SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Como en un lienzo pintado por el mejor artista sale el sol por la montaña que está a 750 metros sobre el nivel del mar, la misma que en sus entrañas guarda la piedra larimar, tesoro que les otorga el sustento a cientos de familias de la provincia Barahona, la Perla del Sur, la del calor ardiente y hermosas playas.

Demandada por los artesanos dominicanos, el larimar representa un negocio que involucra a una cadena de actores. Y los mineros que, con métodos todavía rústicos, la extraen en esta comunidad del Sur Profundo, son el primer eslabón.

“Aquí somos mineros de herencia porque nuestros padres fueron los fundadores de esta cooperativa y aunque hayamos estudiado en nuestros tiempos, de esto es que vivimos”, manifiesta Enó Gómez, quien posee un hoyo de la mina de larimar.

Jóvenes y padres de familias, provenientes del pueblo de Barahona, del distrito municipal de Bahoruco (ojo, no confundir con la provincia del mismo nombre), de los distritos El Arroyo, Juan Esteban y La Ciénaga, se concentran en 55 hoyos que forman parte de esta mina. Su tarea diaria: extraer este mineral. Pero esta actividad productiva no será eterna, y periódicamente surgen contradicciones y conflictos entre los intervienen en la cadena de comercialización y los mineros.

“Los mineros no tenemos un mercado seguro”, es lo que repite sin parar Luis Arboleda cuando se le pregunta sobre las ventas y las ganancias. Y es que desde hace años artesanos y mineros se han visto enfrentados.

“Han surgido una serie de luchas para tratar de preservar esa piedra a nivel de grupos artesanales y mineros, porque uno ha tenido la visión más posicionada, ya que sabe lo que implica el agotamiento de los recursos de una forma irracional”, señala Jorge Caridad.

Caridad es artesano y fundador del Museo del Larimar que opera en la Zona Colonial de Santo Domingo de Guzmán, Distrito Nacional, uno de los lugares a donde acuden los turistas a comprar adornos y prendas hechas con larimar, oro y plata.

Destaca que en los últimos años los artesanos dominicanos sufren una baja en la adquisición del mineral.

“Los mineros están exportando las piedras para venderlas más caras, porque los artesanos nos hemos quedado un poco desfasados, ya que no todo el mundo está capitalizado para poder tener las piedras de la calidad que debe de tener”, dice.

Caridad también reprocha que si el larimar es vendido a 1 dólar el gramo a los extranjeros y luego la piedra es procesada y vendida a 20 dólares el gramo, podría ser un beneficio para los dominicanos si se exporta trabajada por los artesanos nacionales, lo que generaría ganancias para todos en la cadena comercial.

Jorge es respaldado por Marcial Pinales, presidente del Frente para el Desarrollo de la Comunidad Artesanal Dominicana, quien crítica la exportación de la piedra y apunta que el larimar se está vendiendo en bruto a países como Japón y Rusia, donde está siendo presentado como propio, cuando se trata de una piedra auténticamente dominicana.

“Cuando se llevan el larimar en bruto inmediatamente el país queda desabastecido y la mano de obra dominicana exterminada, porque lo van a trabajar en otro lugar que no es su país de origen”, apunta.

Mientras, Arboleda y sus homólogos aseguran la piedra “no se come” por lo cual su excedente de alguna forma debe generar una entrada para los que corren el riesgo día a día en el centro de la tierra.

“Los artesanos nacionales no están en la capacidad de adquirir toda la materia prima”, expone Arboleda.

Explicación que es rechazada por Roberto Nieves que trabaja el larimar desde hace 25 años. “Hay que estar muy bien relacionado para conseguirla en la mina, y ellos venden más caro que nosotros porque se están enfocando desde el punto de vista turístico, debido a que quienes los visitan tienen mayor poder económico que los que vienen aquí”.

