SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Entre la piña y el limón, la yuca y el ñame, los compradores manipulan sus carritos de por los pasillos divididos entre cumbres de bolsas de arroz y puestos de pollo, erigidos por pequeños, medianos y grandes productores.

Con una extensión de 1.2 millones metros cuadrados, Merca Santo Domingo, el proyecto construido a un costo superior a los cinco mil millones de pesos, recibe en su interior a compradores ávidos de precios atractivos, lo que los obliga a desafiar, en muchos casos, la distancia a fin de adquirir mercancías directamente del productor.

“Está muy bien. Comparado con el supermercado, lo que yo hacía una quincena en el supermercado, aquí hago un mes completo. Vale la pena dar el viaje”, asegura una joven sonriente, residente en Lucerna, Santo Domingo Este. Detiene su carrito de compras a un lado del quiosco de café mocano. “Los precios están bien, pero esperemos que no sigan subiendo”, dice, frotando los dedos índice y pulgar una y otra vez.

Ubicado en el kilometro 22, de la autopista Duarte, en Pedro Brand, Merca Santo Domingo fue inaugurado el pasado 15 de Mayo por el presidente Danilo Medina, y posee seis grandes de 7,200 metros cuadrados cada una, con 278 locales comerciales para mayoristas y 616 espacios de seis metros cuadrados dedicados a venta directa de los productores.

El tomate Barceló, a 18 pesos la libra, compite por un espacio sobre el mostrador de Alberto Nicasio, con los pepinos, a cuatro pesos la unidad y los ajíes, que elevan la corona en el precio, con 30 pesos la libra.

“El mercado está bien. A la gente le gusta”, asevera don Alberto, productor agrícola, que se desplaza desde Constanza para ofrecer sus productos. Explica que de las mercancías en venta, el ají ha tenido un incremento de precio debido a las lluvias, mientras que las papas han sufrido una disminución en el costo, colocándose a ocho pesos la libra.

Cada quien en su espacio, los vendedores mantienen limpios los pasillos para cuidar la higiene de la nave, ocupada por comerciantes de especias, cereales, carnes, flores y vegetales.

Miguel, uno de los vendedores de la Factoría Tonos, mediano productor de arroz, explica que el atractivo del mercado radica en que las personas pueden compensar la distancia con los precios y la falta de contaminación, así como con la pulcritud del lugar, pero indica que sólo con el esfuerzo del gobierno para centrar las ventas de los mercados repartidos en Santo Domingo, se puede asegurar la supervivencia y el éxito del proyecto.

“Comprar limpio es bueno”, explica el reconocido comentarista Julito Hazim, sobre el ánimo de las personas al visitar las instalaciones y adquirir los productos. “Además está funcionando bien”, afirma sonriente.

Una señora revuelve una diminuta piscina de cebollas moradas con las manos y pesca las más atractivas con sus dedos, mientras que en un grupo de mujeres hace largas filas para llevarse las mejores flores de Las Palmas, de Constanza.

Entre rosas, girasoles y margaritas, Aris Leidy Mora Marte, de Flores Diversas, señala que importan las flores cada dos días, para garantizar la frescura de sus artículos multicolor.

“El mercado ha brindado la oportunidad de promover la mercancía”, subraya Wilson Peguero, miembro de la Asociación de Productores de Uva de Neyba.

En su mostrador, pequeñas uvas de color purpura intenso se aglutinan en una canasta. En el centro de la mesa, botellas de vino, fruto de esas esferas dulces nacidas en la región suroeste, hacen su debut ante los compradores que se acercan atraídos por el color del líquido y del queso que se brinda como muestra, en apoyo, según don Wilson, a los pequeños productores de leche de la zona.

Numerosos vehículos se detienen en el espacio destinado para parqueo, mientras que unos cuantos charcos se disuelven entre el concreto. Uno tras otro, visitantes continúan su flujo de entrada y salida, así como los productores que descargan sus mercancías dentro del lugar que espera ser reconocido como el mayor centro de distribución de alimentos en el Caribe.