Roma, 4 dic (EFE).- Unos 7,5 millones de adultos pasan hambre en la Unión Europea (UE), aproximadamente la mitad de los 14,3 millones de personas que sufren esa situación en toda Europa y Asia Central, informó hoy la FAO.
El último informe de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indica que entre 2014 y 2016 había 7,5 millones de adultos en los 28 países de la UE que no tenían los alimentos necesarios para garantizar su alimentación, el equivalente a un 1,7 % de la población.
Según una encuesta realizada en ese periodo para medir el nivel de inseguridad alimentaria, un total de 9,7 millones de habitantes de la UE vivían en hogares donde al menos una persona pasa hambre.
Tras los progresos alcanzados en los últimos años, la situación en Europa y Asia Central parece haberse estancado, ya que la prevalencia de la subalimentación se mantiene sin cambios en el Cáucaso y el centro del continente asiático, según el informe.
"La pobreza sigue siendo el obstáculo más importante para la seguridad alimentaria", aseguró en un comunicado el representante regional de la FAO, Vladimir Rakhm
A la cabeza se halla Tayikistán, con un 30 % de su población que pasa hambre, en concreto unos 2,6 millones de personas.
"La pobreza sigue siendo el obstáculo más importante para la seguridad alimentaria", aseguró en un comunicado el representante regional de la FAO, Vladimir Rakhmanin.
Otros problemas que afronta la región son el sobrepeso y la obesidad, después de que en 2014 hubiera 171,8 millones de adultos obesos en toda Europa y Asia Central (uno de cada cuatro adultos), una cifra que aumentó un 30 % desde 2000.
Solo en la UE la proporción de obesos se situó en el 24,8 % de su población adulta, el 20 % más que en 2005, de acuerdo a datos recopilados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por países, la tasa más alta de obesidad correspondió a Malta, con un 29,6 % de la población adulta, seguida de Turquía (29,3 %) y el Reino Unido (29,1 %).
La FAO considera que el aumento de ese problema está relacionado con los ingresos per cápita, que permiten un mayor consumo de productos ricos en calorías en combinación con estilos de vida más sedentarios.
También influyen los bajos ingresos cuando se asocian con el consumo de alimentos baratos de alto contenido en grasas, azúcares y carbohidratos refinados, en medio de la falta de concienciación social sobre la necesidad de llevar una dieta sana.
El informe recuerda que la malnutrición en una o más de sus tres formas principales (desnutrición, exceso de nutrientes y carencia de micronutrientes) está presente en distintos grados en todos los países de la región, de modo que coexisten altas tasas de desnutrición infantil y de obesidad en niños, hombres y mujeres. EFE