SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Entre las múltiples y estériles gestiones que por casi dos años encaminó la cooperativa arrocera Riceland Foods con miras a establecer en el país un importante centro de distribución o “hub” regional, se cuentan encuentros con la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD), la Comisión Nacional Arrocera, el Ministerio de Agricultura y altas instancias palaciegas.
Una de las primeras puertas que tocó la empresa estadounidense, que comercializa el cereal y otros productos procesados en 75 destinos del mundo, fue la JAD, entidad del sector privado a la que presentaron el proyecto, que contemplaba la construcción de instalaciones para almacenar el arroz y desde aquí exportarlo a otros mercados de Centro, Suramérica, entre otras regiones.
“El año pasado nos visitaron para exponernos el proyecto que tenían, para invertir en el país en una gran cantidad de silos de almacenaje de arroz y también instalar factorías para traer el arroz al granel, pulirlo aquí y luego desde aquí poder exportar a otros destinos”.
Osmar Benítez, presidente ejecutivo de la JAD, agrega que recomendaron a la compañía lo mismo que a cualquier interesado en incursionar en un renglón productivo tan “sensible” en la República Dominicana, que incluso tiene implicaciones políticas, como el arroz.
“Nuestra recomendación fue que deberían reunirse con la Comisión Nacional Arrocera; también les dimos todos los contactos para que expusieran el proyecto, de Adofa (Asociación Dominicana de Factorías de Arroz), Fenarroz (Federación Nacional de Productores de Arroz) y de Coopearroz, la cooperativa de La Vega, que es la más exitosa del sector”, recuerda Benítez.
Adicionalmente, representantes de Riceland visitaron en palacio al ministro administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, encuentro en el que también estuvo Benítez, por invitación del funcionario. “Peralta lo primero que dijo es que ese era un tema muy delicado (el arroz), muy sensible para el Gobierno, y les dijo que le gustaría que hablaran conmigo, a lo que yo les reiteré mi consejo”.
El ejecutivo de la JAD atribuye el colapso del proyecto a la postura del sector arrocero, que adujo la posibilidad de que la multinacional arrocera procurara eventualmente hacerce con el mercado dominicano. Un "temor" que Benítez considera infundado, en este caso.
Los productores “tenían un temor muy grande de que esto fuera un truco de cámara para importar mucho más arroz a nuestro país”, no obstante las garantías ofrecidas por la empresa, en el sentido de que su único interés era "reexportar desde aquí” hacia otros mercados.
Osmar Benítez descarta que la cooperativa, que de hecho coloca en el país cuotas del cereal, pretendiera o pudiera en realidad inundar el mercado local valiéndose del proyecto, como alegaron productores y molineros.
“Aquí no se puede traer arroz si no está autorizado, y nosotros tenemos cuotas específicas tanto en la OMC (Organización Mundial del Comercio) como del DR-CAFTA (TLC con Estados Unidos y Centroamérica); o sea, que quien sea que se maneje y se instale aquí, eso inmediatamente pasa a declararse un territorio aduanero”, indicó.
“Se perdió una gran oportunidad”
Con la finalidad de dar a conocer su proyecto y despejar las dudas del sector, Riceland Foods se lo expuso en detalle a entidades como Fenarroz, la Comisión Nacional Arrocera (Cona) y de La Cooperativa de Servicios Múltiples Los Arroceros (Coopearroz), de La Vega y cuyos directivos incluso visitaron las instalaciones de la empresa en Arkansas, Estados Unidos.
“Ellos nos invitaron al muelle, nos mostraron las operaciones, que incluso venían a cooperar con nueva tecnología, y también le hicieron una presentación a la Comisión Arrocera en el Ministerio de Agricultura, hace como seis o siete meses”, recuerda César Espaillat, presidente de Fenarroz y uno de los dirigentes del sector que favorecía esta millonaria inversión.
“Lo que pasa es que la gente de Adofa y una gran parte de los productores vieron como que iban a competir con ellos aquí, cosa que no era cierto. Yo nunca vi que eso era posible, pero se impuso la mayoría y uno respeta las instituciones”, comenta.
Agrega que el proyecto “no pasó” en el seno de la Comisión Nacional Arrocera (Cona), entidad que preside el ministro de Agricultura, Ángel Estévez, en la que confluyen agricultores, molineros y toda la cadena productiva del sector, así como el Ministerio de Industria y Comercio.
“Se decidió pedirle a Agricultura que no se instalaran aquí, se le pidió al ministro (Estévez) que no diera el permiso, y la respuesta del ministro fue que iba a apoyar la decisión” de la Cona, relata Espaillat.
Asegura que la empresa había manifestado su interés en cooperar con el mejoramiento de la producción local, sobre todo en el cultivo masivo y la comercialización de variedades de alto valor en el mercado internacional, como los llamados "arroces aromáticos".
“Pienso que se perdió una oportunidad muy grande, muy brillante, porque si no somos competitivos con el arroz que tenemos, tenemos que buscar alternativas para ver qué hacemos con el libre comercio; ellos tienen lo que nosotros no tenemos, el mercado, y se pudo haber aprovechado eso”, apunta.
Otro líder arrocero que tampoco vio las intenciones ocultas que se le imputaban a Riceland fue Ángel Hernández, presidente de Coopearroz, institución que se había planteado una suerte de alianza o acuerdo con la cooperativa norteamericana, en procura de apoyo para la transferencia de tecnologías y la producción de variedades especiales.
“La razón por la que nos interesaba es porque el futuro de nuestra producción va a ser afectado por el DR-CAFTA y la industria arrocera debe diversificarse; entonces mejor aliarnos, aparte de que vimos lo que esto iba a significar para el aporte marítimo. Esa alianza iba a traer un gran desarrollo para el país”.
Señala que el hecho de que una operación de esa envergadura se radicara en suelo dominicano ampliaba oportunidades para desarrollar y colocar en el mercado externo variedades de grano mediano, que se venden a mejor precio que el tradicional arroz criollo. “Ellos serían un gran canal para la comercialización; estaban dispuestos a introducir y masificar variedades, y crear un fondo especial para ese desarrollo, para que pudiéramos convertir a RD en un nicho de esas variedades”, sostiene.
Además de lo que señala el presidente de la JAD, Hernández afirma que la empresa incluso manifestó su disposición de suscribir algún tipo de acuerdo, comprometiéndose a no importar volúmenes adicionales o determinados del cereal, sin la anuencia del sector arrocero.
En un último intento por evitar que Riceland Foods desistiera de establecerse en RD, Hernández indica que Coopearroz solicitó una cita con el presidente Danilo Medina, para exponerle cara a cara los beneficios que en su opinión implicaba para el país esta inversión.
“Nosotros solicitamos una entrevista con el presidente Medina, hace como siete meses, pero nunca recibimos respuesta”, reveló el dirigente agrícola al periódico Acento.
Según la información que dio a conocer este diario, República Dominicana constituía la primera opción de referencia para acoger esta cuantiosa inversión, pero las trabas burocráticas en varias entidades públicas motivaron que la cooperativa zarpara rumbo a Panamá, donde habrían obtenido toda la “permisología” en cuestión de semanas.
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