Bogotá, 7 oct (EFE).- Las denuncias brasileñas de que el espionaje de EE.UU. tiene "motivaciones económicas" resultan "inauditas, graves y dañan la confianza" comercial entre la potencia del norte y América Latina, dijeron hoy analistas a Efe.

Brasil elevó este lunes el tono ante el Gobierno del presidente estadounidense, Barack Obama, quien afronta un difícil momento interno y externo, para exigirle, al igual que a sus aliados occidentales, que cesen el espionaje contra el gigante suramericano, sexta economía mundial.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, quien ya canceló una vista de Estado a Washington en protesta por las prácticas de los servicios secretos estadounidenses, señaló que el espionaje contra su país se ha extendido desde funcionarios del Gobierno, incluida ella, y personas particulares hasta las empresas privadas.

Rousseff dijo que "todo indica" que los datos secretos recabados en Brasil están a disposición de los Gobiernos de EE.UU., Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda y de "miles de empresas" de estas cinco naciones, lo que consideró "inadmisible" entre países que pretenden ser socios comerciales.

"Si se comprueban estas denuncias, estaríamos ante un escenario inaudito y muy grave para el clima de confianza que se necesita a fin de operar los acuerdos de libre comercio entre Estados Unidos y América Latina", dijo este lunes a Efe el analista colombiano Gonzalo Palau, profesor de economía de la Universidad del Rosario de Bogotá.

"Aunque Obama afronta una situación crítica en su país y el exterior, debe hacer un esfuerzo urgente para recomponer las relaciones con Latinoamérica y dar seguridades de que las prácticas de espionaje industrial que se denuncian obedecen a personas o empresas aisladas, y no a una política de Estado", señaló Palau.

Rousseff aseguró que el esquema de espionaje se ha centrado en sectores estratégicos, como el minero y petrolero, renglones comunes a otros países de América Latina, una región exportadora de materias primas y recursos minero-energéticos, principalmente.

Brasil cuestionó duramente este lunes a Canadá y convocó a su embajador en Brasilia, por su supuesta participación directa en el espionaje contra el Ministerio brasileño de Minas y Energía, lo que fue revelado el domingo por la televisión Globo basándose en documentos del exanalista de la CIA Edward Snowden.

Asimismo, Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Bolivia México, Ecuador, El Salvador, Perú, Venezuela y otros países latinoamericanos han rechazado, en distinto tono, las prácticas de espionaje de EE.UU. denunciadas por Snowden, refugiado en Rusia, y varios de ellos llevaron su queja ante la Asamblea General de la ONU.

No obstante, ninguna de las otras naciones de América Latina ha hablado tan duro, ni tomado medidas tan fuertes como Brasil, más allá de la tradicional retórica anti-estadounidense de Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros miembros de la alianza de signo socialista en la región.

Colombia, Chile, México y Perú, fundadores de la Alianza del Pacífico, con un mercado potencial de casi 210 millones de personas y un PIB equivalente al 35 % del de la región, optaron por la prudencia la hora de cuestionar las prácticas del su socio norteamericano.

"En todo caso, las denuncias de Brasil ponen de presente que algo muy delicado está ocurriendo en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, y parecen darle la razón a (el fallecido presidente venezolano Hugo) Chávez, cuando dijo que un acuerdo comercial entre ambos bloques era imposible", dijo a Efe el analista colombiano Guillermo Penagos.

Chávez, fallecido en marzo pasado, se distinguió como un crítico radical de EE.UU., y en noviembre de 2005, en la cumbre de la OEA en Mar del Plata (Argentina), dijo que el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), impulsado por el país norteamericano, se iba "al carajo".

"Lo de Chávez fue fuerte en su momento, pero ahora vemos que Estados Unidos no pretende una relación comercial justa con los países del sur del río Bravo, sino someterlos y desestabilizarlos mediante prácticas de espionaje, en este caso industrial", señaló Penagos.

Estados Unidos tiene en la actualidad acuerdos de libre comercio con una veintena de países, once de los cuales son latinoamericanos: Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, México, Panamá y Perú.

El sucesor de Chávez en Venezuela, su pupilo Nicolás Maduro, ha dicho en reiteradas oportunidades que desde EE.UU existe un plan para desestabilizar al país financiando a grupos de "extrema derecha del país" para que realicen apagones de energía o generen fallas en la industria petrolera.

Maduro anunció hace una semana la expulsión de tres funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en Venezuela, incluyendo a Kelly Keiderling, encargada de negocios y diplomática de mayor rango de la embajada estadounidense en Caracas, por supuestamente apoyar a grupos que sabotean la economía.

La Administración del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, aliado de Maduro, denunció a EE.UU. ante la ONU por su programa internacional de espionaje, y ha asegurado que "países poderosos" pretenden desestabilizar gobiernos progresistas en Latinoamérica.

El presidente boliviano, Evo Morales, ha condenado varias veces el espionaje de Estados Unidos que, según el mandatario, espía no solamente a los gobiernos "antiimperialistas" sino también a sus "aliados".

Costa Rica, El Salvador, Honduras y Nicaragua han condenado las prácticas estadounidenses, pero Guatemala y Panamá son los países centroamericanos que han optado por la prudencia en ese asunto.