SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El presidente de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), Campos de Moya, consideró que luego que la República Dominicana puso fin a la política de sustitución de importaciones que primón en el decenio de los setenta, abrió sus fronteras sin haber definido estrategias intersectoriales y sin ninguna estrategia de política industrial, lo que ha provocado una disminución de la industria nacional.
Campos de Moya advirtió que es necesario revertir ese proceso de “desindustrialización”, razón por la cual la AIRD ha mantenido una alerta permanente.
Resaltó que República Dominicana arrastra un incremento significativo de las importaciones, un congelamiento en las fuentes de empleos formales y un déficit comercial cada vez más elevado.
“Después de dar término a la política de sustitución de importaciones en la década de los 70s, y de haber apoyado una incipiente industrialización a través de instrumentos financieros y otros incentivos, República Dominicana abrió sus fronteras sin haber definido estrategias intersectoriales, de valor agregado y sin ninguna estrategia de política industrial. El resultado: un proceso de desindustrialización cada vez más profundo que es necesario revertir y del que la AIRD ha mantenido una alerta permanente, un incremento significativo de las importaciones, un congelamiento en las fuentes de empleos formales y un déficit comercial cada vez más elevado”, expresó el empresario.
Explicó que los cambios en el sector industrial han sido dramáticos, y que a pesar de ser uno de los sectores de la economía con mayor estabilidad en su crecimiento, este ha sido el que el que ha crecido menos en promedio con respecto al resto de la economía dominicana.
Dijo que el impacto de las importaciones en nuestra economía como consecuencia de la apertura de mercados y la ausencia de políticas industriales es todavía más impactante.
Detalló que una verdadera política comercial no es aquella que sólo se enfoca en visualizar oportunidades de acceso a mercados externos, sino también y sobre todo a defender nuestra producción y nuestro mercado.
“Es positivo crear una política enfocada hacia las exportaciones y ¡Qué bueno que el Gobierno declaró este año el “Año del Fomento a las Exportaciones”! Sin embargo, no ganamos nada si duplicamos las exportaciones, pero importamos 20 veces lo que exportamos. Lo que producimos aquí produce empleos aquí, genera impuestos aquí, mueve la economía de aquí y ahorra divisas a nuestro país”, precisó.
Aseguró que, en términos llanos, la política comercial no es más que una lucha por disminuir los déficits comerciales de los países y eso es lo que no debemos perder de vista. Señaló que, salvando las diferencias, eso es lo que está mirando actualmente en los Estados Unidos, que de alguna manera ha vivido una experiencia parecida a la de República Dominicana.
A continuación el discurso completo de Campos de Moya, presidente de la AIRD, pronunciado con motivo del Día de la Industria Nacional y entrega del Premio George Arzeno Brugal al Periodismo sobre la Industria Nacional
Jueves 5 de abril de 2018, 12:30 PM en el Salón Empresarial
(Saludos).
En este acto con motivo del Día de la Industria Nacional y el 56 aniversario de la fundación de la Asociación de Industrias de la República Dominicana, en el que tambien nos honrra conmemorar el Premio George Arzeno Brugal al Periodismo sobre la Industria Nacional el propio día nacional del periodismo, nos llena de orgullo hablar a nombre de un sector que constituye uno de los estandartes más sólidos del desarrollo sostenible de nuestro país. Hoy, asumimos la gran responsabilidad de externar públicamente nuestra situación, nuestra visión y nuestros anhelos, con la seguridad de que constituyen un aporte importante a la agenda nacional.
Vivimos en la era de la Industria 4.0. La era de la inteligencia artificial, de la impresión 3D. Esto, amigos y amigas, no es ciencia ficción. Vivimos en la era del Internet, máquinas conectadas, vehículos autónomos que podrían comunicarse entre sí para evitar accidentes, del uso intensivo de big data en la toma de decisiones y del conocimiento como requisito indispensable del cambio permanente.
Son cambios que nos parecen lejanos, pero están al abrir la puerta. Las oportunidades son amplias y diversas, pero también los riesgos, incluyendo la obsolescencia de sectores o procesos de los que dependen millones de empleos.
Mientras ocurren estos avances extraordinarios, algunas de nuestras economías apenas inician la tercera revolución industrial. Nos encontramos rezagados, pero ante esta veloz carrera no hay vuelta atrás pues todos los expertos y países en el mundo se han percatado que el único camino para salir del sub-desarrollo es industrialización.
Hoy en día la importancia y pertinencia de las políticas industriales son cada vez más reconocidas por importantes economistas y líderes de todas las posiciones del espectro ideológico. Por eso vemos a Estados Unidos enfrentándose en una guerra comercial frente a China para fortalecer, precisamente, su producción industrial. Ellos tienen la capacidad de hacer eso y mucho más, tienen la capacidad de mover las fichas y hacernos temblar. Pero ¿qué puede hacer una economía tan pequeña como la nuestra para enfrentar estos retos y entrar en el camino de la industrialización?
