Panky Corcino/Especial para Acento.com.do

SANTO DOMINGO. República Dominicana.–La turbiedad de las aguas y el arrastre constante de basuras y bloques de lilas dificultan el anclaje de los buques en Sans Souci y San Diego, dos puertos que forman parte de un ambicioso proyecto turístico desde hace nueve años, cuando la gestión de Leonel Fernández vendió  por US$39,375,000 unos 495,211.58 metros cuadrados (más de 788 tareas) del litoral de Santo Domingo al sector privado.

También atentan contra el Plan de Gobierno del presidente Danilo Medina y su pretensión de que la llegada de turistas aumente hasta diez millones anuales en la próxima década. Con ese propósito, el mandatario busca “crear las bases requeridas para dinamizar el turismo de cruceros y convertir a la República Dominicana en la Terminal Caribeña de Cruceros”.

“La contaminación del Río Ozama afecta, en primer lugar, a las Líneas de Cruceros que vengan al país, ya que este cúmulo de basura dañas las hélices de las embarcaciones teniendo que incurrir en gastos para traer técnicos y buzos de fuera para reparación”, señala al respecto Orfila Salazar, directora del Departamento de Cruceros del Ministerio de Turismo.

La potencialidad del Gran Santo Domingo y su centenaria Zona Colonial como destino de cruceros se encuentra afectada. República Dominicana recibió el año pasado 4,737 embarcaciones, de las que 320 trajeron pasajeros, según la Autoridad Portuaria. “La recepción de turistas vía marítima creció en un 12.5% en 2013, con la llegada de 386,460 turistas, frente a los 338,331 que llegaron en 2012”, destaca el organismo en sus memorias de rendición de cuentas.

La mayor parte de turistas en cruceros llega por La Romana, según datos de la Autoridad Portuaria suministrados por el Ministerio de Turismo. En 2012 la provincia de la zona Este recibió 101 buques con 230,249 turistas. A la terminal Sans Souci, en la desembocadura del Ozama, llegaron sólo 12, con un total de 4,048 pasajeros. Aunque en la terminal Don Diego anclaron 140, con 35,066, estas cifras incluyen a los pasajeros de El Ferry que viaja con regularidad entre República Dominicana y la vecina isla de Puerto Rico.

“Es triste que la primera impresión que tengan éstos (los pasajeros de los cruceros) al llegar a Santo Domingo sea la basura del río Ozama. Esto no nos ayuda, ya que los pasajeros dejan malos comentarios del destino en la línea de crucero, haciendo que  descarten el destino y desestimen volver en una próxima temporada”, dice Orfilia Salazar.

Mientras, la bióloga Felicita Heredia, ex directora del Departamento de Recursos Costeros y Marinos de Medio Ambiente, entiende que el costo de resolver el problema de la contaminación del Ozama y el Isabela no debe ser asumido sólo por el Estado. “Como ha entrado una parte del río en el proceso de privatización son ambas entidades, gubernamentales y no gubernamentales, las que tienen que participar en los planes programas y proyectos de recuperación del Ozama para poder garantizar el turismo que se pretende desarrollar”, dice.

Desde que el 3 de junio de 2005, cuando el entonces secretario de Obras Públicas Manuel de Jesús (Freddy) Pérez firmó el contrato de venta con la empresa Constructora Inversiones Turísticas Sans Souci, S. A., conformada por Juan B. Vicini Lluberes, Lisandro Macarrulla y Osvaldo A. Oller Villalón, al río Ozama –vapuleado por industrias y por la presión de sectores sociales empobrecidos– le nacieron parientes ricos.

A los gestores del proyecto Sans Souci, que se ha retrasado en sus distintas etapas, les preocupa el alto grado de contaminación de los ríos Ozama e Isabela. La empresa incluye en su capítulo de responsabilidad social un proyecto que, aunque con marcada timidez, está orientado a crear conciencia sobre la problemática que genera la contaminación en el entorno de los importantes cuerpos de agua.

“El saneamiento de Ozama e Isabela, va a depender de la solución de los problemas de hacinamiento que hay en sus márgenes y la solución a la falta de plantas de tratamiento y estaciones depuradoras de desechos por parte de las instalaciones industriales que allí existen.” (Felicita Heredia/Bióloga de la Academia de Ciencias y de la Comisión Ambiental de la UASD)

En enero, el empresario Lisandro Macarrulla, firmó con el rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), Agripino Núñez Collado, un acuerdo de colaboración para promover en la academia la campaña denominada “El Río, Espejo de Mi Barrio”. A partir de esta iniciativa la empresa promueve entre el personal docente y los estudiantes la necesidad de preservar los ríos Ozama e Isabela.

Los datos sobre la contaminación que difunde la empresa dibujan un panorama preocupante: existen al menos 81 fuentes contaminantes (23 directas y 58 indirectas) y 41 de ellas llegan al mar Caribe a través del Isabela. Las playas no se pueden aprovechar porque al litoral llegan “tres veces más de la cantidad de bacterias coliformes fecales y coliformes totales que son permitidas por los protocolos nacionales referentes al agua de balnearios”.

La empresa cita estudios del Instituto de Innovación en Biotecnología e Industria que arrojan que cada 100 centímetro cúbico de agua en la costa caribe de Santo Domingo contienen:

-3,100 partículas bacteria coliformes totales

-350 partículas bacteria Escherichia coli

-1,100 partículas bacteria coliformes fecales.

