La apertura en marcha con los Estados Unidos, su cercanía geográfica y sus 11,2 millones de habitantes, vistos como potenciales consumidores, hacen de Cuba un blanco comercial “atractivo” y con oportunidades concretas para la agroindustria y otros sectores con vocación exportadora.
Estas son en resumen las perspectivas trazadas en el estudio “Cuba, un mercado que abre sus puertas al mundo”, de la Promotora de Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer), elaborado por la Dirección de Inteligencia Comercial de este organismo.
La investigación pone de relieve el “tipo y tamaño” de la demanda, parcialmente insatisfecha, de alimentos básicos e insumos agrícolas e industriales, medicamentos, entre otros productos, que hay en la nación caribeña. Esto debido, entre otros factores, a la baja productividad del campo cubano para suplir las eventuales necesidades internas de productos frescos.
Expone además su “muy dinámico” sector turístico y sus expectativas de crecimiento, sobre todo con la flexibilización del embargo estadounidense. Para Costa Rica esto representa “potenciales oportunidades comerciales”, tanto para empresas que puedan suministrar insumos a los hoteles, restaurantes, cafeterías y demás comercios relacionados, como para el sector construcción ante la expansión de la infraestructura que se espera en los próximos años.
Agrega que en los últimos cinco años la balanza comercial de Cuba arroja saldos negativos -US$6,014 millones en importaciones versus US$2,310 millones exportados en el 2014-, lo que demuestra una dependencia externa “significativa” de la importación de bienes.
Señala que el Gobierno de la isla socialista “es un importante socio comercial a contemplar”, dado el nivel de demanda para suplir las necesidades de sus distintos programas sociales e institucionales.
En cuanto al entorno de negocios, destaca los cambios en el sistema económico y político que ha generado el Estado cubano desde el 2008, haciéndolo menos concentrado y más participativo.
Productos con mayor potencial
Partiendo de la investigación de mercado, Costa Rica ve buenas posibilidades de negocios para su oferta exportable de leche, producto del que Cuba compra en el exterior US$176 millones al año, y en renglones como alimentos para animales (US$93 millones) y embutidos (US$19,8 millones).
Fuera de la agroindustria, se han identificado oportunidades para la exportación de equipos o dispositivos médicos, como también de medicamentos, que representan importaciones por US$27 millones y US$38 millones, respectivamente.
Además figuran productos cuya mención despierta curiosidad, por ejemplo “raticidas y demás antiroedores”, cuyas importaciones ascendieron a 63 millones de dólares en el 2014.
De la industria metalmecánica y eléctrica sobresalen entre los artículos con más potencial los “tapones y tapas de metal”, barras de hierro o acero, cables eléctricos, entre otros.
Asimismo, Procomer reseña que exportadores costarricenses están impulsando el mercado de insecticidas, fungicidas y antisueros. Otras oportunidades “que se deben evaluar” corresponden al segmento de lácteos y derivados.
Con muchos ojos encima
El informe resalta que muchos inversionistas y empresas tienen sus ojos puestos en la mayor isla de las Antillas, al dar cuenta del “gran interés” que despierta Cuba en exportadores e inversionistas de diferentes partes del mundo.
Exhorta, por tanto, a que las empresas interesadas en colocar allí sus productos no se duerman en sus laureles y avancen en el desarrollo de las estrategias de marketing oportunas, de cara a la penetración de este aún virgen y prometedor mercado.
Al igual que Costa Rica, se indica que existen otros países exportadores llevando a cabo estudios para medir las oportunidades de negocios que se están abriendo en La Habana, en especial dentro del sector alimenticio. Entre estas naciones se menciona a Colombia, Chile, Canadá y España, más no a la República Dominicana.
En la actualidad China y España son los proveedores más importantes de los productos que Cuba adquiere en el exterior, teniendo la región de Centroamérica una participación mínima, de apenas un 2%, en el pastel de estas importaciones.