Tenemos el desafío de tomar el camino de incremento permanente de la productividad en un marco de políticas públicas que visualice con claridad que el desarrollo social más sólido es el que se fundamenta también en el desarrollo sostenible de la industria y de la producción nacional.
Los especialistas entienden por política industrial el conjunto de políticas comerciales, de asignación de recursos financieros, políticas de ciencia y tecnología, de compras gubernamentales, de inversión extranjera directa, de propiedad intelectual, de acumulación de conocimientos, información y habilidades, que cuentan con un marco institucional eficiente.
Para países como el nuestro la clave para la industrialización es planificar y “aprender a aprovechar oportunidades tecnológicas y medidas que están disponibles en el resto del mundo. Tener la capacidad política para dirigir o redirigir recursos hacia los actores capaces de lograr grandes transformaciones y de no apoyarlos si es necesario.
Si estas son las caracteristicas que los expertos consideran determinan una estrategia industrial exitosa, echemos una mirada a lo que ha sucedido en nuestro país en algunas de ellas para encontrar oportunidades.
En cuanto a la política comercial:
Después de dar término a la política de sustitución de importaciones en la década de los 70s, y de haber apoyado una incipiente industrialización a través de instrumentos financieros y otros incentivos, República Dominicana abrió sus fronteras sin haber definido estrategias intersectoriales, de valor agregado y sin ninguna estrategia de política industrial. El resultado: un proceso de desindustrialización cada vez más profundo que es necesario revertir y del que la AIRD ha mantenido una alerta permanente, un incremento significativo de las importaciones, un congelamiento en las fuentes de empleos formales y un déficit comercial cada vez más elevado.
Los cambios en el sector industrial han sido dramáticos. A pesar de ser uno de los sectores de la economía con mayor estabilidad en su crecimiento, este ha sido el que el que ha crecido menos en promedio con respecto al resto de la economía dominicana.
El impacto de las importaciones en nuestra economía como consecuencia de la apertura de mercados y la ausencia de políticas industriales es todavía más impactante.
Una verdadera política comercial no es aquella que sólo se enfoca en visualizar oportunidades de acceso a mercados externos, sino también y sobre todo a defender nuestra producción y nuestro mercado. Es positivo crear una política enfocada hacia las exportaciones y ¡Qué bueno que el Gobierno declaró este año el “Año del Fomento a las Exportaciones”! Sin embargo, no ganamos nada si duplicamos las exportaciones, pero importamos 20 veces lo que exportamos. Lo que producimos aquí produce empleos aquí, genera impuestos aquí, mueve la economía de aquí y ahorra divisas a nuestro país.
En términos llanos, la política comercial no es más que una lucha por disminuir los déficits comerciales de los países y eso es lo que no debemos perder de vista. Salvando las diferencias, eso es lo que está mirando actualmente Estados Unidos, que como vemos en este gráfico ha vivido una experiencia parecida a la nuestra.
En cuanto a lineamientos en la asignación de recursos financieros:
Lamentablemente en las últimas décadas no hemos contado con políticas claras destinadas a fortalecer la producción y las exportaciones, sobre todo en la etapa de apertura comercial y de firma de tratados de libre comercio, lo que se evidencia en el bajo nivel de financiamiento destinado al sector industrial.
La ausencia de instrumentos financieros de desarrollo a largo plazo y de apoyo financiero a la tecnología, la innovación, a la maquinaria industrial o matching grants, han retrasado nuestro desarrollo industrial, en momentos en que otras economías mucho más grandes que la nuestra no solo cuentan con numerosos instrumentos, sino que hasta se ufanan de otorgar subsidios directos a sus sectores productivos.
Los beneficios de estos instrumentos están a la vista reciente, solo tenemos que ver cómo aumentó el crédito industrial con la medida tomada el año pasado por la Junta Monetaria de disminución del encaje legal a los sectores productivos o mirar muchos más lejos el efecto positivo en la industria de los prestamos FIDE.
Debemos analizar también el impacto de las políticas de tributación en el sector industrial frente a las importaciones, la informalidad, la evasión y el contrabando en el sector industrial, como eficientemente lo están haciendo nuestras oficinas recaudadoras, pues la industria es uno de los sectores con mayor nivel de presión tributaria.
