SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Para muchas familias dominicanas agosto trae un serio dolor de cabeza: empieza el año escolar y no siempre se dispone de un fondo destinado para los gastos que esto implica. Como se trata de un compromiso que la mayoría entiende como ineludible,  hay que hacer "malabares" para honrarlo.

Rosario Peña es una madre soltera y desempleada que se encuentra ante este dilema. Las clases de su hija, que ya pasó a primer grado de bachillerato, empiezan la próxima semana y la mujer todavía no sabe de dónde va a sacar el dinero para comprar los útiles requeridos para iniciar el año, que están presupuestados en más de 10 mil pesos.

La señora cuenta que aunque proviene de una familia humilde, la abuela paterna de su hija, que goza de mejores condiciones económicas, siempre asume los gastos educativos de la niña, incluyendo su matriculación en un colegio de clase media, pero en esta ocasión la situación económica de la ha abuela se ha deprimido  y aunque puede pagar la matrícula de la niña, todavía no ha podido aportar su habitual ayuda en la compra de los útiles de su nieta.

Esto hizo que por primera vez Rosario se viera en la necesidad de pedir dinero prestado para cubrir los gastos del inicio de las clases, y aunque ya le hizo la solicitud a varios parientes, todavía no ha recibido respuesta de parte de ninguno.

Otro padre que tampoco ha comprado los útiles escolares por falta de recursos es el de Roberto Solano, que tiene tres niños en edad escolar. Roberto estima que gastará   alrededor 7 mil pesos en total, pero sus ingresos como guardia de seguridad privada oscila entre 10 y 15 mil pesos al mes, de modo que todo lo que recibirá en el próximo pago quincenal no será suficiente.

Ramona Santana, madre soltera de un hijo de ocho años, decidió trasladar al pequeño de un colegio en el que llevaba alrededor de cuatro años a otro que queda muy cerca de su vivienda con la única ventaja de que se ahorrará los dos mil pesos que gasta en transporte público cada mes

Como sus hijos van a escuelas públicas, tiene la ventaja de que puede postergar la compra de algunos de los útiles: “La única salida es dejar de comprar algunas de las cosas. Comprar sólo una parte ahora. Los uniformes, por ejemplo, los vamos a comprar después, cuando se pueda. Mientras tanto que vayan con los viejos”, explica.

A modo de broma se refiere a agosto como “el mes del palo escolar” para ilustrar sobre el fuerte impacto que estos gastos representan para su economía.

Otro que decidió aplazar la compra de la ropa de escuela  para dar prioridad a los libros y materiales gastables es José Gutiérrez, un taxista con varios hijos, pero sólo una de ellos está en edad escolar.

El hombre refiere que aunque tiene ingresos considerables, el costo de la vida está demasiado alto y tiene muchísimos problemas que complican su situación económica.

Otras familias han tenido que recurrir a la opción de cambiar a sus hijos de escuela o colegio ya sea para reducir el costo de la matrícula o del precio del pasaje.

Ramona Santana, madre soltera de un hijo de ocho años, decidió trasladar al pequeño de un colegio en el que llevaba alrededor de cuatro años a otro que queda muy cerca de su vivienda con la única ventaja de que se ahorrará los dos mil pesos que gasta en transporte público cada mes.

La señora explica que su salario no es suficiente y en los últimos meses ha recurrido al endeudamiento para resolver problemas domésticos cotidianos.

Para comenzar el año un niño de octavo grado requiere una inversión de RD$20 mil