* (El autor es Representante de la FAO en la República Dominicana)

La economía de los países se mide a través del Producto Interno Bruto (PIB), que cuantifica anualmente la producción de bienes y servicios producidos por un país. Sin estar exento de críticas, es un indicador que permite conocer la evolución de la economía en el tiempo y comparar los datos entre los países.

Entre las críticas, destacan tres muy razonables: i) del valor monetario total que resulta de sumar los bienes y servicios producidos, no se reduce el coste de las externalidades negativas, como por ejemplo la contaminación ambiental derivada de esa producción; ii) es un indicador muy utilizado para definir las políticas públicas necesarias para mejorar el bienestar de la población, pero este bienestar no siempre está relacionado con la producción; iii) al realizar comparaciones internacionales, se tiende a pensar que un país con un mayor PIB es un país con más riqueza, lo cual no es cierto. A este último punto me referiré más adelante.

¿Cuál es el rol o el valor del sector agropecuario en el crecimiento económico medido a través del PIB?

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a la cual pertenecen 36 países, entre ellos solamente Chile y México en América Latina y el Caribe, y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), han publicado este mes su informe anual de Perspectivas Agrícolas, en esta ocasión para el período 2019-2028.

Se prevé un crecimiento de la producción agrícola mundial del 15% en la próxima década, basada en la intensificación de la producción que conlleva la innovación tecnológica.

La capacidad de la agricultura para conservar y fortalecer los recursos naturales, sobre todo si está bien gestionada desde lo público y lo privado, es enorme y es muy difícil que se recoja completamente en un índice como el PIB

Este año el documento profundiza en la situación y desafíos de América Latina y el Caribe (ALC). La región verá un crecimiento del 22% en sus cultivos y del 16% en sus productos pecuarios, un crecimiento mayor que el promedio global. Con su abundancia de tierras y agua, América Latina y el Caribe aportará el 25% de las exportaciones globales de productos agrícolas y pesqueros en el año 2028.

La agricultura es un sector muy importante en todos los países de ALC. Según el mencionado informe, el peso del agro en el PIB de los países es de un 4,7% (media para el período 2015-2017). Excepto en Argentina, el sector agropecuario reduce su importancia en el conjunto de la economía, al menos si esta la medimos a través del PIB.

Pero la agricultura es mucho más que la producción de bienes y servicios. Su rol en los medios de vida de la población, en el empleo y los ingresos, en la reducción de la pobreza, en la estabilidad del suministro y del precio de los alimentos, y que estos además sean de calidad, no siempre son recogidos en una contabilidad nacional. La capacidad de la agricultura para conservar y fortalecer los recursos naturales, sobre todo si está bien gestionada desde lo público y lo privado, es enorme y es muy difícil que se recoja completamente en un índice como el PIB.

Regreso ahora a la idea que lancé al inicio sobre la riqueza de los países. Y para ello me voy a apoyar en un párrafo de un reciente y excelente libro que tiene la virtud de hablar de economía sin el aburrimiento al que tendemos los economistas.

El libro se titula “El delirio del crecimiento”, de David Pilling, y el párrafo expresa lo siguiente: Cuando los inversores evalúan una empresa no sólo miran sus beneficios y pérdidas (cuenta de resultados), sino que valoran también su balance: qué activos, pasivos y recursos propios tiene la empresa en un momento determinado. Esto revela lo que en realidad vale la empresa, no sólo los beneficios que es capaz de generar en un año. El PIB es el equivalente a una declaración de resultados, es un cálculo monetario que aspira siempre a crecer, pero no hay esfuerzos metodológicos para medir el conjunto de activos de una nación, lo que podríamos llamar su riqueza.

En mi opinión, el sector agropecuario en la República Dominicana es el más importante para el país si partimos de esta reflexión previa de que ingreso no es lo mismo que riqueza. Según el Banco Central, en el primer semestre de este año la producción agropecuaria y pesquera ha aportado un 5,3% al PIB, bastante alejado del 11% de las zonas francas o del 13,2% de la construcción.

Los esfuerzos del Gobierno en general para que todos los tipos y tamaños de productores se vean beneficiados de políticas públicas diferenciadas, orientadas a la producción, al mercado o a la protección social, y las iniciativas en marcha de los Ministerios de Agricultura y Medio Ambiente para mejorar las buenas prácticas agrícolas y de gestión ambiental, sugieren que no sólo se está pensando en maximizar los beneficios hoy, sino también en los recursos que permitirían a las generaciones futuras mantener una calidad de vida. No sólo importan los ingresos, también la riqueza del país.

En conclusión, no debemos observar solamente cuánto crece nuestro PIB agrícola, en comparación con otros países o con el pasado, o si el peso de la agricultura es mayor o menor en el conjunto del PIB nacional. Desde la FAO reconocemos el esfuerzo del Gobierno y  la sociedad dominicana por avanzar en la reflexión y prácticas necesarias para que las políticas y programas vinculadas al agro y al desarrollo rural sirvan, de forma simultánea, para la reducción del hambre y la pobreza y para asegurar la sostenibilidad de los recursos naturales.

Construyamos sobre lo logrado, y no olvidemos que los desafíos agrícolas y económicos son muchos, más allá del PIB.