Cualquier incremento impositivo desmesurado puede crear una desventaja comparativa frente a las importaciones. La competencia no es local es global y por ello debemos analizar el impacto que tienen las medidas administrativas en la competitividad de las industrias. Por ejemplo, impedir la devolución o el crédito del ITBIS pagado por los productores cuando venden productos sin ITBIS sería colocar al productor nacional en una competencia desleal frente al importador de un bien exento.
Somos una industria que exhibe un índice de formalidad superior al 70%, mientras que el de la población total apenas fue ligeramente superior al 50% con empleos de mayor cualificación y cuyo salario promedio, según estadísticas de la Tesorería de la Seguridad Social –TSS- es superior a la mayoría de los sectores de la economía.
Somos una industria portadora de orgullo nacional, extendida por toda la geografía, pequeña, mediana y grande.
En cuanto a estrategias de atracción de inversión extranjera:
Sin duda alguna nuestro país puede vanagloriarse de ser uno de los países latinoamericanos más exitosos en atracción de inversión extranjera, pero una política industrial debe contar con una estrategia clara de atracción de inversiones que promueva el desarrollo local, la innovación, la transferencia de conocimiento, el valor agregado y el ahorro de divisas, a través de los encadenamientos productivos.
No debemos seguir contando con una estructura fiscal y procedimientos administrativos que favorezcan la importación en lugar de los encadenamientos productivos entre sectores. Para que tengan solo un ejemplo, para vender desde una industria nacional sin ITBIS a una empresa ubicada en un régimen fiscal especial como zona franca u hotel, la industria debe solicitar más de 4 permisos y agotar un proceso que puede durar hasta 60 días, mientras que esa misma empresa de zona franca o ese hotel puede importar ese bien sin ITBIS y arancel en un solo día, con sólo digitar su régimen fiscal en el sistema de aduanas.
Y es que hemos sido muy eficientes en la agilización de los procesos de facilitación comercial en las aduanas. Eso es muy bueno, pero debemos ser así de exitosos fortaleciendo los encadenamientos productivos y el valor agregado nacional.
Para sacar más provecho de la inversión extranjera directa es importante adoptar políticas administrativas, fiscales y formativas locales orientadas a que las empresas nacionales puedan suplir eficientemente y con mayores estándares de calidad a las empresas extranjeras.
Es nuestra opinión que debemos ser capaces de atraer importantes inversiones mineras que pueden aportar muchos ingresos fiscales al país que tanto necesitamos, velando porque cuenten con la tecnología y las herramientas necesarias para que esa inversión no afecte nuestro ambiente, que las hagan ambiental y socialmente sostenible.
En cuanto a las políticas de compras gubernamentales:
Los expertos coinciden en que un elemento central del desarrollo productivo de las naciones se encuentra en las estrategias y acciones tomadas por los gobiernos en las compras gubernamentales. No queremos dejar entrever que queremos acciones proteccionistas, lo que queremos es que se tome en cuenta el desarrollo productivo en todas las decisiones del Estado, sobre todo en las compras gubernamentales. Por ejemplo, una decision académica positiva como la tomada por el Ministerio de Educación de cambiar los uniformes para adecuarlos a las tendencias educativas, debería hacerse tomando en cuenta el fortalecimiento de nuestro aparato productivo. Debería haber un acompañamiento y proceso gradual para lograr que ese cambio se realice conjuntamente con la adecuacion de nuestras empresas textiles, sobre todo las pymes. Lo mismo debería hacerse con las compras de medicamentos para los hospitales y equipos y muebles para escuelas, entre muchos otros.
No es mucho pedir que pensemos siempre en nuestro desarrollo productivo antes de tomar cualquier decision gubernamental, incluyendo cualquier cambio administrativo que incremente los costos de producción, como sucedió recientemente con el anuncio del aumento del peaje de transmision de la tarifa eléctrica.
Cambiar, cambiar
En fin, nos encontramos en un contexto interno y externo de mucha fragilidad y volatilidad. Es un contexto en el que estamos obligados a adaptarnos, cambiar, sobrevivir.
El principal socio comercial de República Dominicana, Estados Unidos, se encuentra en un proceso de redefinición de sus políticas productivas y que busca fomentar que las grandes empresas americanas privilegien el territorio de su país como espacio de producción y vuelvan los ojos hacia el trabajador y el consumidor estadounidense. En lo fiscal, las tasas impositivas se reducen de 35% a 21% a las corporaciones, sin condiciones. Además, un bono de deducción de depreciación de un 100% para la adquisición de planta y equipamiento para los próximos cinco años (mucho más lejos que Pro-Industria).
Ante este panorama en México, por ejemplo, se debate la manera de hacer frente a esta reforma promoviendo la reinversión de utilidades para nuevas inversiones, mientras nosotros estamos eliminando el único incentivo de reinversión que tiene la industria local.
