Podría parecer un contrasentido el acuñamiento de este encabezado, pero no lo es, pues se asienta en una lógica que lo justifica. El termino ecología, del cual haremos una aplicación muy sui géneris en las presentes líneas, se usa para resaltar la necesidad de preservar el medio ambiente frente a las agresiones que amenazan la diversidad biológica y la conservación de los recursos naturales.
En este sentido, se aboga por un aire más respirable, libre de contaminación y un ambiente más limpio, donde los seres humanos se sientan en paz consigo mismos y con la naturaleza. Por eso vamos a los parques naturales, salimos a comulgar con la naturaleza y su inspiradora belleza, buscando airear la existencia con el soplo de motivaciones diferentes que nos reconforten y descontaminen nuestra existencia, en sentido físico, mental y espiritual.
De igual manera, también necesitamos una especie de ‘ecología informativa’, que nos brinde solaz espiritual y tranquilidad emocional, que descontamine nuestra mente ante la tanta ‘basura noticiosa’ que nos roban la paz y enferman nuestro ánimo, haciéndolo proclive al estrés, la ansiedad y las patologías mentales que se somatizan en afecciones mortales y deterioran nuestra calidad de vida.
Lo cierto es que a pesar del mar de noticias grises, en nuestro país existe más luz del sol que las nubes negras de los agoreros de tormentas
Cuando encendemos el televisor, abrimos las páginas de los diarios, cuando accionamos nuestros smartphones o nos conectamos al computador, nos encontramos con un bombardeo continuo de informaciones negativas, que es una suerte que no nos hayamos vueltos neuróticos o que todavía salgamos a la calle sin el temor de ser la próxima noticia.
La saturación de informaciones sobre tragedias, crímenes espeluznantes, desgracias de todo tipo, nos hace preguntarnos si todo eso es la vida misma, si no existen otras cosas mejores que sean dignas de la primera plana, de la principalía informativa. Muchos anhelamos encontrarnos con otros contenidos positivos, capaces de convertirse en el comentario general, en la noticia que recrea el espíritu y oxigena el alma, que promueva nuestro encuentro interior con el ser supremo del cual vivimos tan alejados.
Por eso me declaro a favor de esa ‘ecología informativa’ que purifique nuestro interior y celebre el milagro de la vida, que hinche nuestro optimismo, reforzando las razones que tenemos para vivir en vez de acicatear el deseo de desaparecer o de volvernos misántropos ante la proliferación de tantas maldades y negatividades, sobredimensionadas noticiosamente.
Que las elecciones no sirvieron, que hubo trampas, que hay que hacerlas de nuevo, que la delincuencia y la inseguridad, que este país es una miseria, que la pobreza, que los pleitos políticos,que vienen más impuestos, que la vida se volverá incosteable. Solo hay espacio para noticias de este género.
No se habla de los avances en la educación, de construcción de nuevas vías para el desarrollo de tal región, de becas para estudiantes, de programas para financiar a la gente pobre para que salga de la pobreza, de descubrimientos científicos, de avances en su economía o de superávit en las finanzas, NO. Sino de más hipoteca del país a través de préstamo y de‘¡sálvese quien pueda!’ Que panorama más sombrío se proyecta de nuestro país. Da pavor.
Afortunadamente, tenemos un presidente cuya continuidad en el ejercicio de la Presidencia de la República nos da razones para sentirnos optimistas de nuestro futuro, de que las puertas de la esperanza se abrirán más anchas para dar cabida a más oportunidades, para democratizar el bienestar y aprovechar todo el potenciar que tenemos de ser una mejor nación.
Lo cierto es que a pesar del mar de noticias grises, en nuestro país existe más luz del sol que las nubes negras de los agoreros de tormentas, que la gente tiene confianza en que las cosas mejorarán y que este sentimiento y esa fe quedaron refrendado el 15 de mayo pasado.