SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Con aquello del impedimento de importación de pollo y huevos desde República Dominicana a Haití, los ánimos se han caldeado (aún más) entre las naciones vecinas. Muchos han notado lo curioso de que este suceso haya ocurrido tan cerca de la firma del acuerdo entre los presidentes Danilo Medina y MichelMartellypara implementar un plan de reforestación en la frontera.
El “compromiso con el Medio Ambiente” que acordaron los dirigentes es un intento de mejorar la dinámica dominico-haitiana, que por generaciones ha estado sesgada por el racismo, el miedo y la intolerancia.
Lamentablemente, el esfuerzo se queda corto no sólo porque ha sido vulnerable a las disputas recientes, sino porque como tal, no es suficiente, ni para las relaciones internacionales, ni para la biosfera.
Proteger los recursos naturales (ojo: una responsabilidad de todo ser humano que quiere seguir caminando en la tierra) a través de un plan para sembrar árboles en zonas devastadas es, casi literalmente, preparar leña para el fuego.
Necesaria como sea la reforestación, será inútil mientras no se tengan planes de contingencia para sus principales causas. Entre ellas, la tala de árboles para la cocina y la producción de energía.
Según el proyecto global para la promoción de métodos de cocina con energía limpia (cleancookstoves.org), sólo en Haití, el 51.80% de la población depende de la leña para la cocina, y la industria del carbón ha provocado un estado severo de deforestación. La pregunta es qué se logra plantando árboles que la población necesitará talar de todas formas.
Ya debería saberse que no se hace nada empezando por los frutos. La deforestación es una respuesta, un resultado de una problemática que sólo se encara realmente desarrollando el sector de energías renovables.
Llevar a cabo un plan de reforestación es lo mismo que querer decir que el problema de los pollos y los huevos, sólo tiene que ver con los pollos y con los huevos.
Alina Flores
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