SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El Informe de Competitividad Global 2010-2011 se lanza en un momento en que la economía mundial sigue caracterizada por una notable incertidumbre. El crecimiento se ha reanudado después de inyecciones importantes, en muchos países, de gastos de estímulo del gobierno encaminados a contrarrestar la peor recesión mundial en décadas. Sin embargo, las economías están avanzando a velocidades diferentes y todavía existe el riesgo de una "doble caída" en una serie de los países.

Según el Informe de Competitividad Global del 2011, aunque las economías emergentes, en su mayoría, han retornado a un crecimiento saludable, las economías avanzadas continúan enfrentando dificultades, como la persistencia del desempleo, la debilidad de la demanda, y la espiral de la deuda, mientras que siguen  luchando con las reformas en el sistema financiero y el mercado laboral, entre otros desafíos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) predice un crecimiento de 6,25 por ciento para los mercados emergentes, en comparación con 2,25 por ciento para las economías avanzadas en 2010.

En este contexto, los políticos se enfrentan a retos difíciles en la gestión económica. A raíz de su postura activa en la solución de la crisis y la consiguiente recesión, los gobiernos están luchando para reducir su déficit de gasto en un esfuerzo por controlar deudas crecientes. De hecho, el temor a una recaída está obstaculizando que muchos gobiernos logren articular estrategias para una salida clara, un tema de discusión importante en las últimas cumbre del G-20.

Sin embargo, sin un compromiso claro para poner el gasto bajo control en el mediano plazo, los países comprometerán su capacidad futura para hacer inversiones a favor del crecimiento en áreas tales como infraestructura, salud y educación, que son necesarios para el desarrollo sostenido y la competitividad a largo plazo.

Los resultados del Índice de Competitividad Global (ICG), abarcan 139 economías de todas las regiones del mundo. El ICG tiene como objetivo capturar la complejidad del fenómeno de la competitividad nacional de cada país, lo que solo se puede mejorar mediante una serie matriz de reformas en diferentes áreas que afectan la productividad en el largo plazo de un país determinado.

Estas áreas van desde una buena gobernabilidad y la estabilidad macroeconómica hasta la eficiencia de los factores de los mercados, la adopción de la tecnología y el potencial de innovación, entre otros. En el contexto actual es importante tener en cuenta que las crisis económicas son por naturaleza a corto plazo y están relacionadas con el ciclo económico, mientras que la competitividad tiene mucho que ver con el potencial de desarrollo de un país a mediano y largo plazo.

Sin embargo, los países que tienen ventajas competitivas en una variedad de áreas se puede esperar que salgan de la crisis más rápidamente y que tengan una recuperación mucho más fuerte, puesto que su desarrollo se basa en los fundamentos de una productividad fuerte.

Desde su introducción en 2005, el ICG ha sido utilizado por un número cada vez mayor de países e instituciones como referencia para medir su nivel de competitividad.

La estructura clara e intuitiva del marco que ofrece el ICG es útil para dar prioridad a las reformas de política, ya que permite que cada país determinar las fortalezas y debilidades de su entorno de competitividad nacional e identificar los factores que limitan más su desarrollo económico.

Más concretamente, el ICG proporciona una plataforma para el diálogo entre el gobierno, los negocios y la sociedad civil que puede servir como un catalizador para reformas que mejoran la productividad, con el objetivo de impulsar los niveles de vida de los ciudadanos.