Eduardo Velázquez *

En una de mis clases de sociología, hablaba con un compañero sobre la pobreza dominicana. Él me expresaba con mucho ímpetu, en buen dominicano, "eto' 'ta jodío' " y que no lograba comprender cómo, si estamos entre los países latinoamericanos que más crecimiento económico ha tenido en los últimos 50 años, los niveles de pobreza y desigualdad socioeconómica son tan altos. Ese comentario me recordó sobre un trabajo de campo que hicimos en TECHO hace ya unos meses, en una comunidad llamada Villa Hortensia, en la provincia de Santiago.

La realidad de esta comunidad me llevó a preguntarme ¿cómo fuera la República Dominicana si todos nosotros viviéramos como viven los pobladores de Villa Hortensia? Bueno, pues, para empezar sólo la mitad de nosotros hubiésemos completado la primaria y uno de cada cinco de nosotros el bachillerato; además, dos tercios de nosotros no asistiríamos a ninguna institución educativa.

Nuestras viviendas estuvieran construidas, en su mayoría, con el piso de cemento, la pared de madera y el techo de zinc; cerca de la mitad de nosotros se vería con la necesidad de compartir una cama (o de no tener). Ocho de cada diez no tendría una conexión formal de electricidad con el peligro que eso conlleva. Y una de cada veinte familias no tuviera servicio sanitario en su hogar.

Es la realidad de miles de dominicanos. Cada día, cada minuto que pasa, estas personas viven en condiciones inimaginables de vida; algunas veces en una realidad más precaria que las encuestas pueden retratar: estas personas son las verdaderas “jodía” de nuestro país. La buena noticia es que esto puede cambiar: si esta realidad fue socialmente construida, una mejor también puede serlo.

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Esta tarea es de todos los actores de la sociedad. Cada quién, desde su realidad, tiene la capacidad, si no el deber, de reconocerla y trabajar hacia la superación de la pobreza en nuestro país; pues estos pobladores de estas comunidades son seres humanos con derechos, emociones, problemas, en fin, son vidas igual de valiosas e importantes que la de todos los que somos parte de este país.

En el Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza en Latinoamérica hay 113 millones de personas que residen en asentamientos informales, es decir, uno de cada cuatro latinoamericanos. Por lo anterior, esta fecha debe ser un llamado a reflexionar qué estamos haciendo cada uno de nosotros.

*El autor es estudiante de sociología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y director de Investigación Social de TECHO – República Dominicana.