínimo en promedio son 400 hectáreas, los pequeños productores 200 hectáreas y un productor grande tiene más de mil hectáreas”, señala Columna.Carlos Columna - 03

Vaticina que muy pocos arroceros locales estarían en condiciones de competir con sus homólogos estadounidenses, exitosos exportadores, que tienen incluso asegurado el rendimiento de sus cosechas mediante un sistema de seguros.

“Ellos ahora tienen el sistema de seguros, que te asegura un rendimiento por adelantado, o sea, que tú sabes cuánto te va a dar (la siembra) aunque no te lo dé; o sea, te aseguran lo que tú debiste haber producido, te lo compensan, y si el precio internacional baja, entonces no hay forma de perder”, explica.

En contraste, “aquí, si te va mal, te fue mal”. Refiere que en la banca norteamericana se obtienen préstamos a un 4.75% de interés, cuando en RD el mínimo al que se puede acceder es de 16% -a través del Banco Agrícola-, puesto que la mayor parte del financiamiento proviene de los molineros o de financistas, a tasas de interés más elevadas.

Mecanismos como esos permitirán a estos productores colocar su arroz a precios más bajos en el mercado local, incluso menores a los que se expende en los propios supermercados de Estados Unidos, subraya Columna.

Por si fuera poco, en adición a las maquinarias, las piezas, el gasoil, “que aquí salen carísimos”, “ahora están cobrando impuestos al que produce más de RD$400 mil” por tarea, indica el también productor del Bajo Yuna.

Hasta la naturaleza favorece a los estadounidenses. “Nuestros suelos son muy degradados, pero allá son muy ricos; tienen un invierno que lo cura todo y preserva los nutrientes, mientras aquí las altas temperaturas y la falta de cobertura lo degrada todo” y se traduce en mayores gastos. “En EE. UU. tú puedes cosechar de noche en el verano, pero aquí no tienes estructura para eso”, apunta Columna.

Detalla que producir arroz en RD cuesta entre RD$6,500 y RD$6,600 por tarea, un gasto similar al de los norteamericanos. “Pero ellos tienen mayor productividad (Cerca de 575 kilos por tarea, frente a poco más de 400) y su arroz es seco y limpio”, distinto al de nuestras fincas arroceras, que “sale húmedo y sucio” e implica, por tanto, mayores costos de producción.

Añade que RD es el único país de la región donde se trasplanta el arroz, “lo cual implica un costo muy alto, de unos RD$900 adicionales a la siembra directa”.

Otro punto débil del sector es que la mitad (el 49%) de las maquinas cosechadoras no operan a toda capacidad debido a su mal estado, lo que reduce sensiblemente su rendimiento. “Tenemos alrededor de 192 cosechadoras en buenas condiciones, pero distribuidas en distintas zonas y muchas veces no dan abasto”, refiere.

Opciones para sobrevivir a la apertura

Una manera de resistir la embestida del libre comercio sería que los pequeños y medianos arroceros se asocien para producir más, reduciendo así los costos.

“No hay forma de que alguien pueda ser rentable en arroz con 50 tareas, ni con 100; es más, ni con 500. Los pequeños tienen que unirse, y el Gobierno y los dirigentes del sector deben propiciar eso”, sugiere Columna.

Carlos Columna - 02Pone de ejemplo a Nicaragua, país miembro del DR-CAFTA que condicionó las importaciones desde Estados Unidos a la compra de una cuota de arroz nacional. “Ellos se pusieron de acuerdo: tú traes arroz pero tienes que comprar arroz nicaragüense. Entonces hacen una especie de pool y entre productores y sector oficial establecen precios con márgenes de beneficios reales”, detalla.

Columna valora como positiva, aunque insuficiente, la decisión de la Comisión Nacional Arrocera de circunscribir del 1 de diciembre al 31 de julio el período de siembra a nivel nacional, a fin de mejorar el rendimiento y mermar la incidencia de plagas.

Pero más que medidas coyunturales –precisa-, autoridades y productores necesitan sentarse a definir un plan de desarrollo sectorial, que ponga énfasis en puntos neurálgicos, como la planificación de las cosechas, la capacitación, la formación de técnicos extensionistas y en la investigación.

“Hay que tecnificarse. Ahora mismo la mayoría de los productores no llevan costos, ni récords de los productos que usan… se está produciendo sin criterios técnicos, porque no hay extensión y los programas de investigación están paralizados”, puntualizó el especialista.

Una alternativa de los arroceros locales sería diversificar su mercado mediante el cultivo de variedades “de alto valor, especiales”, que pueden exportarse con buenos márgenes de rentabilidad.

Sostiene que si bien el desmonte arancelario del DR-CAFTA es paulatino, “el problema es que si esas importaciones se hacen en un momento en que entra la cosecha, por ejemplo, tú puedes quebrar un sector” como el arrocero, del que dependen más de 30 mil productores y alrededor de 200 mil empleos.

Columna enfatiza que las autoridades deben evitar la contaminación política de iniciativas como la asistencia financiera a través del programa de pignoración, “que ha sido una bendición para el sector”, pero evidencia algunas distorsiones.

“Cuando la política toma las decisiones técnicas, viene el desastre”, advierte el experto y consultor internacional en el cultivo del arroz.