CIUDAD DE PANAMA.- Curundú es uno de los barrios más violentos de la capital panameña, y por supuesto con grados de marginalidad, abandono y carencia de servicios que superan a muchos otros lugares empobrecidos. Miles de personas se asentaron en los terrenos del sector, aprovechando la cercanía de las aguas del Río Curundú. Hace más de 40 años que más de cinco mil personas padecen el rigor de la miseria en plena capital del país.
Curundú se encuentra en las proximidades de una de las más modernas avenidas de la ciudad, la llamada Cinta Costera, que fue construida ganando terreno al océano, y que se ha convertido en una avenida para la recreación, los ejercicios, las protestas, caminatas y muchas otras manifestaciones de los panameños. Extender este proyecto requería de una mejoría de las condiciones de uno de los barrios circundante: Curundú.
El Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial llamó a un concurso para la construcción de un proyecto de viviendas y mejoría de las condiciones de los residentes en el barrio.
El proyecto fue ganado por la empresa Odebrecht, que para desarrollarlo como plan de infraestructura debió comenzar por la parte social y cultural, y por establecer acuerdos bien claros con los pobladores sobre las viviendas que se construirían y la forma en que se entregarían a los mismos habitantes de allí.
Hoy día se presenta ese plan como “el único proyecto de renovación urbana y social donde se reubica a sus habitantes en el mismo sector”. Los responsables del trabajo, en primer lugar estudiaron el hábitat y la composición social y cultural. Se insertaron –con muchas dificultades- y lograron algunos acuerdos que dieran sostenibilidad al proyecto.
No llegaron con agentes policiales (Panamá no tiene ejército) ni representando la autoridad del gobierno, que en ese sector carecía de poder. Llegaron los técnicos de Odebrecht dispuestos a negociar con los residentes y con el interés de presentar las ideas que tenía el gobierno para ellos.
Julio Lopes, director del contrato, cuenta que encontraron a Curundí gobernado por 12 bandas, que tenían el barrio dividido por sectores y que eran las que imponían el terror o la tranquilidad en cada sitio. Hubo que negociar con los líderes de las bandas, incluir a sus dirigentes como parte del proyecto, con responsabilidad en la supervisión o capataces. Para ello hubo que instruirlos.
En algunos casos muchos de los líderes de bandas abandonaron las armas y terminaron sus conflictos con la ley. En ese sentido es que el proyecto trabajó la parte social y cultural, y comenzó a ofrecer el nuevo rostro de Curundú. Comenzaron en abril del 2010. Las primeras familias entregaron sus casas para ser destruidas luego de recibir viviendas provisionales en las cercanías.
Se inició el proceso de limpieza y canalización del río Curundú, se trazaron las calles y casi de forma inmediata el índice de delitos en Curundú se redujo en un 79%. Los delincuentes estaban integrados al trabajo remunerado, aunque mantenían la vigilancia sobre sus territorios y la competencia con otros grupos.
Se crearon grupos de trabajo en las áreas de salud, cultura, artesanías, convivencia pacífica, emprendimiento económico, educación y educación financiera, mediación comunitaria y escuelas para padres.
La obra ha sido valorada más por sus dimensiones sociales, culturales y de cambios de actitudes que por la parte física de infraestructura. El gran desafío ahora es cómo se va a integrar a todos los integrantes de Curundú, que sobrepasan las cinco mil personas, cuando las viviendas que están a punto de entregarse apenas llegan a mil.
Curundú se ha convertido en un proyecto modelo. Delegaciones de legisladores y personalidades de diversos lugares del mundo llegan a conocer la experiencia. La reducción de la violencia y la delincuencia es un punto importante, aparte de haber integrado a personas en conflicto con la ley al trabajo comunitario.
Por Curundú han pasado desde el Procurador General de Panamá, hasta el propio presidente Ricardo Martinelli, incluyendo al ex presidente de Brasil Luis Ignacio Lula. Se han firmado acuerdo con universidades, ministerios como el de Educación y Salud, y se han firmado pactos con empresas para dar continuidad a la integración de las personas de Curundú a las labores productivas.
Las viviendas no serán regaladas. Cada quien tendrá que pagar por ellas. Hay, eso sí, un reconocimiento por la vivienda anterior, que es parte del pago de las viviendas nuevas. Los beneficiarios de las casas tendrán que pagar 15 mil balboas, que es igual a 15 mil dólares, en un período de 15 años. Con el mejoramiento del barrio el precio de la propiedad inmobiliaria ha crecido y se supone que los que reciban viviendas no tendrán interés en venderlas. Se estima que el pago mensual será de 50 balboas para cada familia. El subsidio que ofrece el gobierno es de 35 mil balboas a cada familia, porque el costo de cada apartamento es de 50 mil, incluyendo el valor del terreno, que era propiedad pública.
“Esto que estamos haciendo en Curundú es un Proyecto Estrella, un proyecto que le va a cambiar la vida a la ciudad…”, declaró el presidente Ricardo Martinelli en su visita a Curundí. De su lado Luis Ignacio Lula dijo es “es un proyecto extraordinario y creo que motivará más inversiones en Panamá. No hay nada más barato en el mundo que ocuparse de los más necesitados”.
Otra visita fue la del ingeniero Marcelo Odebrecht, presidente de la empresa brasileña, quien quiso conocer personalmente el trabajo que se realizaba en Curundú.
La inversión del gobierno de Panamá en el proyecto es de 196 millones de dólares. Acento preguntó a Julio Lopes, el coordinador del proyecto, si no había demandas de otros sectores marginados de Panamá reclamando que les hicieran proyectos parecidos, y respondió que sí, que en la ciudad de Panamá hay mucha expectativas, que sectores empobrecidos en Colón han reclamado algo parecido. Dijo que los medios de comunicación han visitado y mantienen la atención sobre el proyecto.
El proyecto incluye viviendas, canalización del río, acceso a agua potable, seis canchas de fútbol, seis canchas de usos múltiples y seis parques infantiles. También se construye un anfiteatro para actividades culturales y recreativas y un centro de capacitación, que proporcionará cursos técnicos. El proyecto proporcionará estimulo a la microempresa dentro de Curundú a través de panaderías, talleres de mecánica y de artesanías y se remozará la fachada del estadio Juan Demóstenes Arosemena, que está en la entrada del barrio Curundú.
Los edificios son de 4 pisos y cada piso tiene 4 apartamentos de 48 metros cada uno. Todos los apartamentos estarán equipados con servicios eléctricos, sanitarios y de telefonía.
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