San Juan, 23 may (EFE/Jorge J. Muñiz Ortiz).- En el Caribe coexisten decenas de programas públicos encaminados a tratar de preservar las diferentes especies de iguanas autóctonas de las islas antillanas, en su mayoría en peligro de extinción a causa de la destrucción de sus hábitats y la invasión de las populares iguanas verdes.
Se cree que al menos una especie de iguana del Caribe ya se ha extinguido y que ocho de las once restantes están en grave peligro de hacerlo en breve, según datos de la Cooperativa para la Conservación del Paisaje en el Caribe (CLCC).
Puerto Rico acaba de sumar un nuevo proyecto, que busca rescatar ejemplares de tres especies de iguanas que habitan en diferentes islas del Caribe, para traerlas a territorio puertorriqueño y velar de cerca por la conservación de un animal que ayuda a diseminar semillas y mantener sana la vegetación del entorno.
"Estamos trabajando en un proyecto que pretende traer a la isla a estas iguanas. Esa es nuestra misión", dijo a Efe el biólogo Miguel García, de la División de Vida Silvestre, Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) de Puerto Rico.
García, quien lleva más de veinte años dedicado a investigar reptiles y animales en peligro de extinción, dijo que las especies a las que se trata de proteger son la iguana de Puerto Rico, la iguana de Mona y una especie de iguana cubana que vive al sur de la isla.
Todas estas subespecies forman parte de lo que se conoce como las iguanas del Caribe, que tienen muchas más dificultades para reproducirse, especialmente cuando viven en cautividad, en comparación con las abundantes iguanas verdes (conocidas también como gallinas de palo).
Estas últimas, que son muy comunes en gran parte del continente americano, pueden llegar a poner hasta cincuenta huevos y se han convertido en una plaga en Puerto Rico que destroza cultivos, daña reservas naturales y amenaza a otras especies autóctonas, según explicó García sobre el vertebrado nativo más grande que queda en muchas de las islas caribeñas.
Las iguanas del Caribe, a las que también se llama iguana delicatissima, están sufriendo un fuerte descenso en sus poblaciones debido a la progresiva destrucción de sus hábitats naturales en las Antillas menores, así como a la caza y a su creciente cruce con las iguanas verdes.
Pese a su nombre, la iguana de Puerto Rico (Cyclura pinguis) no habita aquí, sino en Anegada, territorio de las Islas Vírgenes Británicas. Se cree que sólo quedan en torno a doscientos ejemplares de esta especie.
La iguana de Mona únicamente se puede encontrar en Mona, una isla deshabitada entre Puerto Rico y República Dominicana que es reserva natural estadounidense y que, en ocasiones, es utilizada como escala para quienes trafican de forma clandestina con inmigrantes caribeños.
Esta subespecie también está en peligro de extinción, por lo que desde 1999 los expertos en conservación de la vida salvaje llevan a cabo un proceso de recuperación para tratar de elevar su población.
"En Mona, la amenaza principal son los gatos asilvestrados que viven allá y que se cree que fueron introducidos desde Europa", explicó el experto.
Los conservacionistas han detectado que hay tres islas en el área donde los ejemplares rescatados también se podrían reproducir: Caja de Muertos, un islote al sur de Puerto Rico; Icacos, al noroeste, y en el cayo Luis Peña, en Culebra, al este.
En cuanto a la iguana cubana, esta subespecie sólo vive en la isla de Magüeyes, territorio de La Parguera en Lajas, al sur de Puerto Rico, y únicamente se han contabilizado cerca de un centenar de ejemplares.
García indicó que casi todas las grandes islas del Caribe tienen una especie de iguana autóctona, como es el caso de Cuba y Jamaica, o incluso dos, como en Bahamas.
"Todas ellas están en peligro de extinción, por lo que las iguanas del Caribe se han convertido en el grupo más amenazado del mundo", señaló García, graduado con una maestría en reptiles y un doctorado en recursos naturales. EFE