Por su lado, Darío Balbuena, quien se describe como uno de los dueños de la mina del larimar, nacido en Bahoruco y artesano, argumenta que sus padres lucharon por mantener en pie la responsabilidad de producción de esta piedra.

“Cuando nosotros vamos a comprar 10 libras y ellos tienen un quintal, entonces dicen: Cómprame el quintal entero. Pero yo no puedo comprar un quintal a 3,000 mil pesos (* el peso dominicano se cotiza en estos momentos a la tasa de RD$43.15 por US$1.00) la libra, que son 300 mil pesos (US$6, 952). Y si yo voy con 20 mil (US$463.5),creo que el deber del minero es decir: Él necesita 10 libras, vamos a venderle las 10 libras para que se vaya superando”, expone Balbuena.

Resalta no pueden invertir la misma cantidad que hacen los grandes comerciantes o los extranjeros que vienen al país.

Inequidad en los precios y ganancias

A pesar de que la libra de la piedra en bruto del larimar es vendida a los artesanos dominicanos en 1,300 (US$39.13) o 1,500 pesos (US$34.7), la inequidad en la distribución de las ganancias es evidente.

“La única ganancia que nosotros tenemos es sacarlo, así como ustedes ven que lo estamos sacando, y venderlo a 1,300 pesos la libra”, establece Reynaldo Arboleda, señalando una gran peña de la pectolita recién obtenida de la tierra.

Roberto Nieves, artesano, se queja de que a pesar de que la piedra puede ser adquirida en un precio prudente no es seguro ni frecuente que contenga larimar de buena calidad.

Por esta razón, el precio de la venta posterior de esta piedra es diverso.

“Ellos, la libra la van a trabajar, y si el gramo de oro vale 2,000 pesos (US$46.3) entonces ellos montan larimar en oro y lo venden 2000 pesos también…o sea, que un gramo de larimar vendido por ellos cuesta 2 veces la libra en bruto que nosotros les vendemos”, indica con pesar Reynaldo Arboleda.

Esta explicación es asentida por Nieves, quien manifiesta que nada es seguro en este negocio. “Este brazalete viene costando algunos 2,500 pesos (US$57.9), porque el larimar es una piedra preciosa y no se monta en fantasía, y ahí es que está el problema; a veces algo de fantasía puede costar más que un arete de larimar, porque no nos han dado el apoyo correspondiente”.

Nieves procesa su mercancía en el Mercado de la avenida Padre Castellanos, ubicado en el sector 27 de Febrero en el Distrito Nacional. Explica que los mineros no son los únicos que pierden, ya que los artesanos que hacen las joyas deben trabajarlas y venderlas a terceros que poseen joyerías, quienes las venden al por mayor o al detalle a los clientes finales.

“Yo tengo unos 15 brazaletes, que los venderé al por mayor en 30 mil pesos (US$695), pero de eso sólo me voy a ganar 8,000 mil pesos (US$185.4) por todos, y seguro quien me los comprará los venderá en unos 5,000 pesos (US$115.8) cada uno”, deplora.

Aunque no a todos les va igual, Jorge Caridad, propietario del Museo de Larimar, posee una joyería y un taller donde elabora y vende sus trabajos a los turistas.

Pequeñas piedras de distintos tipos de larimar es posible encontrar en la tienda de Caridad. Los precios de las más pequeñas promedian 5, 7 y hasta 10 mil pesos (US$231.7). Esos precios, según explicarn los comerciantes, dependen del peso de la piedra y de la calidad de la roca usada.

“En la Zona Colonial un collarcito con larimar sale carísimo, con una piedra que es a la que llamamos maco o de tercera calidad, porque es más blanca que azul”, resalta Arboleda.

Además de collares y pulseras desde 12 mil (US$278) hasta 60 mil pesos (US$1,390.4), si es trabajado con plata u oro.

