Lima, 15 dic (EFE).- La Cumbre del Clima de Lima puso en evidencia los diferentes enfoques que tienen los países ricos y los pobres para frenar el calentamiento global, y tras conseguir un acuerdo de mínimos ha dejado para resolver en París los temas más espinosos.
En los últimos días de la Cumbre, que fiel a la tradición de estas conferencias no concluyó el viernes, como estaba previsto, sino que se extendió hasta la madrugada del domingo, el optimismo de que esta vez sí se estaba más cerca de lograr avances que allanaran el camino para París se fue diluyendo ante las divergencias sobre las responsabilidades que deben asumir unos países y otros.
Finalmente, después de que varios borradores de texto no lograrán el consenso y tras horas y horas de negociaciones, se consiguió adoptar un documento que aunque fija unas líneas muy generales y sin muchas concreciones, logró que la cita de Lima no se convirtiera en un nuevo fiasco como el de Copenhague.
Y aunque nadie cuestiona que se agota el tiempo para adoptar medidas que consigan limitar el aumento de la temperatura a no más de 2 grados a finales de siglo, los caminos para conseguirlo difieren y para un grupo de países en desarrollo pasa porque la factura más grande recaiga en los países más ricos y contaminantes.
El objetivo central de la COP20 era sentar las bases de un nuevo acuerdo mundial en reducción de gases de efecto invernadero, que se apruebe el próximo año en París para sustituir en 2020 al protocolo de Kioto, que tan solo obliga a reducir emisiones a los países desarrollados.
Pero en Lima se volvió a escenificar el debate de que los países desarrollados, que son los más contaminan, tiene que pagar más que los menos desarrollados que contaminan menos y son más vulnerables a los efectos del cambio climático.
Aunque de esta cumbre solo tenía que salir un texto que fijara el tipo de información que deben presentar los países en sus contribuciones sobre reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, así como la definición de los elementos, una especie de índice de los capítulos que deberá contener el futuro acuerdo de París, la empresa ha sido más ardua de lo esperado.
El texto aprobado en Lima, denominado "La llamada a la Acción de Lima", hace una referencia a las "responsabilidades comunes pero diferenciadas" de los países frente al calentamiento global, pero no especifica cómo se va hacer esa diferenciación.
Aunque también enfatiza el tema de la financiación para la adaptación de los países en desarrollo al cambio climático, para las ONG faltan claramente referencias a la obligación urgente de los países desarrollados de proporcionar financiamiento climático.
Y es que la financiación ha sido uno de los principales objetos de desencuentro de esta conferencia.
Pese a que el Fondo Verde, que tiene como objetivo asistir sobre todo a los países en vía de desarrollo más pobres y vulnerables para afrontar o ralentizar los efectos del cambio climático, alcanzó en Lima los 10.000 millones de dólares, aún esta lejos de la meta de lograr 100.000 millones de dólares en 2020.
Para las ONG, a pesar de que 2014 es el año más cálido jamás registrado y las evidencias del cambio climático son visibles, esta cumbre no ha cumplido con las expectativas tan optimistas con las que inició, después de que EE.UU, China y la UE anunciaran su decisión de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
En opinión de la presidenta de Amigos de la Tierra Internacional, Jagoda Munic, el resultado de la cumbre "carece de valentía, justicia y solidaridad con los miles de millones de personas afectadas por el cambio climático", ya que los países ricos y desarrollados llegaron a Lima decididos a garantizar que el resultado refleje sus intereses económicos a corto plazo.
En el trasfondo de esta cumbre está el debate sobre el modelo de desarrollo económico para el futuro, por lo que en el horizonte hacia París se vislumbra un mar lleno de turbulencias. EFE