Miremos también los países del este de Asia, los cuales han alcanzado niveles significativos de desarrollo económico y social en apenas 20 años. Pero todos los modelos enfocados a evitar o reducir sus déficits fiscales y a empujar su economía doméstica y sus exportaciones.
Pero no tenemos que volver los ojos a puntos tan distantes para darnos cuenta que algunos países de América Latina han estado y están impulsando políticas productivas que fomentan y fortalecen su industrialización, como Colombia, Argentina, Chile …
Las políticas industriales exitosas se diferencian de las menos exitosas en la fuerte coordinación entre los sectores público y privado, una apuesta a la industria manufacturera, apoyada con financiamiento, fortaleza institucional afín a los objetivos estratégicos y compromiso del liderazgo político en sus más altos niveles. EN TRES PALABRAS: VOLUNTAD, COMPROMISO y CONSISTENCIA.
Desafíos de una nueva era de industrialización
Las economías y sociedades exitosas no asumen como pauta principal el adaptarse a los cambios, sino el generarlos.
Estamos llamados a planificar nuestro desarrollo con inversiones que nos permitan implementar cambios estructurales en nuestra economía. Estamos ante una hermosa oportunidad de dotar a República Dominicana de base sólida para el desarrollo económico y social.
Una parte importante de esa oportunidad la constituye la posibilidad de una nueva era de industrialización que podamos asociar a la transformación tecnológica y productiva, ambientalmente amigable, capaz de generar empleos de calidad y de sostener el crecimiento económico que hemos tenido en los últimos 20 años. La transformación del modelo económico dominicano está llamada a hacer de la industria la punta de lanza de este desarrollo.
Tenemos el desafío de constituirnos en una sociedad en que la innovación sea estimulada, en que cerrarse a las formas más eficientes de hacer las cosas sea visto como un “pecado capital” que solo lleva a la improductividad y al deterioro. En que las industrias trabajen en nuevos productos para las necesidades de los mercados, nuevos procesos para ser más eficientes, nuevas reglas laborales más flexibles, así como nuevas formas de organizarse y de generar servicios. Es una obligación compartida y compartidos son también sus frutos.
Tenemos el desafío de tomar el camino de incremento permanente de la productividad en un marco de políticas públicas que visualice con claridad que el desarrollo social más sólido es el que se fundamenta también en el desarrollo sostenible de la industria y de la producción nacional.
Tenemos el desafío de lograr que nuestras academias tengan la obsesión de formar para la producción, haciendo factible que las industrias podamos continuar siendo el espacio adecuado para la generación de empleos formales, el incremento de las recaudaciones, la garantía de bienestar para las personas y los hogares.
Tenemos el desafío de incrementar significativamente el nivel de crédito al sector industrial, que el respaldo financiero a la producción agrícola e industrial sea factible en un marco de reglas que lo faciliten para la banca pública y privada.
Tenemos el reto de lograr que cada vez más empresas se articulen en enlaces productivos, sabiendo que esta articulación es mucho más que la simple suma de las partes, pues los encadenamientos generan una sinergia que beneficia a todos, incluyendo a otros sectores importantes como el turismo.
Afirmamos que es posible que en los barcos se destaque el “HechoenRD”, y que también es posible que nuestras empresas se establezcan en suelos extranjeros, se internacionalicen, presentando desde el interior de esos mercados el orgullo de la producción dominicana, de la capacidad nacional, de la inventiva criolla.
Tenemos el desafío de lograr el desarrollo de capacidades públicas, que las instituciones del Estado se conviertan en facilitadora de la producción nacional, valoren cada medida a la luz de consolidar el aparato productivo –tanto de bienes como de servicios- y, sin contravenir las reglas y acuerdos internacionales, rompan con el sesgo pro-importador que parece primar hoy en día.
Un documento de la CEPAL tiene un título llamativo: “se necesitan dos para tanguear” (bailar el tango). En República Dominicana podríamos decir que estamos llamados a bailar un sabroso merengue entre el sector público y privado, en donde se necesita que no nos pisemos los pies, sino que cada cual juegue su papel, manteniendo el ritmo, sabiendo que para ser calificados como buenos en el mercado necesitamos escuchar la misma melodía.
Estamos a la puerta del Tercer Congreso Industrial, de lo cual anunciaremos detalles próximamente. Sin embargo, desde ahora hemos de decir que el éxito del Congreso y las posibilidades de empujar una nueva industrialización es una tarea de todos.
La AIRD, en su aniversario y con motivo del Día de la Industria y reconociendo la labor de periodistas bajo el legado de un ilustre industrial como don Georgie Arzeno Brugal, sabe que el camino no es fácil, pero está segura de que somos un país llamado a ser un país ganador.