“Cuando se compra el producto en bruto, tú lo compras a un precio inferior, pero cuando lo procesas ya lo vas a vender a un precio superior. Por ejemplo, cuando tú haces una piedra para un anillo que tiene 5 gramos y le montas 3 gramos de plata, ya ese anillo no lo vas a vender a razón de 10 o 15 pesos el gramo de piedra, sino a razón de 35 o 40 pesos (US$0.92) el gramo del trabajo completo terminado”.

¿Solución?

 

A pesar de las contradicciones entre mineros, artesanos y comerciantes, todos expresan su confianza en una posible solución ofrecida por el presidente de la República Danilo Medina, quien les prometió la construcción de una escuela artesanal para preparar a los moradores del sur y preservar la piedra en el país.

“La escuela no nos quita trabajo, ya que los de allá van a elaborarlo, lo que nos da tiempo a que ellos puedan extraer más y nosotros comprarlo, mientras ellos están ocupados con la pasada producción; así todos nos mantendremos produciendo en todo el país”, asentó Pinales.

Los reporteros de de Acento.com.do, en su visita a Barahona, pudieron observar que la escuela estaba en proceso de nivelación del terreno, para su posterior construcción.

Descubrimiento

El ingeniero geólogo Osiris de León explica que el larimar es una roca volcánica que surgió de las erupciones ocurridas durante la era mesolitica, hace 100 millones de años, en lo que es hoy la comunidad Las Filipinas, en el Distrito Municipal de Bahoruco. Ha pasado mucho tiempo.

"La roca de donde sale el larimar es una roca volcánica, estamos hablando de que hace unos 100 millones de años que allí había una actividad volcánica permanente, más o menos en la era mesolitica", explica.

Agrega que desde entonces la tierra ha girado en torno al Sol por lo menos cien millones de veces, según los científicos.

A mediados del siglo XX las rocas que pasaron desapercibidas desde los tiempos de Enriquillo se fueron desplazando hasta ser visibles para los que habitaban en Bahoruco (ojo, no confundir con la provincia del mismo nombre), Barahona.

“El larimar se formó en un depósito volcánico como un mineral secundario donde hay presencia de cobre nativo que por la humedad a formado carbonatos como son la azurita (que es de color azul) y la malaquita (que es de color verde), y ha generado un mineral que tiene un color exclusivo”, explica el geólogo Osiris de León.

La República Dominicana no es el único país que cuenta con este tipo de pectolita (roca compuesta de hidrato ácido de silicato de calcio y sodio) ya que también se encuentra en California, New Jersey, Arkansas, Bahamas y Rusia.

Lo que diferencia el larimar dominicano es que tiene un color azual turquesa, distinto a las demás, condición que la hace única en su atractivo.

“La pectolita de otros países que la gente al verlo de color blanco o amarillento pálido pues no le atrae tanto como ese azul turquesa y a veces verde cercano al azul turquesa que es propio de nuestro país”.

El padre Miguel Domingo Fuertes, fue el primero en descubrir la preciada piedra en el año 1916, específicamente en la zona de Los Chupaderos y Los Checheses.

Posteriormente, en el año 1974, el artesano Miguel Méndez colectó algunas muestras que probó en su taller resultando ser satisfactorias, dándole así el nombre de “larimar” por su hija Larissa y el término “mar”.

“Miguel Méndez, acompañado por un norteamericano, caminado las playas de Bahoruco que se encuentra a unos 25 kilómetros de la mina, descubrieron esas piedrecitas que parecían vidrios azules. Y cuando se llevaron la primera muestra, entonces se dieron cuenta que era una piedra semipreciosa”, explica orgulloso el presidente de la Cooperativa Larimar-Bahoruco, Luis Arboleda.

“Mientras más azul es la piedra, es más valiosa y costosa”, explican una y otra vez los mineros y artesanos que hablaron a los reporteros de Acento.com.do.

Esta piedra semipreciosa se divide en tres tipos conocidos de larimar: de primera, de segunda y de tercera, siempre dependiendo del grado de azul de las rocas.

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