Un tétrico panorama

Limpiar las aguas será una labor titánica. Basta hacer un recorrido en lancha por los ríos Ozama e Isabela para comprobar la magnitud del problema. Niños de los barrios empobrecidos se movilizan descalzos por terrenos fangosos donde descargan las cañadas y que son aprovechados para la crianza de cerdos.

Varios puntos de los afluentes son utilizados por vendedores de metales para desguazar grandes barcos. Empleados de la empresa Seaboard tienen que estar en forma permanente alejando los residuos sólidos y montículos de lilas de las dos plantas eléctrica flotantes que mantiene la empresa en el Ozama y que, por demás –según los biólogos– contribuyen a dañar el río con el proceso de enfriamiento de sus calderas.

Felicita Heredia, quien también pertenece a la Academia de Ciencias y de la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), asegura que el proyecto del Puerto Sans Souci, así como la reubicación de La Barquita, y la construcción de la Línea 3 del Metro de Santo Domingo, son intervenciones que “requieren, necesariamente, las obras que tienen que ver con la recuperación y saneamiento del río Ozama”.

Las autoridades tratan de desarrollar un Plan Maestro de Alcantarillado de Santo Domingo desde 1969, recuerda el director de la CAASD, Alejandro Montás.

Su gestión apuesta a un proyecto de construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales en las márgenes de los ríos. Para ello espera la aprobación en el Congreso de un contrato suscrito “grado a grado” por la gestión de Leonel Fernández con la firma española Incatema Consulting. La iniciativa, que se desarrollará mediante la a modalidad “llave en mano,” conlleva un financiamiento de 55.7 millones de euros (más de RD$3,325 millones de pesos).

Se trata sólo de una pequeña parte de la inversión que requeriría sanear el estuario en el que la inmobiliaria Sans Souci pretende construir una lujosa marina equiparada a otros puertos famosos del mundo.

“Es triste que la primera impresión que tengan éstos (los pasajeros de los cruceros) al llegar a Santo Domingo sea la basura del río Ozama. Esto no nos ayuda"

Felicita Heredia entiende que sanear los ríos requerirá de más de una planta de tratamiento. “Poner en funcionamiento plantas de tratamiento, sin resolver el problema social unido a los problemas de deforestación en la zona alta y media de la zona, no creo de los resultados deseados”.

El ecologista Eleuterio Martínez comparte esta opinión. Sostiene que sólo las industrias que se encuentran en la zona alta de la avenida Máximo Gómez requieren de la construcción de una planta, debido a los desechos químicos que generan y que van a parar al Ozama y el Isabela.

“Los ríos Ozama e Isabela se mueren por las industrias. La contaminación orgánica generada por los barrios empobrecidos es la más simple de resolver. Pero los residuos químicos son fatales porque contienen además metales pesados, como cromo y plomo”, dice.

Mientras, Felicita Heredia recuerda que los problemas del Ozama y el río Isabela empiezan más allá de los límites del Gran Santo Domingo. “Inician desde la zona de su nacimiento, en donde han ocurrido desmonte y prácticas mineras no planificadas, lo cual afecta, evidentemente, por los arrastres a estos cursos de agua”.

Hace una décadas el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI) analizó el problema de las cañadas del entorno de los ríos y determinó que “los problemas ambientales son caracterizados por los residuos de grasas, desechos domésticos, descarga de aguas negras, descomposición de materia orgánica a cielo abierto, aguas estancadas, fetidez y contaminación de las fuentes de agua que reciben las descargas de estas cañadas”.

Apuntaba, por ejemplo, que la Cañada Benavides recibe descargas de aguas residuales procedentes de los hospitales Luis Eduardo Aybar y Moscoso Puello, lo cual entraña un problema de salubridad.

Intervenciones tímidas o nulas de las autoridades

El Ministerio de Medio Ambiente carece de planes para sanear a los ríos Ozama e Isabela. Lo mismo sucede con la Autoridad Portuaria que dejó esa labor en manos de la empresa del Grupo Vicini, que administra los puertos Don Diego y Sans Souci.

La Alcaldía del Distrito Nacional realiza algunas acciones en el entorno de los ríos Ozama e Isabela. Su secretario general, Andrés Navarro, dice que el cabildo coordina la recogida de residuos sólidos en los barrios con cuatro empresas comunitarias de aseo urbano (Fundación Escoba, Fundazurza, Fucosagucigua27 y Funsaco) conformadas desde 2002 por agrupaciones barriales en sectores como La Ciénaga, Guachupita, Los Guandules, 27 de Febrero, Gualey, 24 de Abril, Simón Bolívar, Capotillo y La Zurza.

“Con estas empresas comunitarias se ha establecido un sistema de recolección de basura al interior de los barrios que ha permitido mantenerlos en adecuado estado de saneamiento, incluyendo brigadas de eliminación de vertederos en las orillas de los ríos Isabela y Ozama”, dice el funcionario.

En cuanto a la reducción de residuos arrastrados hacia la costa de Santo Domingo, la ADN instala una estructura metálica adosada al puente flotante del río Ozama.

La malla metálica busca retener residuos sólidos y plantas acuáticas arrastradas por las corrientes. “Aún no se ha concluido la infraestructura por dilación en la adquisición de un dispositivo del montacargas previsto”, dice Navarro.