SANTO DOMINGO, República Dominicana (Dr. Fernando Morales Billini).- Explorando  la región de Rancho Arriba, de la provincia San José de Ocoa, en los mapas vía  satélite de Google,  y el área de terreno que corresponde al Parque Nacional Montaña La Humeadora que bordea el norte de Rancho Arriba, me impactó ver la gran cantidad del territorio  descubierto con poca vegetación y a cielo raso en esas imágenes satelitales, lo que nos dice de la gran deforestación  a la que ha sido sometido este importante parque nacional de nuestro país.

Uno de los parques  menos conocidos, y posiblemente el de mayor importancia geopolítica del país,  por la gran población que lo circunda y que se nutre de sus recursos naturales es el Parque Nacional Montaña La Humeadora. Se encuentra localizado en la vertiente sur de la Cordillera Central, territorio compartido por las provincias de Monseñor Nouel, San Cristóbal y San José de Ocoa. Geográficamente está ubicado entre los 18º 36’ y 18º 41’ latitud Norte y entre los 70º 11’ y 70º 21’ longitud Oeste. Su superficie es de aproximadamente 290 km².

Su nombre proviene de una de sus montañas  más altas, conocida como La Humeadora (1,315 msnm),  ya que es frecuente ver sobre esta montaña  nubes que tocan su cima  gran parte del año, propio de los bosques  muy húmedos, la clasificación que caracterizan los bosques de  este parque son: Montano bajo (59%) y subtropical (41%). Otras importantes montañas son  el  Cerro Montoso (1,402msnm);  Loma Los Chicharrones (1,307msnm), y el firme Palo de la Cruz (1,300 msnm) entre otras.

En la República Dominicana la Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, Ley 64-00 del 18 de agosto del 2000, establece que las Áreas Protegidas (AP) son: “…una porción de terreno y/o mar especialmente dedicada a la protección y mantenimiento de los elementos significativos de biodiversidad y de recursos naturales y culturales asociados, manejados por mandato legal y otros medios efectivos…) (Ley 64-00, 2000).

El primer decreto que trata sobre esta área es el 199-92, el cual la declara “zona vedada” para la protección de los cauces de los ríos que nacen en ella. Luego, mediante el Decreto 233-96 se crea el Parque Nacional Eugenio de Jesús Marcano, con una superficie de 84 km². Los términos del Decreto 233-96 fueron ratificados por la Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, No. 64 del 18 de agosto de 2000. Posteriormente, la Ley 202-04, Ley Sectorial de Áreas Protegidas, lo nombra simplemente como Parque Nacional Montaña La Humeadora con la actual superficie.

Las áreas de este parque nacional más afectadas son en vertiente oeste y de sur a norte,  como es el caso de Cerro Montoso y áreas aledañas, donde nace y se nutre  de manantiales y arroyos el rio Yuna,  en su vertiente oeste cercana a la finca de Florencio  se desprenden los manantiales que producen agua hacia los ríos Mahoma y Mahomita  principales afluentes del rio Nizao, en su parte central el  área de cerro Palo de la Cruz se afectan el rio Haina, el Duey el Guananito entre otros.

Las aguas  de este parque van a los  cuatro puntos cardinales del país o sea  de forma radial   lo que  la convierte en un típico  sistema  paraguas, dando origen a los ríos Maimón y Yuboa (Noroeste), Guananito (hacia el Norte), Haina y Duey (hacia el Noreste), Isa, Mana y Mayboa (hacia el Este) Nigua (hacia el Sureste), Mahomita (hacia el Sur), Mahoma y Banilejo (hacia el Suroeste) Avispa y Yuna (hacia el Oeste), de los que se originan  los acueductos de las ciudades y pueblos de Santo Domingo, San Cristóbal, Villa Altagracia, Juan Adrián,  Bani, Rancho Arriba y San José de Ocoa, y de pequeños y medianos acueductos  pertenecientes a  comunidades de otros  municipios.

El primer acueducto moderno de Santo Domingo se construyó en 1926 sobre el río Isa. Para 1946, se incluyeron las aguas del río Mana, constituyéndose el sistema Isa- Mana. En el 1952 se construyó el sistema de abastecimiento sobre el río Duey, al que se le anexaron más tarde las aguas del río Guananito.

Además en  su entorno protegido  se nutren grandes obras de desarrollo que dependen de sus aguas para su existencia , donde no sólo están los primeros acueductos del país (1917 – 1924) y el más grande de la República Dominicana; sino las presas de Jigüey, Aguacate, Valdesia, Hatillo, Las Barías y los canales de riego Marcos A. Cabral y Nizao – Najayo. Estas obras que reciben agua del Parque, aportan el 42% de la producción hidroenergética nacional. El 69% del agua potable de la ciudad de Santo Domingo. Las presas relacionadas con este Parque tienen una capacidad de almacenamiento de 801 millones de metros cúbicos, y una capacidad para irrigar 34,121 hectáreas aproximadamente.

La única carretera  que penetra en este parque,  y lo cruza por su extremo norte y noroeste,  es la carretera Norte-Sur  que va desde Piedra Blanca al Cruce de Ocoa  en el tramo   Juan Adrián- Rancho Arriba.  Otras vías que se acercan a su perímetro  son el camino de  Los Cacaos–Santana, Rancho Arriba-Mahoma, Rancho Arriba- alto Yuna y la de Guananito-Duey.

Este parque comparte con el resto del circuito de montañas y valles que componen la Cordillera Central el 90 % de las especies endémicas de an­fibios y reptiles de la isla. Según  (Bird Life International, 2012 en reporte de fauna para el PNMLH). Los anfi­bios reportados para este Parque son un 21% y un 34% para reptiles del total para la Cordillera Central, por su modo de vida, tanto terrestre como acuática, son indicadores natos de la calidad de los ecosistemas. Su frágil estructura corpórea y su piel suave hacen que sean dependientes de los microclimas húmedos y sombreados.

Hoy vemos con preocupación los efectos que generan el desmonte para la producción de madera, carbón y leña;   cultivos como la papa,  café,  el orégano, y la ganadería, entre otros, vienen desplazando su importante flora y fauna endémica y nativa, por  cultivos y depredación altamente lesivos, generando  alta sedimentación de las capas vegetales  que cubren la tierra,  la desaparición de arroyos, con la consecuente reducción del cauce de los ríos que allí nacen con  afectación directa a los ciudadanos bajo su influencia y  a las especies endémicas y nativas de aves, anfibios, reptiles  y roedores como la Jutía (Plagiodontia Aedium)y el Solenodonte (Solenodon Paradoxus)  que tradicionalmente habitaban en sus bosques.

Urge proteger este parque nacional. Necesita una agenda de emergencia que garantice su protección territorial garantizar la reforestación con la siembra de especies nativas y endémicas en sus montañas, combatir eficazmente la degradación a la que es sometida por la invasión humana en su territorio y garantizar acciones emergentes que nos permitan restaurar las zonas más afectadas por la depredación.

Somos las responsables de proteger una de las islas con mayor endemismo y biodiversidad del mundo y asumir esa gran responsabilidad nos brinda la oportunidad de ser una gran nación.