San Juan de la Maguana. – Subiendo y bajando por una sinuosa carretera de San Juan de la Maguana, se encuentra el Hatico del Guanal, donde está Mártires Zabala Vargas, músico, gallero arrepentido, esposo, padre y abuelo, un hombre del campo que con ahínco y entrega arranca el sustento a los áridos terrenos e intenta sobrevivir a la sequía que afecta las regionales sur, suroeste y noroeste desde principios del 2018 y aún se mantiene.
San Juan de la Maguana se encuentra entre las provincias de alta incidencia en inseguridad alimentaria, junto a Bahoruco, Azua, Barahona, Dajabón, Elías Piña, Pedernales, El Seibo, Hato Mayor y Monte Plata, según el Análisis Integrado de Contexto (ICA), realizado en el 2017 por el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
“Cuando la naturaleza se nos niega no hay mucho que podamos hacer, porque estamos totalmente desamparados”, asegura Mártires, quien es presidente de la Asociación Agroindustrial Santa María Caracol, que a su vez forma parte del Consejo de Desarrollo Agroforestal de la Nueva Vida (CDANV), una organización sin fines de lucro dedicada a promover el desarrollo agropecuario y forestal sostenible en la cuenca media norte del municipio de San Juan de la Maguana.
“Esperamos recuperar el dinero que el CDA NV ha prestado a los socios, porque una de las funciones del Consejo es facilitar financiamiento, pero la gente no ha podido pagar, desde el 2015 estamos como que nos ha pasado una aplanadora”.
Se refiere a los efectos de la sequía que con cortos intervalos de lluvia se ha registrado en el país desde el 2015, que ha motivado a la Oficina Nacional de Meteorología (ONAMET), a “declarar en estado de sequía las regionales sur, suroeste y noroeste, debido al continuo déficit pluviométrico registrado y pronosticado”.
Indica la ONAMET que durante el 2018 los registros oficiales de sequía se intensificaron progresivamente de débil a severa, lo que significó para los productores la pérdida de sus cosechas y de ganado vacuno y ovino.
“Nosotros apenas estamos sobreviviendo y tenemos socios en el CDANV que se le han muerto vacas cuando las llevan a beber, se les caen en el camino”, comenta Mártires, con la mirada perdida en el seco horizonte, con escuálidas plantas de sábila (aloe vera), yerba seca mecida por la leve brisa y plantas de maíz, también secas, pero que sirven de alimento a las vacas.
El país tiene tres características que ofrecen un marco de trabajo a la cooperación internacional enfocado a la resiliencia a la sequía, como un alto pero desigual crecimiento económico que crea divergencias de género y territoriales; vulnerabilidad a sucesos climáticos extremos y que es un país de renta media, lo que puede ser una trampa que obliga a la aplicación de políticas públicas con temas muy estructurales, para modificar la línea de pobreza.
La casa de Mártires, que comparte con su esposa Modesta y un nieto, luce custodiada por tinacos y tuberías colocadas para recoger del techo la ocasional lluvia, una estrategia de resiliencia ante la sequía, mientras en el patio se vislumbra un pequeño vivero donde alguna vez la familia cosechó productos de ciclo corto para el consumo.
“Yo estoy esperando a ver si cae una agüita para pararlo de nuevo, porque ahora nada sobrevive, imagínese que a las vacas tenemos que llevarlas a beber a la laguna comunitaria, y en lo que uno va y vuelve, ya vienen con sed”.
La laguna comunitaria, a más de 8 kilómetros, es el principal lugar de abastecimiento donde aún queda un poco de agua disponible, bordeada de limo verde y una gran cantidad de lodo. “A esa laguna llegan a beber cada día más de 500 animales, pero está muy sucia y sedimentada, y le hemos pedido ayuda a las autoridades para limpiarla porque se necesitan herramientas que nosotros no tenemos” señala Mártires.
A pesar de la sequía y la amenaza que representa para su medio de vida, los productores agroforestales del Hatico se mantienen en pie, a la espera de la ayuda “de las autoridades”, como identifican a los organismos del Estado, “hasta estamos esperando una visita sorpresa del presidente de la República”, se refiere a visitas que coordina el Ministerio Administrativo de la Presidencia.
La Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 (END) destaca entre sus líneas de acción el apoyo a la agricultura familiar para contribuir a la reducción de la pobreza y para la seguridad alimentaria y nutricional, en coherencia con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), que tienen entre sus metas poner fin al hambre y lograr la seguridad alimentaria.
“Hemos aprendido sobre resiliencia a la sequía, pero necesitamos más, porque, aunque implementamos estrategias para sobrevivir, necesitamos soluciones profundas que nos beneficien a nosotros y al país, si se pierden las habichuelas, también sufre el país”, asegura Mártires, mientras arranca una lastimera nota de desahogo a su acordeón, que parece corroborar su sentir.
Enfatizó que es urgente para los productores buscar alternativas para que el agua llegue a las tierras de cultivo y al ganado, lo que les permitiría llevar una vida digna, en lo que aúnan esfuerzos el PMA, FAO, Oxfam y Plan International junto a socios del Estado dominicano, para quienes es de vital importancia el fortalecimiento de la planificación territorial y que se apliquen los resultados de los análisis hechos con los productores como principales afectados, para ejecutar medidas de resiliencia frente a la sequía en el corto y largo plazo, con el interés de alcanzar el desarrollo sostenible y resiliente.