COTUÌ, República Dominicana.- República Dominicana.- La historia del Aserradero Zambrana, ubicado en las entrañas montañosas de Cotuí, municipio central de la provincia Sánchez Ramírez, comienza en el 1991. Pero cambia radicalmente a raíz de su relanzamiento en octubre del pasado año, tras el proceso de remodelación y equipamiento auspiciado por la empresa Barrick Pueblo Viejo y la ONG Enda Dominicana.

Esta acción se enmarca en el proyecto agroforestal desplegado por ambas entidades en las secciones de Zambrana y Chacuey, localizadas a pocos kilómetros de las operaciones de la minera en este municipio de la provincia Sánchez Ramírez, e implicó una inversión superior a los 2,6 millones de pesos.

“Aquí se aprovecha todo. La corteza para abono, la madera de tercera, de segunda, de primera, de súper primera secada al horno, y madera en general para venta al público. Luego el aserrín también se vende para uso en biomasa”

La sustitución de maquinarias obsoletas, de la infraestructura energética, la modernización de los procesos productivos, así como la capacitación del personal operario y administrativo, han hecho de este pequeño aserradero un modelo exitoso de empresa comunitaria, gestionada por los lugareños en armonía con el medioambiente.

Pedro Ferreira, directivo la Federación Campesina Zambrana-Chacuey, asegura que el aserradero ha devenido en “el alma económica” de estas comunidades, y atenuado el impacto del período de sequía en una zona tradicionalmente dependiente de la agricultura.

La empresa provee 17 empleos directos en estos momentos.

“Antes, al otro aserradero le metíamos 100 metros cúbicos, y quizás podían sacarse 50 metros cúbicos, porque la sierra era de un centímetro y cada vez que se pasaba cinco veces, pues se llevaba la tabla, o sea que se perdía la mitad” de la madera.

Agrega que el proceso trajo también una drástica disminución de los costos operacionales, que junto al pago del personal absorbían casi todo el capital.

“Era muy poco rentable. Un tanque de gasoil que se compraba en 13 mil pesos daba para tres días de operaciones, pero ahora con un tanque podemos pasar dos meses trabajando, por el tipo de maquinarias y de tanques” que tiene la instalación.

Del vivero y al mercado

Los árboles de acacia, teca y melina que mayormente se procesan en el aserradero son cultivados por agricultores de la zona, que son los suplidores de la materia prima y socios a su vez de la empresa. Una vez “crecen y maduran, se traen para hacerles los cortes de acerrado, se clasifica la madera”, que sale al mercado en sobre todo en “varas” utilizadas en la construcción de enramadas, ranchos, invernaderos, entre otras edificaciones.

Ferreira nombra a ferreterías y constructores de Jarabacoa, Constanza y Santiago entre los principales adquirientes del producto, que se vende hasta “a 60 pesos la vara, el pie lineal a ocho pesos y la madera aserrada por metro cúbico, a 2 mil o 2,500 pesos”, dependiendo del grosor.

Pero no solo a la madera se le saca provecho, explicó Mamerto Valerio, gerente ejecutivo de ENDA Dominicana, en el marco de un recorrido con periodistas por el aserradero y otros componentes del proyecto “Manejo y conservación de los recursos naturales de las Colinas Bajas, desde Pueblo Viejo hasta Los Haitises”.

“Aquí se aprovecha todo. La corteza para abono, la madera de tercera, de segunda, de primera, de súper primera secada al horno, y madera en general para venta al público. Luego el aserrín también se vende para uso en biomasa”, al tiempo que se mantiene el proceso continuo de reforestación, sostuvo.

La materia prima es cultivada en viveros por los agricultores.

En las instalaciones trabajan unas 17 personas, y la asociación, aparte de los 150 miembros de la asociación. “Pero hay 2,500 pequeños productores, que de una u otra manera suplen transporte, servicios, revendedores, que dependen, se relacionan” con esta actividad productiva y comercial.

El ejecutivo de ENDA, una organización internacional con sede en Senegal, África, y más de 30 años de presencia en la zona, señala que el proyecto que implementan junto a la minera canadiense contempla la plantación de un millón y medio de árboles en sus cinco años de duración, del 2012 al 2016.

En los dos años restantes, “el proyecto se va a enfocar en agregarle valor a los productos, y estamos buscando mercado internacional” para la madera que pare la tierra de Cotuí, indica Valerio.

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